◆α¢тσ ∂є ʝυѕтι¢ια◆

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📍Casa Osorio Bondoni.

—Me duele un poquito, papito— murmura Eduardo haciendo una pequeña mueca —¿Ya casi terminas?

—Sé que duele, campeón— responde Emilio tratando de pasar, el algodón con alcohol, de manera suave por la espalda del menor —ya, ya casi terminamos.

—¿Y ya casi se cura?— pregunta ilusionado.

—Si, está sanando muy bien— responde Emilio con una sonrisa —en unos cuantos meses, ya estarás como nuevo.

—Gracias, papá— pronuncia Eduardo sonriendo y dejando que su papá le ayude a terminar de curar sus heridas.

Eduardo se había dado una ducha y, con ayuda de Emilio, curaron la herida en su espalda. Está sanando como debe, no hay nada raro ni complicación alguna.

—Por nada, campeón— sonríe y tira el algodón, ya usado, al cesto de basura.

—Papá Joaqui y Axel, ¿van a tardar en llegar?— pregunta una vez termina de colocarse su playera.

—No, ya casi llegan, no te preocupes— tranquiliza.

Joaquín y Axel fueron al centro comercial a comprar lo que hacía falta en la despensa. Emilio y Eduardo se quedaron a cuidar a Francisco, además de curar la herida de Eduardo.

»Ven, vamos a la sala— ordena Emilio extendiendole la mano a Eduardo para que bajen las escaleras juntos —esperemos a los chicos abajo.

Al llegar a la sala, Eduardo saluda a Sora, Mochi y los bebés. Después se acerca a la cuna de Francisco, viendo como su papá lo saca de la cuna para recostado en el sofá.

—¿Ya es su hora de comer?— cuestiona el pequeño mirando a su papá con ojitos curiosos

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—¿Ya es su hora de comer?— cuestiona el pequeño mirando a su papá con ojitos curiosos.

—Si, ya es su hora de comer— sonríe —¿Quieres darle tú de comer?

—¿Puedo?


—Claro que si, toma— le extiende el biberón con la leche ya lista y en su punto para poder ser ingerida —hazlo así— le muestra como —y cuando se lo termine, me avisas.

Sipi.

Emilio sonríe al ver la cara de Eduardo, sonríe al ver cómo el menor saca su lengua en señal de concentración.
Se dirige a la cocina para servirse un poco de agua, y desde lejos vigilar que Eduardo haga bien lo que se le pidió. Sonríe al ver cómo el pequeño prende la televisión, según él, para ver caricaturas con su hermanito.

La puerta principal se abre, dejando ver a Joaquín y a Axel, quienes traen las bolsas de las compras. Al entrar, Joaquín se muere de ternura al ver a Eduardo alimentando a su pequeño hermano.

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