◇ƒαмιℓια σѕσяισ вση∂σηι◇

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Al día siguiente Emilio se despierta muy temprano. Va hacia la habitación de Joaquín y entra sin tocar la puerta.

Al entrar se encuentra con un castaño completamente dormido. Una idea se cruza por su cabeza, sonríe con malicia por lo que va a hacer.

Se posiciona a un lado de la cama, exactamente parado a un lado de Joaquín. Flexiona un poco sus rodillas para después tomar impulso y saltar arrojándose sobre el cuerpo de Joaquín.

El castaño despierta expulsando aire por la boca y llevando instantáneamente sus manos a su estomago debido al impacto.

—Buenos días, Joaco bonito— saluda efusivamente Emilio —¿cómo amaneció el esposo falso más hermoso de todos?.

—Sí sigues despertandome así amaneceré en el hospital en cualquier momento— habla tratando de obtener oxígeno.

—Perfecto— ignora lo antes dicho por el castaño sentándose a su lado —ahora hay que ir a despertar a los niños para comenzar con el plan.

El castaño no dice nada, simplemente se le queda mirando de mala manera y no espera nada para empujar al rizado haciendo que este caiga al piso.

—¡Hey!, que esposo tan agresivo tengo— menciona el rizado levantándose para volver a sentarse a un lado del castaño.

—¿Para que quieres despertar a los niños?— pregunta ignorando lo dicho por el rizado.

—Quiero llevarlos al zoológico para poder entrar en confianza con ellos y que podamos armar un buen plan para cuando vallamos con mi abuelo— explica Emilio con una sonrisa.

—¿No crees que es muy temprano?— cuestiona no muy convencido —lo digo porque... ¿Como decirlo?... es... su primera vez durmiendo tranquilos. No están en el frío de la noche y corriendo peligro.

—Bueno— baja la mirada apenado —podemos esperar e ir más al rato. Yo pienso que sería buena idea llevarlos al zoológico. Me imagino que nunca los habrán llevado. ¿Qué tal si quieren conocer a los animales?.

El castaño analiza a profundidad las palabras dichas por Emilio. Tiene razón al decir que los niños probablemente nunca han ido al zoológico y sería buena idea llevarlos. Serviría como distracción para ellos y armarían un buen plan.

—De acuerdo— contesta el castaño luego de unos segundos —pero espera un poco más. Deja que duerman.

—¿Y si... les preparamos algo rico para desayunar?— propone entusiasmado Emilio.

—Esa idea me gusta— secunda Joaquín sonriendo —vamos.

Ambos se levantan y van hacia la cocina a preparar un desayuno digno de una familia.

Por otro lado

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Por otro lado.

—Axel— susurra Eduardo moviendo al mayor —Axel despierta.

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