◆νιη¢υℓσѕ qυє αтαη◆

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⚠Capítulo largo⚠

Intenta abrir los ojos lentamente, la luz tenue los rayos del sol le lastima un poco. Parpadea un par de veces más y logra abrirlos, percatándose del cielo cubierto por las nubes grises.

Sonríe al sentir el cuerpo de su esposo sobre el suyo, sus manos aún entrelazadas mostrando los hermosos anillos de compromiso.

Su sonrisa se hace más grande al recordar que Joaquín le dijo que si, sabe que ya están casados, pero quiere un boda por la iglesia, con toda la familia reunida, sin mentiras y sin personas doble cara

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Su sonrisa se hace más grande al recordar que Joaquín le dijo que si, sabe que ya están casados, pero quiere un boda por la iglesia, con toda la familia reunida, sin mentiras y sin personas doble cara.

Abraza el cuerpo de Joaquín y deposita un besito sobre el cabello del menor, quien sonríe involuntariamente. Intenta cuidadosamente no mover demasiado al castaño y salir de la cama directo al baño. Humedece un poco su rostro y se coloca un par de pantalones para poder salir de la habitación, no sin antes mirar por última vez al castaño, sonriendo ante lo hermoso que se ve con sus preciosos ojos cerrados y esa linda boquita entre abierta soltando balbuceos.

Algunos minutos después, Joaquín comienza a despertar, pasa su mano por el espacio a lado de él, abriendo los ojos al no sentir a nadie a su lado. Frunce el ceño al percatarse de eso, la confusión se hace presente, pues acaba de sentir un beso en el cabello; se estira un poco sobre la cama y abre los ojos.

—Joaquín es hora de que te levantes— la voz de su padre suena fuera de su habitación, lo cual lo confunde aún más —vamos hijo llegaremos tarde a la ceremonia.

¿Ceremonia?, ¿A caso Emilio ya había preparado la boda sorpresa?

—¿Papá?— pregunta viendo como el mayor entra a la habitación —¿De qué ceremonia hablas?

—Hijo, sé que es difícil para ti el aceptar esto— Francisco se sienta en la cama y mira con tristeza al menor —. Pero tienes que seguir adelante por tus hijos.

Se levanta y camina hacia la puerta de la habitación.

—Pero papá...

—Vamos, llegaremos tarde, luego hablamos con más calma, Alberto nos espera en el templo.

Y sale sin decir más. El corazón del castaño comienza a acelerarse, no entiende que es lo que está pasando.

—Emi, ¿en dónde estás?— pregunta al aire y se levanta para colocarse algo de ropa.

Luego de un par de minutos sale de la habitación y baja las escaleras hacia la sala, en donde sus hijos están esperándolo sentados en el sofá. Ambos con la cabeza baja y sus ojitos tristes, portando un traje color negro con una pequeña flor de color tan blanca como la nueve en la solapa, haciendo un lugubre contraste con el color del traje.

—¿Qué pasa, mis amores?— pregunta con un vano intento de sonar tranquilo. Está muy lejos de estar tranquilo, algo no anda bien, lo puede sentir.

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