CAPÍTULO 96
Por dos días no salí de la habitación para no interactuar con nadie, solo me levantaba en la noche para comer algo, pero otro día comenzaba y debía hacerlo para que mi padre no se preocupara. Mantuve la postura mientras bajaba para desayunar con él.
—Buenos días Sam. —sonrió al verme.
—Buenos dias. —intenté hacer lo mismo sin éxito.
—Sientate. —señaló el lugar y lo hice.
—Claro.
Comenzamos a desayunar con tranquilidad y en silencio, nuevamente no tenía apetito y me esforzaba mucho para comer. En un momento aclaró la garganta para que lo mirara.
—Hablé con tu hermano. —hizo una breve pausa, osbervandome, como si esperara algún tipo de reacción. —Está muy preocupado, pero prometí que no se lo diría, quedó tranquilo cuando dije que estabas segura. ¿Hay algo que quieras decirme?
—¿Me pasas la mantequilla? —señalé el plato.
—Sam...
—Necesito esto, no preguntes. Necesito alejarme de todo y todos, si no fuese por el juicio ya habría tomado un vuelo a algún lugar lejano. —expresé con notable agotamiento.
—¿Quieres que llame a la doctora Turner?
—Lo haré yo misma.
—Bien —suspiró y me dió otra noticia. —El juicio se postergó un mes más por no saber su paradero, pero ese es el limite y por otro lado en 2 días debes regresar a la universidad.
—Entiendo. —moví la comida con el tenedor mientras pensaba en eso.
—Mi pequeña Sam, sabes que puedes confiar en mí. —agregó en tono suave.
—Lo sé, pero realmente necesito esto —evité mirarlo.
—Está bien.
Como era de costumbre se retiró hacía la empresa y volví a mi habitación, encendí el móvil verificando innumerables llamadas y mensajes de ellos e incluso de Yessica. Lo volví apagar para ocultar mi rostro en la almohada intentando no llorar, pero era inútil, lo que sentía me sumía en un sentimiento oscuro.
Otra semana se esfumó, arrastrando consigo los primeros días de la universidad, a los que no pude asistir. Mi situación se había convertido en un abismo sin fondo, tragándose mi esperanza con cada hora que pasaba.
Al mirarme al espejo éste me devolvió una imagen vacía, un reflejo de la nada que me había convertido. Cada célula de mi cuerpo, cada pensamiento, cada latido de mi corazón gritaba la misma verdad: miserable. Esa era la palabra que se aferraba a mi garganta, una asfixia constante.Mi cuerpo estaba exhausto y dolorido, donde se negaba a obedecer y reaccionar. Mi mente era un campo de batalla donde los recuerdos se estrellaban contra la realidad, donde me torturaba sin descanso. Y mi alma, una vez vibrante y llena de sueños, se había convertido en un cascarón vacío, incapaz de sentir nada más que un profundo vacío.
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CICATRICES [FINALIZADA ✓] |+18|
Teen Fiction«"Dicen que las heridas sanan con el tiempo, pero las cicatrices perduran en éste".» Las palabras resonaron en mi alma, como un eco de mi propio pasado. Un pasado que parecía tan lejano, pero que aún me perseguía con sus fantasmas. -Jamás creí te...