CAPÍTULO 123

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-Entonces dice que serán al rededor de doscientos dólares por publicación, variando de la marca, si la cantidad de mis seguidores es entre diez mil y cien mil.

-Así es, por eso las condiciones pueden variar bastante. ¿Cree que puede alcanzar a ganar esa cantidad por publicar aunque sea tres veces al mes con al menos una sola marca, señorita Samuelsen?

-Entiendo. Bueno... creo que tengo un poco más de cien mil seguidores, no estoy muy segura.

-¿En serio?- Sus ojos brillaron. -Deme su nombre de cuenta.

-Tay is Tay, separadas entre sí por guiones bajos-. El tomó su teléfono, digitó y abrió los ojos aún más.

-¡Señorita Samuelsen, usted tiene casi dos millones de seguidores y su cuenta está verificada!- Reí por lo bajo y como le había dicho con anterioridad a Derek, el momento oportuno de decirle lo hallaría; no había porqué acelerar el curso de las cosas.

Yo asentí suavemente. -¿Es usted a caso una figura pública, social, política o algo así?- Procuró una pronta respuesta con su mirada azul y grande.

-No-, aclaré mi garganta mientras pasaba con un sorbo de vino tinto.

-Entonces creo que merezco una explicación- Insistió burlonamente abriendo los brazos y volviéndolos a apoyar sobre el borde de la mesa.

-Simplemente mi cuenta se verificó porque mi esposo... ay no; mi... prometido es bastante popular y su cuenta también está verificada-. Sonreí inocentemente.

-¡Está comprometida! Eso es una maravillosa noticia- Respondió. -Y su casi esposo es...- Preguntó tomando un sorbo del delicioso vino y yo suspiré.

-Mi casi esposo se llama Derek Hoffman, quizá lo conoz...

No terminé de decir cuando escuché al hombre haciendo horcajadas y cuando me volví a mirarlo el vino le escurría por las fosas nasales de una forma en la que me causó pena agena, y puse cara de sorpresa.

-¿Se encuentra bien señor Schwartz?- Pregunté colocándome de pie e intentando limpiar un poco el vino que se había regado sobre la mesa. Miré al rededor y la vergonzosa escena había captado la atención de todos allí.

-¡Qué pena señorita Samuelsen!- Dijo limpiándose la cara con una servilleta de tela que había dejado en sus piernas.

-Permítale, le ayudaré-. Me sugirió uno de los meseros.

-¡Zedd!- Exclamé asombrada cuando detallé su rostro.

-Oh wow, Taylor- Habló con sorpresa, y mi acompañante se puso de pie.

-Ya regreso, señorita. Iré al baño.

-De acuerdo, señor Schwartz-. Caminó a través del cuarto hasta que volví a enfocar nuevamente mis ojos en Zedd.

-Estás bastante diferente-. Admití. Se veía mucho más maduro ahora; su cabello castaño claro llegaba más abajo de las orejas y lucía una barba bastante tupida.

-Lo sé, no puedo creer que me hayas reconocido-. Mostró su simpática sonrisa y me abrazó. No podía creer que no me tuviera rencor o recelo por la forma un tanto injusta en que lo había botado, y me sentí avergonzada. -Pero tú estás mucho más hermosa. Tu viaje a Brasil te sentó muy bien. -Palidecí. Entonces él sí se había enterado de todo.

-¿Cómo sabes eso?- Fingí sorpresa y el sonrió casi queriendo decir que sabía cada detalle.

-Eres una persona demasiado popular ahora, Tay. Y al parecer más de lo que crees. Tu rostro pasó múltiples veces por televisión durante la copa del mundo, incluyendo la transmisión en vivo de la propuesta de matrimonio que te hizo Derek Hoffman en plena cancha. Sin contar las veces que sales en las redes sociales así sea con o sin él. Y de hecho fui lo suficientemente inteligente para darme cuenta de que terminaste conmigo para irte cone él, pero eso no tiene mucho interés ahora; solo espero que todo esté marchando bien en tu vida y que tengas un futuro hogar maravilloso. Me podrías incluso invitar a la boda, y te presentaría a mi pareja.

Estando en Berlín - (Manuel Neuer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora