CAPÍTULO 75

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-Okay, sir. Forgive me. I was confused and I lost the papers you signed but I already found em-. Respondió el empleado ante las quejas de aquel hombre con un fuerte acento Inglés, el acento más marcado que había escuchado en las últimas doce horas. De hecho... lo había escuchado esta mañana.

-¡Harry!- Exclamé al ver al pelirrojo que había sido mi acompañante de vuelo desde Alemania hasta acá. Se había hospedado en aquel hotel casero.

Escuchó el llamado a su nombre y apoyando su brazo derecho sobre el despacho se giró sobre los talones y miró en mi dirección.

-Señorita...- con su mirada inspeccionó cada gesto de mi rostro. -Yo le conozco...- Entrecerró los ojos intentando recordar quién era. -Le he visto en las últimas veinticuatro horas,  en algún lado. -Desvió la mirada unos segundos y se exaltó abriendo los ojos y alzando las cejas. -¡Usted es Taylor Samuelsen! Mi compañera de vuelo. ¡Qué grata sorpresa volver a verla hoy mismo, que gran casualidad!- Se acercó a mí para saludarme a la manera inglesa.

-También me alegra encontrarte-. Sonreí al fin.

-¿También se va a hospedar usted aquí?- preguntó amable. -Oh, está empapada, déjeme le presto mi toalla.

-Gracias, Harry-. Tomé la toalla que acababa de sacar de su maleta que aún estaba en el lobby. -No, realmente no me voy a hospedar aquí, no he tenido un muy buen día siendo sincera-. Admití secando mi cabello.

-¿Entonces cómo llegó aquí? Esto está bastante alejado del centro de la ciudad y de la zona rosa-, cuestionó abrumado y yo hice una mueca de que había tenido mala suerte.

-Me perdí-. Sacudí un poco los brazos. -No sé cómo pasó pero me perdí desde temprano. No pude dar ni con el nombre de mi hotel, tampoco encuentro mi teléfono y no había nadie que hablar ni Inglés ni alemán, y encontré este hotel cusauañmente. -Musité desesperada y el me miró con algo de lástima.

-Oh señorita pobre de usted. La puedo ayudar, por supuesto. Pero creería que debe esperar a que cese la lluvia-. 

-Solamente con mencionar su ayuda estoy complacida-. Imité su forma de hablar tan formal. Tirité de frío pero con un semblante más tranquilo esta vez, gracias al cielo lo había encontrado a él, y aún más: Estaba dispuesto a ayudarme.

No sé qué había hecho para que Harry me tratara con tanta amabilidad y diligencia, tal vez simplemente le daba lástima que hubiera pasado un mal día.

-Pruebe colocarse este suéter. Alcanza a cubrir casi hasta sus rodillas. Solo será hasta que podamos ir a comprar algo de ropa cómoda en el almacén más cercano, ¿le parece?

-Claro, muchas gracias Harry-. De inmediato me trajo una taza de chocolate caliente con dos amasijos típicos de la región y se sentó a disfrutar del mismo plato junto conmigo. Me miró y sonrió muy amablemente.

-¿Lista para el partido?-. Preguntó y tomó un sorbo de chocolate.

-¡Por supuesto!-, exclamé imitando su carisma. -¿Por cuál vas?

-Se supone que debería decir Alemania porque soy europeo-. Rio.

-Claro que no, es como si yo dijera que debería ir por Brasil porque soy americana-.

-Da igual, usted puede ir por quien quiera desde que no sea su propio país-, agregó arqueando las cejas.

-Bueno, recuerda que hace unos días Alemania jugó contra Estados Unidos y desde luego apoyé a Alemania.

-Ustedes los americanos no van muy a favor del Soccer. Es extraño de hecho encontrar a un americano que hable de Soccer y que le guste. ¿Cómo es que a usted le gusta tanto, por cierto?

-Estando en Alemania lo aprendí a conocer. Me gustó mucho, y aquí estoy. Mis compañeros de la carrera me enseñaron muchas cosas-. Pensé que estaría bien omitir a Derek de esto; no quería que supiera que era cercana a ese mundo.

-¡Qué interesante! ¿Cuál es su carrera, señorita Taylor?-. Cruzó una pierna sobre la otra. Tenía puesta una camisa blanca con el cuello abierto y con los puños de esta recogidos.

-Arquitectura.

-¿De verdad?- Abrió los ojos. -Yo soy ingeniero civil.

Estando en Berlín - (Manuel Neuer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora