Estando en Berlín - (Manuel Neuer)

CAPÍTULO 98

Nos besamos por un lapso de tiempo que pareció eterno y que no quería que se acabara. Finalmente nos despedimos y se fue de mi lado. Reconciliarme con él por completo me iba a dar fuerzas para afrontar lo que supuse que vendría; por su puesto Lauren era la más afectada y sentía lástima por ella, ya que quizá no iba a poder terminar la escuela de la forma en la que quería y terminar de vivir su juventud como cualquier adolescente promedio; ahora tendría que cargar con una responsabilidad que ni siquiera yo como adulta pensaría en afrontar aún. Al misma tiempo, hablando de Derek, sabía que el reconciliarnos le iba a servir a él para tener la mente libre de preocupaciones externas a las de su trabajo al momento del partido.

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-Lauren-, saludé parándome en el umbral de la puerta, que estaba abierta.

-Hola Taylor-. Entré al cuarto esta vez.

-¿Qué le dijiste a Thomas anoche?- Pregunté sentándome frente a ella.

-Simplemente le dije que estaba sufriendo un episodio de ansiedad, que todo iba a estar bien hoy.

-¿Cómo se te ocurrió tomarte esas pruebas? ¿También lo hiciste cuando te acostaste con tu novio en Alemania?- Pregunté con incomodidad.

-Sí, siempre lo hago después de estar con cualquiera aún así usando protección. Solo que esta vez se me fueron las luces y... caí en cuenta muy tarde de que no había usado esta vez. Compre la primera y al ver el resultado pensé que era mentira, y así pasó con todas hasta la quinta. No hay dudas ahora, Taylor. Seguro soy una decepción para ti en este momento; yo... que siempre pensé ser más astuta que tú.

Suspiré. -Es algo que vamos a afrontar juntas; también me estoy sintiendo responsable porque tú eres menor de edad y estabas bajo mi cuidado. Y los problemas que me van a caer encima cuando lleguemos a casa no tienen nombre.

-Taylor...- puso cara de niña mimada.

-¿Sí?- Pregunté frunciendo el entrecejo porque estaba pensando en todo esto.

-Y si...

-¿Qué?

-¿Y si aborto y no le digo a nadie? Ni siquiera a Thomas...

-¡No! Estás loca. Ni en mil años permitiría eso.

-¡¿Por qué no?! Piénsalo, nadie se entera, tú lo pagas con el dinero que te dio Derek que no va a ser nada comparado a la gran cantidad que tienes. Yo sigo mi vida normal, nuestros padres no sospecharán, tú no tendrás problemas legales y todo eso, no va a ser un dolor de cabeza para Thomas y todos felices.

-Lauren, esa es la manera más cobarde de enfrentar y enmendar tus errores. Ya te dije que no.

-¡Demonios!- Gritó y se quedó unos segundos en silencio. Acto seguido tomó lo primero que estaba a su alcance, que era su teléfono, y lo estrelló contra la pared con toda la ira recargada que tenía. La pantalla de este quedó completamente rota.

-Por favor deja de actuar tan extraña en frente de todos.

-Quisiera que Thomas pateara una pelota y que esta me cayera justo en el vientre.

-Deja de decir estupideces y empieza arreglarte. Los chicos necesitan de todo nuestro apoyo y buena energía así que... ¿sabes qué? Olvidemos esto al menos solo por lo que dure el partido.

-Claro, cómo es tan sencillo olvidar de un momento a otro que serás madre adolescente, ¿cierto?

-Haz el esfuerzo, por favor. Además el hombre que va a jugar es el padre de tu hijo-. Tragué amargo al mencionar eso y ella puso una cara de infinito aterro.

-El hombre que va a jugar fue el que te fue infiel con una zorra.

-¡Lauren, ya basta!- Grité impaciente.

-Perdón, pensé que estábamos hablando de tragedias-. Rodé los ojos y nos dirigimos a mi cuarto.

-¡No sé en cuánto tiempo no sentía tanta emoción!-. Exclamó Dinah con mucha ilusión y emoción. Yo fingí sentir lo mismo, como si en mi mente no hubiera otro problema más que la victoria o derrota de nuestra selección, como se supone que debería ser.

-Te tengo una muy buena noticia...- Inquirí imitando su entonación tan vívida.

-¿Qué?- Cuestionó con entusiasmo.

-Derek y yo estamos bien de nuevo-. Ella brincó y gritó de la emoción. -Me sirvieron mucho tus palabras, gracias por estar tan presta ayudarnos.