◆Áηgєℓ αвαη∂σηα∂σ◆

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⚠Capítulo largo⚠

Después de una tarde de compras escolares, regresan a casa. Eduardo más cansado que los demás por haber caminado más de lo que aguantaba, a pesar de las veces que Emilio le insistió en cargarlo, el menor se negaba, pues no quería que Emilio se cansara.

Joaquín abre la puerta dejando que Axel ingrese primero para después darle paso a Emilio con Eduardo en brazos.

Si, el mayor término cargando a Eduardo, ignorando el "berrinche" que hizo al decir que podía seguir caminando, cuando era evidente que si daba un paso más, caería al piso.

—Ya es algo tarde, deberían ir a dormir— menciona Joaquín observando como Eduardo intenta, con todo su esfuerzo, mantener los ojos abiertos.

—Es buena idea— secunda Emilio caminando hacia las escaleras.

—Vamos— el castaño toma la mano de Axel para ir con él a la habitación.

Suben y al entrar se encuentran con Emilio batallando para soltarse del agarre de Eduardo.

—¿Me ayudan?— pide rindiéndose.

Eduardo tiene su brazos alrededor del cuello del mayor. Está dormido, pero se niega a soltar al rizado.

Joaquín y Axel caminan hasta él, cada uno toma un brazo, tiran de él para poder alejarlo del rizado, fallando totalmente en el intento.

—Será mejor que te quedes con él un rato— propone Joaquín sonriendo al ver al rizado tratando de no dejar todo su peso sobre el niño.

—Joaquín tiene razón— apoya Axel —no te va a soltar.

—Bien— el rizado se sube por completo a la cama y se acomoda aún lado del pequeño.

Eduardo al sentir al mayor a un lado, con los ojos aún cerrados, sube al pecho de Emilio y se acurruca sobre él.
Joaquín y Axel miran la tierna escena con una sonrisa en sus rostros. Emilio sonríe al sentir los puños de Eduardo aferrándose a su camiseta.

—Ahora tú, Al— habla Joaquín —sube a tú cama.

Axel, confundido, hace lo que Joaquín le pide y sube a la cama de arriba. Sonríe al ver como Joaquín sube después de él.
Se acomoda en la cama y le hace una señal a Axel para que se acomode con él. El menor lo hace con una sonrisa.

Los cuatro están en la habitación de los niños, compartiendo sus camas con sus, ahora, hijos.

—Gracias— Axel habla llamando la atención de los adultos. Sus ojos se cristalizan un poco —me siento mejor después de hablar con ustedes, había estado ocultando todo eso y sentía que ya no podía respirar.

—Sabes que puedes decirnos todo lo que piensas o sientes— el castaño deja un beso sobre la cabellera del adolescente —no es bueno guardarse los sentimientos ni las cosas.

Emilio escucha eso, definitivamente tiene que hablar, ya, con Joaquín sobre el tema del bebé.

»Y te agradecemos a ti, por la confianza que nos has dado para contarnos todo esto— sonríe al ver la sonrisa del menor —ya no estás solo, Al.

—Joaco tiene razón— apoya Emilio hablando lo más bajo que puede para no despertar a Eduardo —si quieres contarnos algo más, pedirnos algo, lo que sea, sea de mucha importancia o sólo sea algo trivial, no importa, sólo comentalo, no hay porqué tener miedo.

—Ustedes son excelentes padres— Axel ríe irónicamente —si tuvieran un hijo, tendría muy buenos padres— Joaquín sigue analizando eso, un bebé, vaya sueño —son buenas personas.

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