◇αяяυℓℓσ ∂є єѕтяєℓℓαѕ◇

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Maratón 2/3.

Parte 2.

—¿Cuál es la duda que tiene?— pregunta Emilio sentándose en el sofá, invitando a Elizabeth a que también lo haga.

—Mira, tal vez Francisco ya te lo dijo— suspira —, pero... El tiempo que no pasé con Joaquín fue demasiado, no creía que algo así fuera posible de pasarme. En todo este tiempo que estuve alejada de mi hijo, me sentía angustiada, me preguntaba si había dormido bien, si había terminado de comer sus vegetales, si le iba bien la escuela, cuales son sus actividades favoritas— solloza —. Quería saber si había escogido la carrera que a él le hiciera feliz o si tuvo problemas al decir o aceptar que le gustan los hombres, es más, ni siquiera sabia sobre sus preferencias.

—No los tuvo, al menos no como en otras escuelas o lugares— interrumpe Emilio —. No le voy a mentir diciendo que todos fueron buenos con él, si hubo personas que lo insultaron, pero más que nada eran insultos pasivo-agresivos, nada con lo que Joaquín no pudiera lidiar— suspira —. Lo que si fue un problema para él, fueron las cicatrices, yo no me enteré de que la mayor parte de su cuerpo estaba lastimado hasta hace poco, sólo había notado la del cuello. Él si sufrió esa parte solo, él tenía miedo de decirme, ya que pensaba que lo iba a dejar como los demás lo hicieron. Terminó su carrera y fue el más feliz de hacerlo, ya que dejó a toda la bola de idiotas que lo lastimaron.

—¿Qué carrera estudió?— pregunta Elizabeth limpiando sus lágrimas.

—Cocina— sonríe orgulloso —. Fue todo un reto para él, le tenía miedo a encender la estufa, así que eso lo hacía yo por él, claro, aquí en casa. Cuando estábamos en la escuela, le pedía ayuda a alguno de los maestros, que por suerte entendieron su situación y le ayudaron a ir venciendo ese miedo. Después de graduarse comenzó a trabajar en un restaurante de aquí cerca, el cual cerro— hace una nueva recordando a la responsable de eso —. Quiere contactar a su antiguo jefe para ver si reabren el lugar.

Elizabeth guarda silencio un momento, le sorprende la rapidez con la que Emilio responde a sus preguntas, es como si el mismo Joaquín lo estuviera haciendo.
Siente que sus preguntas son demasiadas y que tal vez está incomodando al chico, pero hay tantas cosas que quiere saber.

»Sé que tiene miedo— responde Emilio al ver la mirada de Elizabeth, una mirada perdida y ansiosa —. Joaquín es su único hijo y ha estado ausente en muchas etapas importantes de él, el señor Francisco me dijo exactamente lo mismo— Elizabeth lo mira —. Puede preguntarme todo lo que quiera, no se abstenga.

Elizabeth sonríe, pues su yerno le está demostrando empatía y está dispuesto a responder cualquier pregunta.

—¿Por qué reconstruiste la historia de amor de mi esposo y mia para regalarle la cabaña a Joaquín?

—Porque él siempre habla de ustedes y de lo maravillosos que son— sonríe —. No había día en que no mencionara algo relacionado a sus padres o a su niñez. Las citas que él tuvo eran horribles y deseaba vivir esa experiencia de las citas, salidas en pareja, una historia parecida a la de sus padres y... Yo simplemente quise hacerlo feliz, así que la compré y se la di, para demostrarle que el amor de verdad existe y que puede durar años aún si los protagonistas ya no están con vida, fue por eso que lo llevé al restaurante, en donde siguen tallados sus nombres.

—¿Tanto quieres a mi hijo?— pregunta con un nudo en la garganta.

—No lo quiero, lo amo— corrige haciendo que Elizabeth suelte un sollozo y sonría feliz —. Le diré lo mismo que le dije a su esposo. Joaquín es mi vida entera, yo no sé qué haría sin él, me gusta desde que éramos amigos; soy fiel creyente de que el destino y el universo lo pusieron en mi camino para que yo pudiera tener el honor de conocer en persona a un ser... Sublime— suspira enamorado —. Quiero vivir el resto de mi vida a su lado, si voy a morir, quiero que su sonrisa sea lo último que mi alma aprecie. Y esperaré por él en mis próximas vidas, si las hay. Joaquín es el amor de mi eternidad. Cada latido de mi corazón lleva su nombre, cada suspiro va dedicado a él. Yo... No lo sé, decir que lo amo se queda corto con lo que siento por él... Tal vez no exista una palabra más fuerte que "amar", eso resume que mi amor por Joaquín va más allá de lo que humanidad conoce. Muchas personas me dicen que cuide más de mi vida que de mi esposo, pero... No entienden que cuando lo protejo a él, estoy protegiendo mi vida, él es mi corazón, si él está triste, yo tambien; si él está enojado, yo también y si él está feliz, yo lo estaré más.

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