CAPÍTULO 52

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-Mi abuelita está demasiado mal- respondí llorando y él no mostró ningún signo de condolencia.

-Qué mal- espetó seco.

-Derek, escuchame.

-No tengo nada qué escuchar Taylor. Ya me quedó claro todo.

-Correcto, no me escuches- Me di vuelta con mucho dolor y tomé el elevador.

Me empecé a tensionar mucho por todo lo que acababa de ocurrir y me empezaron a doler las articulaciones y los huesos de las piernas, tanto que al momento de pararme para ir de mi cama al baño no podía porque el dolor se había intensificado de una manera inexplicable. Aparte se me vino la sangre por la nariz y sólo pude trancarla con mi blusa ya que ni siquiera podía ir por papel. Me sentía muy mal. Si seguía así no iba a poder asistir al siguiente día al partido a ver a Derek. Aunque fuera verlo. Estaba muy enojado conmigo por algo que había sido una maldita trampa y le iba a dar el lujo de dejar de asistir al partido del día siguiente. Sé que no le haría falta. Recordé que esta sería la segunda vez en que Derek me culpaba por algo que no era mi culpa y se dejaba influenciar por terceros.

En la mañana escuché cómo tocaban la puerta. Con el máximo esfuerzo de mi cuerpo me pude levantar a abrir para descubrir que se trataba de Dinah. La hice pasar y ella se sentó sobre mi cama y yo volví a recostarme. Me dijo que me estaba cogiendo la tarde para arreglarme pero le expliqué lo que sucedía; en sí lo mal que me estaba sintiendo y espetó que lo más prudente era que tomara reposo. Además le conté lo que había pasado en la noche y ahora ella también odiaba a Lizz Klose y a Trapp.

-Te veré en la noche, chica. Aquí está el teléfono. Come algo por favor y Llámame si te llega a pasar algo.

-Me llamas apenas termine el partido. Me dices el marcador.

-Claro que sí, no lo dudes.

-Y me cuentas como le fue a Derek.

-¿Derek? Derek, tu Derek es un idiota. Cómo es que le va a creer más a su contrincante que le quiere quitar el puesto titular y a la Ex que le partió el corazón cuando tenía diecinueve más que a su novia, que lo ama incondicionalmente.

-¿Qué? ¿Su ex? ¿Por qué nunca me dijo eso?

-Ah y ahora resulta que nunca te lo dijo. Genial-, comentó irónica.

-Incluso cuando dijo que se había acostado con medio Berlín. No fue capaz de decirme que tenía una historia con ella. ¿Qué fue lo que le hizo?

-Ella tenía una apuesta con unas amigas. Debía acostarse con todo el equipo titular de Alemania sub 20 y Derek fue el más difícil de seducir de todos. Entonces le tocó enamorarlo. Y después de la primera noche... Bye Bye Derek, Hola quince mil dólares.

-Entonces fue con ella con quien perdió la virginidad- indagué. -Había dicho que había perdido la virginidad con la hermana menor de uno de los jugadores titulares de la selección sub 20, por supuesto que es ella misma.

-Bueno, eso es nuevo. Pero no sé hasta cuándo Derek estuvo enamorado de esa estúpida. Quizá hasta cuando conoció a Emma.

Yo asentí.

-Bueno, te dejo.

-Que goces ese partido, Dinah- animé.

Me lo pasé fatal pensando en Derek y también en que estaba indignada con él. Sin embargo le deseaba lo mejor porque este era su trabajo y era lo que amaba. Por otro lado era irreversible su actitud hacia mí así que tomaría por mi propia cuenta la determinación de irme para Alemania pronto. Seguramente él no cambiaría de opinión.

Cuando sabía que ya se había acabado el partido me llamó Dinah. Se escuchaba una congestión increíble al otro lado de la línea por el ruido de la hinchada.

-¿Hola, Taylor?- gritó.

-Hola...

-¡Lo siento no te escucho, iré a un lugar más descongestionado, no te muevas!

Escuché cómo se abrió paso entre la gente.

-Listo.

-¿Cómo le fue al equipo Dinah?

-Bueno, no tengo muy buenas noticias.

-¿Perdimos?- Me asusté de sobremanera.

-No exactamente. Lo cierto es que el equipo en sí tuvo un buen desempeño. Pero Ghana estuvo luchando muy fuertemente. El primero lo anotamos nosotros y fue Götze pero esos africanos son como máquinas y Derek estaba raro y desubicado; parecía estar sufriendo o algo así, me dio un poco de risa. Por cierto antes del partido me preguntó por ti y le dije que habías amanecido muy enferma y te sentías muy mal y me gruñó. Pensó que no era verdad.

-Oh, no tiene derecho a preguntar por mí, créeme.

Estando en Berlín - (Manuel Neuer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora