CAPÍTULO 139

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Llegamos al taller satélite de la casa de modas de Dinah, el cuál jamás había visitado. Era enorme y bello. Se respiraba alta costura por todos lados. Su oficina, que estaba ubicada en el último de los cinco pisos del edificio, tenía fotos de todo tipo, referentes a lo que podía ser el significado del arte de la costura, en su máxima expresión; pero la que más me llamó la atención era la que estaba al fondo. No era muy grande, pero tampoco tan pequeña como para pasar desapercibida: Dinah felizmente abrazada a un muy apuesto hombre que parecía corresponder con reciprocidad el amor que ella tenía por él. Ella estaba con un hermoso vestido blanco, y en la cabeza un velo, ya corrido hacia atrás, mientras que él, con un vestido muy elegante y fino que indicaba en un extremo del bolsillo del saco, una letra M en cursiva, muy modesta. Era Daniel Mullingar, sin duda. Me trajo una hermosa sensación durante los minutos en los que la estuve detallando; ers un hombre tan perfecto que no merecía vivir en un mundo tan sucio y corrompido como este; igual con mi vida: era tan perfecta que no podía seguir siento de esa forma para siempre.

-Bien, querida Taylor-, empezó a decir, mientras se acomodaba en su lado del escritorio y yo me sentaba del lado contrario. La última vez que había estado en ese mismo contexto, había salido realmente mal. Me daba terror, así que decidí permanecer de pie. -aquí hay muchos diseños que tenemos en mente, sin embargo tú nos puedes pedir las modificaciones que creas pertinentes a fin de... Crear tu vestido soñado-. Sonrío con amplitud al terminar la oración, después de ojear un cuaderno lleno de bocetos, el cuál tenía en su carátula, un dibujo de un vestido de novias, y la misma M cursiva que ya había visto.

-¿De verdad lo podría modificar? Eso es asombroso- me acerqué a ella, mientras pasaba las páginas, para que yo inspeccionara y le diera una pronta respuesta.

-Tienes dos horas, pequeña Tay. De todas formas aquí hay miles de ideas que te pueden interesar-. Sacó unos cinco libros, y me los entregó. -En... El salón de sistemas están los ordenadores, por si quieres visitar nuestras redes sociales y nuestra página web, aunque también lo puedes hacer desde tu teléfono. Ah... Y otra cosa. No es necesario que te quedes en mi oficina, este edificio es muy amplio; hay incluso cafetería y una pequeña zona verde. Sé que les podrás sacar bastante provecho.

-Esto es impresionante, Dinah. Qué haría sin ti-. Caminé hacia ella y la abracé ampliamente. Ella me abrazó a de igual forma.

Hecho esto, tomé todas las que me había brindado, y salí de allí. Caminé y caminé por todo el lugar. No era tan simple y aburrido como muchos edificios. Tenía cosas muy hermosas y salas de todo tipo, pero claramente todo giraba en torno al gran negocio. Después de divagar, me decidí a ir a la zona verde, en la cual había flores, y asientos como en los parques. No habían muchas personas, así que me sentí tranquila por unos instantes, pero no duró mucho, puesto que las imágenes de lo sucedido inundaban mi cabeza. Mi mente estaba destrozada, mi cuerpo se sentía así también.

Empecé a revisar página por página, todo estaba tan hermoso, las mujeres en las fotos eran tan bellas, y de algún modo yo había terminado en el mismo lugar que ellas. Me preguntaba si habían corrido con la misma suerte, y rezaba por que no fuera así; lo que ninguna de nosotras podía negar, era el hecho de que esta industria nos arruinaba de una forma u otra. Empecé a llorar entre más avanzaba las páginas, realmente no me importaba que las personas que pasaban, me vieran así, puesto que no tendría que darles explicaciones de nada: Eran extraños. Sin embargo, todo aquel que me veía, permanecía en el mismo humor frío con el que mantenía, antes de cruzarse conmigo.

Después de haber mirado y meditado por tanto tiempo, supe qué era lo que quería, y como quería que Derek me recordara para siempre. Quería al menos verme a su altura; alguien que lo mereciera. Busqué perfeccionar cada pequeño detalle aunque fuera tan ínfimo solo para sentirme bien conmigo misma, que en mi mente el resultado era simplemente majestuoso. Aproveché para escoger algo correspondiente al peinado y ya estaría más que listo. Faltaba poco menos de media hora.

Estando en Berlín - (Manuel Neuer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora