◆єℓ αятє ∂є αмαя◆

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¿Qué es realmente la belleza?

¿Qué rasgos son los que se necesitan para considerarse una persona atractiva?

¿Realmente es necesario tener rasgos especificos para ser considerado alguien apuesto?

Esas y otras más preguntas son las que Joaquín se hacía cada día al despertar, al verse en el espejo, al ver a una pareja siendo romantica en la calle y, por supuesto, lo pensaba antes de irse a la cama, mientras colocaba aquel ungüento sobre sus cicatrices, que lo único que hacian era recordarle su trágico pasado.
Durante mucho tiempo, Joaquín no podía ver ni un sólo rasgo suyo que le pareciera agraciado o, mínimo, simpático. Por un largo período de tiempo, el castaño le daba la razón a las personas que decían que él era feo o un fenómeno. Él mismo se percibía de esa manera. Diario, sin falta, se repetía que nadie, nunca, querría estar con alguien que tenga marcado el cuerpo, sea cual sea el tipo de marcas.

¿Qué le esperaba a él?, que encima de tener marcas, estas ocultaban un pasado trágico y doloroso. Nadie quiere eso, nadie quiere una pareja con problemas.

Nadie elige a la persona dañada o rota.

Oscar Wilde escribió una vez "la belleza está en los ojos del espectador".  ¿Qué tan cierta era esa frase?, ¿Por qué, si la belleza depende de la mirada de la otra persona, tenemos que cambiar nuestra manera de vestir, cuidar nuestra manera de hablar y gastar tantos miles de pesos para cirugias estéticas de todo tipo?
No, Joaquín no lo entendía, se le hacía absurdo tener que cambiar algo de uno mismo para lograr encajar en los estándares de belleza que impone la sociedad, pero claro, él también quería hacerlo, claro que quería hacerlo, quería sentirse lindo y amado por alguien. Necesitaba sentirse aprobado por un contrario.

¿Alguna vez a alguien le gustaría él?, ¿alguna vez lo amarían sin importar su apariencia?

Muchas personas creen o han sido obligadas a creer que la belleza depende de la forma de las cejas o de como acomodas tu cabello, de como vistes o hasta de tu forma de caminar. Piensan que ciertos tipos de rostros con facciones especificas son hermosos, pero no es así. La belleza verdadera, por supuesto, no viene de una cara bonita o un cuerpo esbelto con medidas perfectas, viene de la personalidad... del corazón.
Joaquín, en algún tiempo, pensaría que eso es una estupidez, que las personas usan ese pretexto para sentirse más amados y más cómodos con ellos mismos; para aliviar su dolor tienen que repetirse esas palabras, ya que nadie se las dirá jamás.

Para suerte de Joaquín, llegó alguien que, sin intentarlo, le abrió los ojos. Le permitió ver que aquella frase que, antes creía estúpida, es en realidad verdadera. Si existen personas que se enamoran de la personalidad y del corazón de otros, que si existe esa persona a la que le gusta su cara, su cuerpo, su sonrisa, su rostro y todo de él.
Emilio nunca lo juzgó, nunca le faltó al respeto y siempre amó cada parte de él, y eso sigue hasta ahora. No hay día en que el rizado no se lo diga, no se lo demuestre y no se lo deje en claro.

Ese chico, que justo ahora se encuentra dormido a su lado, ha abrazado sus cicatrices y ha clamado su dolor, tanto fisico como emocional. Emilio ha sido su persona desde el principio, tal vez al inicio no se había dado cuenta que estaba justo delante de él, pero se siente afortunado de haber liberado sus sentimientos y ser total y plenamente correspondido por aquel hermoso rizado de preciosos ojos color cafe.

—Gracias por amarme— susurra Joaquín acariciando la espalda de Emilio.

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