CAPÍTULO 35

68 2 0
                                    

-¡¡¿Qué?!! Derek, eso es imposible, no... No puedo, debo trabajar, estar con mi familia... Aun vivo bajo el techo de mis padres...

-Dime cuánto son tus ingresos mensuales para tu hogar y yo los cubriré durante el tiempo que estés conmigo- Insistió-. Y si crees que tus padres te van a botar por irte conmigo... pues ni modo; te quedarás conmigo.

-Para ti es muy fácil decirlo...

-Porque es fácil hacerlo. Taylor, ya tienes veinte años. No sé cuándo los cumpliste, pero ya tienes veinte años. Eres mayor de edad, tienes derecho a elegir, a tomar tus propias decisiones. Además... No tengas miedo, estás conmigo. Nada te faltará, tenlo por seguro- Dijo con sinceridad y me abrazó.

-¿Puedo confiar plenamente en ello?- Susurré estando aun entre sus brazos. Sabiendo de ante mano que de verdad podía confiar en él; lo único que quería era escuchar su voz diciéndolo.

-Te lo prometo, Taylor Samuelsen- No había más duda en mí.

-Entonces... Llévame contigo, Derek- Puse mi mano en una de sus mejillas y lo miré, para luego besarnos finalmente. Pero esta vez más relajados y confiados en lo que hacíamos, como una confirmación de lo que había propuesto con anterioridad. Quería ir con él, sabía que iba a pasar nada malo desde que estuviera a su lado, y era cierto, ya era una adulta, no necesitaba de la aprobación de mis padres.

De repente empezó a llover fortísimo mientras nos encontrábamos en el momento más excitante del beso. Su cuerpo se estremeció cuando escuchó un relámpago separándose de mi; estaba asustado.

-¡Tranquilo, tranquilo Derek!- Le Susurré cuando sentí que su cuerpo se tensaba, y la lluvia caía más y más fuerte.

-¡Vámonos de aquí!- Exclamó.

-¡¿A dónde si debo ir a mi casa?!

-Olvídate por hoy de tu casa y ven conmigo- Me jaló del brazo y empezó a correr en la dirección contraria a la que venía siguiéndome.

-¡¿A dónde vamos?!- Grité mientras lo seguía, el sonido de la lluvia era escandaloso por la abundancia en la que caía.

Sé que me escuchó pero no me respondió, corrimos casi dos cuadras hasta que pude divisar su precioso Mercedes.

-Sube al copiloto, sube al copiloto- Exclamó mientras subía al asiento del piloto y encendía el auto. Estábamos empapados, pero mi espíritu de aventura se había despertado; ese que te hace sentir que estás en problemas pero que sabes que sí o sí debes hacerlo porque es una oportunidad que sólo se te concederá una vez en la vida.

Derek encendió el auto y al subir yo inmediatamente arrancó como si estuviéramos en una carrera de autos.

-Wow, ¿Por qué tan rápido?- Pregunté exaltada.

-No quiero que me coja otro rayo- Respondió serio concentrado en la carretera.

-¿Y a dónde se supone que vamos?

-Ya verás- Cada vez parecía acelerar más y me limite a no hacer más preguntas por el esto del camino.

Al fin, después de casi media hora de avanzar a una velocidad precipitada empezó a desacelerar en lo que parecía un barrio muy hermoso, con casas enormes.

-Espera, espera. Yo conozco este lugar- Exclamé, se me hacía muy familiar como si hubiera estado allí antes.

-Claro que lo conoces- Respondió, e hizo una breve pausa. -Ambos estuvimos antes aquí- Agregó mirándome con la misma mirada relajada y esa suave sonrisa.

-¿Cuándo y cómo?... Realmente no lo recuerdo, esto parece un dejavú.

No dijo nada, y simplemente aparcó frente a una gran casa, hermosa. Pese a la lluvia que obstruía la lúcida vista a través del vidrio de la ventana, igual pude reconocerla; era la casa de la cual me había enamorado cuando le estaba ayudando, la que parecía un pequeño Castillo moderno, que tenía piscina dentro y árboles en su ante jardín.

-¡Ah!- Exclamé cuando recordé entonces este lugar.

-¿Ya recordaste?- Preguntó sonriendo.

-Así es- Había escogido la casa de la que yo me había enamorado. -¿Por qué escogiste esta?

-Porque... tú la amaste desde el primer momento en que la viste, lo hice pensando en ti. Y yo también la amé, e imaginé cómo sería si la compartiéramos.

Estando en Berlín - (Manuel Neuer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora