CAPÍTULO 74

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Busqué escabullirme en algún rincón en donde diera la sombra ya que el sol estaba más ardiente que nunca y mi piel se empezaría a quemar si no lo hacía poco. El lugar en donde me encontraba no era en absoluto comercial y dudo mucho que fuera frecuentado por turistas.

Me había instalado allí sentandome en una de las aceras; ya había detallado minuciosamente cada cosa allí: Cada rostro, cada casa y sus llamativos colores a pesar de que no parecían de muchos recursos económicos. Pasado cierto tiempo cuando el sol había bajado un poco más una familia sacó el equipo de sonido en el cual colocaron música que nunca había escuchado, pero la sonoridad se sentía agradable y alegre, lo que terminé de confirmar cuando algunas chicas en diminuta ropa comenzaron a bailar a mitad de la calle al parecer practicando una coreografía. Podría decir que jamás había visto tanta alegría entre un grupo de personas; me entretuve mucho mirando cómo movían sus caderas tan candenciosamente y no me imaginaba a mí intentando moverme así; definitivamente jamás podría hacerlo.

Al cabo de cierto tiempo ellas terminaron, al parecer muy contentas de que hubieran podido perfeccionar cada detalle de su exótica danza. Me percaté de que había un reloj en el interior de uno de los locales e el que se marcaban las tres de la tarde. ¿Realmente había pasado tanto tiempo?

Mi estómago ya empezaba a crujir y lo único que jugaba a mi favor era la cantidad de dinero que había llevado conmigo, que había intercambiado de euros a dólares y seguramente servirían en cualquier lugar; ese dinero era la única forma en la que me podía entender con los vendedores y no importaba que me dieran mal el cambio o se quedaran con él con tal de que me dieran comida: Recordaba a Derek diciéndome que debía comer y le hice caso aunque en realidad no estuviera ahí; seguramente aún no caían en cuenta de mi ausencia y yo ya me estaba empezando a desesperar. Los de aquel local me habían permitido entrar para ingerir lo que había de ingerir y era mejor que nada aunque no supiera tan bien.

-¿Qué?-. Pregunte en Inglés cuando la dueña del local que estaba dando algún tipo de instrucción quizá para ayudarme. Volvió a repetir los gestos solo para darme cuenta que quería que saliera de allí porque ya iba a cerrar el negocio. Demonios. Miré el reloj de pared y ya eran un poco más de las cinco. Me habría de armar de valor para intentar buscar una salida de allí. Le hice una medio reverencia con la cabeza para darle las gracias de alguna forma y esta hizo una mueca de aceptación y cerró las puertas a sus espaldas. Alguien medianamente decente, pensé.

Cuando ya me encontraba afuera miré para todos lados confundida y las personas del derredor me devolvieron la misma mirada. Sabía únicamente que había llegado derecho por las últimas dos cuadras así que emprendí mi marcha. El sol ya no era tan picante pero el calor sí se podía describir como infernal. Empecé a tomar las direcciones que menos mala cara tenían y en poco empezó a oscurecerse sin saber a dónde me dirigía ni a dónde iría a dar.

No sabía qué hora era ya pero a juzgar por la apariencia del cielo ya era de noche y los pies me dolían como nunca antes. Había caminado demasiado al parecer. Empezó a llover como si se tratara de alguna ironía del destino pero la verdad era que la compañía del sonido de la lluvia me arrullaba y me quitaba todo el estrés del extenuante día.

Llegué a un punto en el que una esquina muy iluminada me llamaba mucho la atención precisamente por su acogedora luminosidad en tonos cálidos. Al acercarme más entendí que se trataba de algún hotel casero o algo así y al voltear la esquina encontré que aquella cuadra en particular tenía mejor apariencia que cualquier otra que ya hubiera visto.

-Hey, how can you say that? I paid for my room before I entered the hotel! I can even show you the check. Look, it is kinda expensive by the way.

¡Esa voz era muy... muy... familiar!

Estando en Berlín - (Manuel Neuer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora