Estando en Berlín - (Manuel Neuer)

CAPÍTULO 76

Hablamos por bastante tiempo sobre fútbol, su carrera y la mía, me habló de algunas ex novias y de cómo era tan desafortunado en el amor; había llegado a Alemania para trabajar en un proyecto del trabajo que finalmente habían terminado aplazando y que había aprovechado para viajar a Brasil; tenía un espíritu aventurero muy grande y era un romántico empedernido amante a Shakespeare y otros importantes autores ingleses. Escucharlo hablar era hermoso, su acento y entonación se hacían tan amenos que podría quedarme por horas oyéndolo, además de que era alguien claramente interesante.

-Ya dejó de llover-. Mencioné mirando a mi derredor.

-Así es, no esperaba que lloviera en una ciudad como estas pero a veces lo inesperado puede ser lo más interesante.

-Claro, yo no esperaba perderme, por ejemplo-. Reí.

-Mire el lado bueno, tampoco esperaba encontrarse conmigo y aquí está-. Rio carismático.

-Créeme. Conocerte fue lo mejor del día-. Sonreí.

-Gracias, señorita samuelsen digo lo mismo-. Se levantó de su asiento y me extendió su mano. -Vamos señorita.

-¿A dónde?- Cuestioné extrañada.

-Supongo que no querrá quedarse en esos andrajos, usted es una jovencita con clase.

-De acuerdo- sonreí resignándome.

Subimos al auto que él había rentado y partimos. No nos demoramos prácticamente nada, aunque aun no habían indicios de que estuviéramos cerca de la playa para al menos intentar ubicar el hotel donde se hospedaba la selección.

-¿Qué te parece este?- Le pregunté a Harry quien estaba esperando a que yo me decidiera qué llevar. Me estaba midiendo un hermoso vestido blanco que llegaba hasta las rodillas y tenía las mangas cortar con un vuelo ondulado.

-¡Se ve preciosa!- Me miró de pies a cabeza.

-Gracias-. Me miré en el espejo. La tela era delicada y perfecta para el clima y opté por llevarlo finalmente. Le insistí que quería pagarlo pero él se rehusó pagando primero antes de que yo llegara a la caja registradora.

-No debiste molestarte, Harry. Tenía suficiente para pagar.

-Lo sé, pero pensé que sería una gran idea el hacerla sentir bien después de un día catastrófico-. Guiñó su ojo mientras nos encontrábamos de vuelta al hotel casero.

-Y...- Suspiré mirando por la ventana del auto.

-Ya es bastante tarde, le propongo que se quedé aquí esta noche y en la mañana la ayudaré a buscar su hotel y a sus amigos.

-Sí, también pienso eso. Pero ellos deben estar preocupados.

-Deme sus números y los llamaremos entonces-. Hice una mueca de malas noticias.

-No me los sé-. Admití estrellándome una mano contra la cara. -De inmediato recordé que solo me sabía el número de Lauren.

Intentamos llamar cuando estábamos ya en el hotel. No funcionaba. El número de Lauren no funcionaba en este país. Demonios.

-Confíe en mí. Todo estará bien.

Pensé por algunos minutos y al fin tomé una decisión. De todas formas no tenía muchas opciones.

-Está bien, me quedaré. Pero a las seis quiero intentar ponerme en contacto con ellos.

-Así será.

Al menos sabía que Lauren estaba en buenas manos: Derek y Dinah cuidarían bien de ella mientras nos volvíamos a reencontrar. Me coloqué una pijama que había comprado Harry también y encima su suéter puesto que decía que depronto esta noche haría algo de frío. Jamás como las bajas temperaturas alemanas. Me preguntaba si ya me estarían buscando, me pregunto si alguno había encontrado mi teléfono o si no entonces dónde estaba. Recordaba haberlo tomado cuando subí al cuarto, entonces lo único que habría podido pasar era que lo hubiera dejado caer al momento en que los paparazzis me hubieran abordado.

Miré el reloj de pared después de estar navegando y pasando los canales en la tele y ya eran las once. Harry de verdad me había salvado de haber pasado seguramente por algo peor y no tenía cómo agradecerle. Me escabullí entre las mantas y en poco caí en un sueño profundo.

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