CAPÍTULO 32

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CAPITULO 32


En cuanto amaneció tomé una ducha rápida de agua tibia,  me vestí, y aún estaba nerviosa, tanto que se me revolvía el estómago. Con duda tomé mi mochila y abrí la puerta de la habitación, con lentitud miré el pasillo para estar segura. Bajé del mismo modo y preparé mi desayuno con un poco de temblor en las manos y  con mucho esfuerzo comí.

No quería llamar y preocupar a mi padre o Daniel, al menos no por el momento, quería confiar en sus palabras y creer que estaría bien.

Respiré profundo antes de salir, y al abrir la puerta la luz del sol me dió en el rostro, provocando que cerrara los ojos. No me vi mucho al espejo, pero sabía que llevaba unas horribles ojeras y gracias a eso tenía sensibilidad. Caminé intentando relajarme, pero era totalmente inútil. Hubiese detenido un taxi si no fuese por un automóvil que se detuvo y lo conocía bien.

Miré dudosa por la ventanilla levemente baja y me miró con seriedad.

—Sube.

En otro momento me habría negado, pero en ese no podía hacerlo, había llegó como salvación.

—Buenos días. —intenté sonar normal, aunque sin mirarlo.

—No parecen ser buenos para ti —emprendió marcha.

—Una mala noche de sueño no quiere decir que sea un mal día —fingí sonreír levemente.

—¿Sucede algo malo? —se detuvo en un semáforo y me miró, aún así evité hacerlo.

—No.

—¿Que te sucedió anoche? 

—¿Que hice? —fingí con comprender.

—Parecias desesperada.

—¿De verdad? —no recibí respuesta y fruncí levemente el ceño. —Supongo qué cuando vives solo es natural que en algún momento te encierres con temor a que aparezca un monstruo.

—Vivo solo y no me ha pasado.

—No es lo mismo para un chico que para una chica. —contradije —No vayamos a clases hoy. —agregué después de un momento.

—¿Que estas insinuando? —frenó un poco

—No me mal intérpretes, hagamos el trabajo y terminemos hoy para desocuparnos —aclaré.

—¿Quieres que regresemos a tu casa?

—No, cualquier otro lugar.

—De acuerdo.

No dije más y sólo vi por la ventanilla hasta llegar a un edificio que conocía muy bien.

—¿Que hacemos aquí? —lo miré sin comprender.

—Aquí vivo —respondió mientras bajaba y lo imité para alcanzarlo.

—¿En serio? ¿En qué piso? —subimos al elevador.

—Octavo. —se limitó a responder y pensé que todo parecía jugar en mi contra.

—No puede ser —murmuré esperando no encontrarme con Dan.

Realmente era increíble lo que veía, lo veía y no lo creía, su departamento era justamente al frente del de mi hermano, perdí la cuenta de cuantas veces me golpee mentalmente hasta que abrió la puerta.

—Puedes pasar. —habló y cerró la puerta después de que lo hicera.

No creía que estaba en el departamento del mismísimo Thomas Rogers y no pude evitar observar los detalles, aquello me recordaba a su habitación en casa de sus padres, era similar en color y decoración, tan acogedor que me sorprendía que viviera allí.

CICATRICES [FINALIZADA ✓]   |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora