◆FAMILIA AL INSTANTE◆

◇ηα¢ί ραяα αмαятє◇

Suben a la camioneta para regresar a casa. Aún falta bastante tiempo para que los niños salgan de la escuela, así que irían a casa a descansar un rato y preparar la comida.

—Hace un momento mi papá me mandó un mensaje— menciona Joaquín con una sonrisa en su rostro —. Dice que vivirá en la cabaña, al menos por un tiempo en lo que terminan de remodelar la casa que compró. No te molesta, ¿cierto?

—¿Por qué me molestaría?— pregunta Emilio sin despegar la mirada del camino.

—Bueno, tú la compraste para mi— menciona Joaquín —. No sé si te parezca que mi papá viva ahí.

—Amor, sabes que no me molesta— sonríe y toma la mano de Joaquín —. La compré para que recordaras el amor de tus padres. Ahora uno de ellos están con vida, así que tiene todo el derecho de estar ahí, sé que la compré para ti y ahí está la respuesta, es tuya.

—Te amo— menciona sonriendo y escribiéndole de nuevo a su papá, para decirle que está bien que se quede en la casa.

—Te amo más— deposita un beso en la mano del castaño.

—Quiero ir a ver a mi papá más al rato— menciona el castaño con una sonrisa en su rostro —¿crees que puedas ir por los niños más al rato?

—Claro, no te preocupes— estaciona el auto frente a la casa y ambos salen para entrar.

—Uy, pero... — detiene una vez el rizado cierra la puerta tras de él, ya en el interior de la casa —¿quien hace la comida?

—No te preocupes por eso— Emilio lo toma por la cintura y deposita un besito en los labios del castaño —. Yo me encargo.

—Ven— lo toma de las manos y lo lleva al sofá.

Ambos se sientan acurrucandose el uno al otro. Se mantienen así por largos segundos, juntos, sin decir nada, repartiéndose caricias y uno que otro beso.
El silencio es agradable, el ambiente es pacífico para ambos, no había ningún sólo ruido que alterará sus nerviosos o les intentara arrebatar su tranquilidad.

—Es lindo estar así contigo— habla Emilio casi en un susurro —Hace mucho no se sentía esta paz. Los últimos meses fueron un caos, era tragedia tras tragedia, parecía que nunca se iba a terminar.

—Lo sé, fue muy complicado— responde Joaquín dejando besitos en el cuello del mayor —. Pero, como dices tú, es mejor dejar eso en el pasado, Amelia ya no está y no puede hacernos más daño, no dejemos que el fantasma de su recuerdo nos siga dañando.

—Tienes razón— sonríe y besa la frente de Joaquín —. Haga-...

—¡Uy!— exclama el castaño levantándose del sofá — ya debo irme, papá no sabe que voy a ir y le voy a dar una sorpresa.

No espera respuesta del rizado y sube a la habitación para comabiarse de ropa. Emilio, por su parte, solamente suspira, pues últimamente ha sentido que Joaquín pasa demasiado tiempo con su papá y no lo culpa, no lo vio en años, pero... Es tan difícil, sabe que está haciendo mal al sentirse así, pues es la felicidad de Joaquín la que está de por medio, se siente un egoísta al querer estar con el castaño todo el tiempo.
Entiende que Joaquín quiere recuperar el tiempo perdido con su padre, pero, de cierta manera, siente que el ojimiel está... Ni siquiera halla la manera correcta de llamar a la actitud de Joaquín, porque el castaño no es grosero, ni mucho menos distante, pero... Emilio los últimos días se ha sentido extrañamente... solo.

Ha habido veces en las que ha intentado hablar con Joaquín sobre el como se siente actualmente, pero al ver la sonrisa de Joaquín cuando le dice que va a ver a Francisco, algo le impide hacerlo, siente feo ser él, quien apague esa felicidad.