CAPÍTULO 62

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*-¿Tú crees que no te extrañé y no te necesité mientras estabas con otra frente a mis propios ojos creyendo sus mentiras?*- recordé y las ancias de perdonarle se me pasaron. Imaginé a Derek acostándose con Lizz Klose, acariciándole hasta el último centímetro de su cuerpo el cuál había pasado por demasiadas manos ya; estaba contaminado por su putrefacta esencia, indigno de mí.

*-Taylor, no te estoy pidiendo que regreses conmigo. Te estoy pidiendo que regreses a Brasil porque me siento más aliviado teniéndote cerca, frente mío. Sabiendo que estás segura. Eso me brinda paz y me da fuerzas y ánimos para al menos terminar toda esta locura. Sea que ganemos o no. Además sé que el clima de Alemania te hace daño, Dinah me contó cómo te sentías. Brasil Te sienta mejor y tienes amigas y todo eso Taylor... regresa*-. Lo que había empezado como una petición había terminado como una súplica.

*-Uuff... Derek, no sé qué... intentaré que mi rencor no interseda más. Sí sólo me pides eso estaría bien. Pero... No sé. No quiero ver a esa mujer allá.*- No podía creer que estaba empezando a sucumbir ante sus plegarias. ¿En qué pensaba?

-Descuida, ya me encargué de que se deshicieran de ella- aclaró con venganza. ¿Lizz Klose ya no sé encontraba allá?

-Aún así, no sabría qué hacer.

Ni yo misma me estaba entendiendo. Había resultado repentinamente igual de bipolar a él.

*-Hagamos un trato Taylor*- dijo con un ánimo notable, con esperanza en que iba a aceptar.

*-¿Qué?*- pregunté no estando muy segura de la respuesta.

*-Sé que no querrás venir para los cuartos de final, pero quiero que te pegues a tu pantalla más próxima y observes ese partido. Porque si ellos llegan a ganar no habrá más remedio de que te quedes en Alemania porque de todas formas nos encontraríamos eliminados. Pero...*-, ay no. Aquí venía él con su pero. *-Si nosotros llegamos a ganar quiero que te devuelvas para Brasil*-. Mis ojos se abrieron como platos.

*-De acuerdo*- respondí para retarlo. Sentí como si estuviera jugando con fuego pero lo había dicho sin pensar. No sabía qué hacer, no quería que Alemania ganara por primera vez pero no me atreví a decirle que ya no quería apostar de esa forma. Era una idiota, como si él me controlase o me obligara.

No escuché nada pero pude sentir cómo sonreía al otro lado de la línea. *-Bien, ve alistando tus documentos y teléfono porque es lo único que vas a traer nuevamente, recuerda que aquí están todas tus cosas*.

*-Callate, Derek. Todavía no ha llegado el día del partido.*

*-Bien, pero ya verás*- dijo y su alta seguridad sobre lo que decía me hizo temblar. Colgó.

¡¿Qué acababa de hacer?! ¡¡Aaaahhhh!!

El teléfono sonó una vez más a los pocos segundos de que Derek colgara, era nuevamente el número de Dinah pero supuse que era él.

*-¿Qué?*

*-Te amo*- volvió a colgar.

¿De verdad le había dicho que sí a su patética apuesta? ¿De verdad me había dicho que me amaba? ¿Había de creerle?

Aunque sí que era cierto que intentaría apartar mi rencor de todo esto no podía evitar relacionarlo con el daño que me había hecho. Supuse que tendría que aprender a perdonarlo así fuera que no volviera con él y más aún que iba a reunirme una vez más a su lado para el final de la competición, claro está... sólo si Alemania ganaba los cuartos de final.

No tienes dignidad. Pasé esos días meditando y esperando que Francia fuera con todo, pero un día antes de dicho partido llegó algo a mi casa que me dejó de una sola pieza, muy intrigada y dudosa de la supuesta transparencia que los juegos de la FIFA proclamaban tener, o como si Derek pudiera saber lo que iba a pasar el día de mañana en el campo de juego.

-Señorita Taylor-. Exclamó al verme sorprendida y yo adopté de inmediato su expresión al verla. -No sabía que vivía aquí.

-¿Qué? ¿Por qué, qué es lo que pasa? ¿Quién la envió Señora Mila?

Estando en Berlín - (Manuel Neuer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora