CAPÍTULO 5

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-No me importa lo que diga mi estúpido padre, quiero que te larges ya- Volvió a decir.

-Ya llegué, linda. ¿Qué sucede? ¡Oh, señor Hofmann, ya despertó. Qué suerte!- Exclamó Mila al entrar al cuarto donde estábamos.

-Suerte para ti, que no quedas sin trabajo- Espetó el hombre con una mano en ma cara.

La señora Mila se quedó mirándolo extrañamente como si se tratara de otra persona.

-¿Se siente bien?

-¡No, maldita sea, no! ¡Quiero que me dejen sólo al menos una vez en mi estúpida vida!- Mila abrió los ojos como platos, mientras yo observaba el episodio anonadada. ¿Qué ocurría exactamente? Al parecer él no solía comportarse así comúnmente.

-Yo me puedo retirar, pero la señorita Samuelsen tiene la orden de permanecer a su lado todo el tiempo- Respondió cortésmente Mila.

-¡Mi****, mi****!- Pronunció con un aire violento que me petrificó, y mientras permanecía con las manos en la cabeza y esta contra la almohada, su respiración era acelerada. Creo que se trata de un esquizofrénico, o algo como eso. ¿Habrá tenido un accidente después de la vez en la que me salvó de caer? ¿Qué le habrá pasado? Realmente me daba pena preguntarle a Mila, y entre menos usara el idioma alemán mucho mejor para mi.

-Linda, ven un momento- Dijo ella parada en el umbral de la puerta.

-Eso, largate- Insistió una vez más.

-Cariño, el doctor no demora en llegar. Va a echarle una revisada al señor Hofmann. Escucha atentamente lo que dice y si puedes, grábalo para tener evidencia. Firma donde pida que le firmes. ¿De acuerdo? Y haz lo que te pida. -Me susurró cuando ya me encontraba a su lado. Yo sólo me limité a asentir.

~

-Buen día, señorita. Si me permite le haré una breve revisión al señor Hofmann de acuerdo con su cuadro de historia clínica.

-Buen día, doctor. Adelante- Dije ofreciéndole un asiento.

-Bien, hace tres semanas fue víctima de la caída de un rayo mientras se encontraba entrenando con sus compañeros bajo una tormenta. Todos están culpando al técnico y podría ir a la cárcel- Dijo con preocupación enarcando una ceja y mirándome.

Ay, no. Pobre hombre. Eso explica muchas cosas.

-Exactamente... el veinti... dos del mes pasado. Hace tres semanas. Instantáneamente cayó en coma, y hace dos días despertó- Mi cara cambió de color al escuchar lo que el doctor decía. El continuó: -Es muy poco usual. Sobrevivir a la caída de un rayo sobre sí es casi imposible.

-¿En serio, doctor?- Pregunté preocupada, aunque pensándolo bien fue una pregunta tonta.

-Claro, mira... Puede que haya afectado su mente. Quizás... Su personalidad, o su carácter. Podría ser más pesimista o podría pasar lo contrario. Sin embargo hay muchas cosas que no se han solucionado, casi no hay avances ni estudios, ni mucha ayuda para ese tipo de fenómenos. También es posible que haya perdido la memoria. Dígame, ¿la recuerda?

-Eh... pues verá. Es mi primer día de trabajo, doctor...

-Ah, bien. Comprendo eso.

-Pero si pudo recordar a Mila. La empleada.

-Ah, bueno. Aunque sea. Falta que no haya olvidado quien es, o a las demás personas. O en qué trabaja. Ayúdame, señorita. Quítele la camiseta para ver en dónde quedó la cicatriz del rayo.

-De acuerdo- Me senté sobre la cómoda cama de agua y aprovechando que al parecer estaba dormido le empecé a quitar la camiseta. Wow, pensé. Qué atlético cuerpo.

-Ah, aquí está- Dijo el doctor observando su espalda desde un ángulo en que yo no lo podía hacer. -Coloque al joven boca abajo.

Al voltearlo mis ojos se abrieron como platos. ¡¿Qué rayos?! Tenía la forma de unas ramificaciones que parecían de un árbol seco tatuado.

-¿Asombrada?- Preguntó el doctor con tono burlesco.

-Si, jamás había visto algo así.

-Debe arder. Este es el tipo de cicatrices que generan los rayos.

-Debió ser horrible.

-Hay que despertarlo.

-Aamm...- Demonios, ¿Cómo despierto a alguien que apenas acaba de salir de un coma?

Empecé a moverle la cara después de colocarlo nuevamente hacia arriba, y también los brazos y piernas hasta que comenzó a parpadear.

-Señor Hofmann, despierte- Susurré.

-¿Dónde está mi camiseta?- Masculló.

Estando en Berlín - (Manuel Neuer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora