◆υηα ρσѕιвιℓι∂α∂◆

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—Oh, Emilio, osito— interrumpe Amelia.

—¿Qué pasa?— pregunta Emilio abrazando a Joaquín y dejando un besito en su frente. Liam no lo toma muy bien y... David tampoco.

—Hay alguien que está emocionada por verte.

Definitivamente, esta mañana, será difícil.

○   ○   ○

El desayuno había pasado, dentro de lo que cabe, muy bien. Los niños disfrutaron de la comida que había preparado Sara; Emilio y Joaquín compartían su comida, tal y como lo hacían siempre; Liam y David no dejaban de mirar mal al castaño, quien había decidido ignorarlos.

Ahora están en el jardín, recién han terminado el pequeño tour que Emilio les dio por todo la casa.

—Es muy linda tú casa— comenta Joaquín sentándose a lado del rizado bajo un enorme árbol —jamás me imaginé que fuera así de grande.

Eduardo y Axel estaban jugando con Duke, el perro de la casa, un gran danés muy cariñoso y que ama jugar con los niños.

—¿En serio?— Emilio lo mira —creí qué todos en la escuela pensaban qué yo vivía en una casa así

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—¿En serio?— Emilio lo mira —creí qué todos en la escuela pensaban qué yo vivía en una casa así... o más grande.

—Bueno, eso creían la mayoría, pero yo no— sonríe recostandose sobre el hombro de Emilio —yo pensé que vivias en algo más pequeño, sabia que tú abuelo era dueño de una de las empresas de café más importantes; pero jamás pasó por mi mente  que tú vivieras con él.

—Eres el primero que piensa eso— sonríe haciéndole piojito a Joaquin —no me equivoqué al escogerte como mi mejor amigo.

Joaquín alza la vista y mira directamente a los ojos del rizado. Sonríen y permanecen así por largos segundos. Joaquín no soporta más y abraza al rizado por la cintura, Emilio corresponde el abrazo.

—Te quiero, Emi— menciona Joaquín mirando a los niños jugar.

—También te quiero, Joaco.

Desde la casa, David observa aquella escena, con una sonrisa soberbia sale de la casa y se dirige directamente con Emilio y Joaquín.

—Vaya, Joaquin— habla haciendo que ambos chicos se separen de su abrazo —¿tanto te dolió mi rechazo que tuviste que correr hacia los brazos de mi primo?.

—David, déjanos en paz, ¿quieres?— habla Emilio rodando los ojos.

—Solo te está usando, te darás cuenta pronto, primito— sonrie engreído para luego irse.

—¿Asi que solo quieres mi dinero?— pregunta Emilio fingiendo decepción.

—Así es, solo estoy contigo por tú dinero— le sigue el juego —ahora que lo sabes tendré que adelantar mi plan de matarte.

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