CICATRICES [FINALIZADA ✓] |+18|

CAPÍTULO 83

CAPÍTULO 83

Otro día que despertaba y para mi sorpresa no era mediodía y mientras me duchaba la fecha daba vueltas en mi cabeza.

—¿Es importante? —quedé inmóvil un momento intentando conectarla con algún evento que no lograba recordar.

Me cambié y salí encontrándome con un maravilloso desayuno, cosa que me sorprendió.

—Cortesía de papá —señaló Daniel con una sonrisa —y ¡feliz cumpleaños hermanita! —me abrazó.

Apenas pude corresponder por la sorpresa, había olvidado mi propio cumpleaños y eso implicaba otra cosa.

—Gracias, igual para ti. —sonreí extrañada por la situación.

—Realmente lo olvidaste. —rió por mi evidente expresión.

—No miento cuando digo que no llevo cuenta de los días. —sonreí apenada.

Comenzamos a desayunar mientras tomaba el móvil dudando en escribir.

—¿Sucede algo? —me sacó de mis pensamientos

—Olvidé mi propio cumpleaños y ayer era de Thomas. —negué mordiendo mi labio. —Lo olvidé por completo, no sé que decirle.

—Seguramente lo comprenderá.

—¿Debería? —señalé la puerta y negó —Bueno, lo olvidé, pero tampoco me saludó, estamos a mano —sonreí y él desvió la mirada.

—Bueno... —dudó un poco. —ayer jugamos fútbol por la tarde, dijo que por la noche iría de viaje con sus padres por unos días.

—¿Que? ¿Y no me lo dijo? —dejé de comer.

—Como novio debió decírtelo, pero los hombres también tenemos orgullo, olvidaste su cumpleaños. —masticó lentamente mientras me observaba.

—¿Yessica ya te saludó?

—A media noche —sonrió orgulloso.

—No me estás ayudando. —me quejé sintiendo deseos de llorar.

—Esta noche cenaremos con papá, ponte algo apropiado y también presentaré a mi novia.

No respondí y dejé de comer, frotándome los ojos.

—No, no, no llores... —se levantó para abrazarme. —Estoy bromeando,  quizá no te llamó por el viaje y no por orgullo. —intentó animarme, pero no funcionó.

—Es orgulloso y si fuese por el viaje es mucho peor. —negué levantándome.

—No te pongas así...

No escuché más ya que me encerré en mi habitación marcando para llamarlo. Intenté varias veces sin éxito, parecía fuera de servicio.

—¿Como demonios pudiste olvidarlo? —me senté en la cama comenzando a llorar. —No lo mereces, esto no está bien ¿Que demonios me sucede?