Amanda no podía creer que llevaría a ese mocoso a vivir con ella. No era algo que la entusiasmara mucho ya que lo más lejos que tenía en mente era criar un bebe. Pero esa fue la única opción que le quedó ya que a pesar de todo era lo único que le quedaba de su preciada hija.
— ¿Por qué tuviste que meter la pata? Todo hubiera sido tan diferente si te hubieras casado con el hombre que había elegido para ti. — susurró Amanda mirando al bebé.
— Tu no has traído más que desgracia a la vida de mi hija y ahora a la mía. No sabes como te desprecio.
Amanda manejaba hacia la cabaña que había dejado abandonada hace años. Un lugar remoto y olvidado por la civilización en el norte del estado de Nueva York.
Ella había adquirido esa propiedad luego de su doloroso divorcio. Fue el lugar donde se refugió para lamer sus heridas después de la traición del hombre al que le había entregado no solo su cuerpo sino también su alma. Un hombre al que le había parido dos hijos y con el cual pensó pasaría el resto de su vida.
— Fuiste una estúpida al pensar que un hombre como él lo dejaría todo por ti.— dijo con su voz entrecortada.
— Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Nunca pensé que podría enamorarme tan profundamente de alguien. Gracias por ser lo que siempre había buscado.
— Yo soy la afortunada de tener un hombre como tu a mi lado. Te amo Rogelio. Eres todo para mí.
Una lágrima testaruda rodó por su mejilla y Amanda rápidamente la secó.
— Jamás volveré a derramar una lagrima por ti. Nunca me mereciste.
Manejo los casi 45 minutos desde la ciudad envuelta en sus pensamientos.
Mientras tanto, Angel dormía plácidamente en su sillita de coche. El bebé había dormido todo el transcurso del viaje.
— Al menos el mocoso no es un llorón. — musitó
Llegaron a la vieja cabaña que estaba bien escondida en el bosque. No cualquiera podía llegar allí ya que los densos árboles y la hierba cubierta de maleza hacía casi imposible encontrarla.
Amanda estaciono su coche al costado y tomó al niño en sus brazos. Ángel se retorció un poco pero no despertó.
— Eres un perezoso. — dijo Amanda con una sonrisa involuntaria.
Se quedó pasmada un momento luego de decir aquello. Fue algo inesperado, ya que solo veía al bebé con una maldición que había caído sobre ella.
Miro al niño durmiendo y pudo ver lo hermoso que era. Tenía una piel morena muy suave, cabello rizado y abundante. Sus mejillas estaban un poco rojas por el frío y su naricita estaba fría.
Lo observó detenidamente y sé percató del gran parecido que tenía a Mariel. Su corazón dio un pequeño salto cuando Ángel abrió sus enormes ojos y pudo ver el verde profundo de estos. Eran tan verdes como el inmenso bosque que los rodeaba.
Ambos se miraron fijamente por un segundo antes de que Amanda apartara su mirada.
— No me vas a enamorar con esos ojos. Tu no eres más que el bastardo que mató a mi hija. — dijo con enojo y caminó rápidamente hacia la cabaña llevando el cargador con ella.
No sé dejará doblegar por unos ojos hermosos y su olor de bebé. Sería fuerte y estricta con este mocoso. No permitiría que su corazón se ablandara por el ser que le destruyó la vida a su hija y por ende, a ella también.
Ufff, que fuerte estuvo este capitulo🥺 Fue bien cortito pero les prometo que los que vienen serán más largos.
¡Por fin conocimos a nuestro Angelito!
Yo sé que ya odian a Amanda, pero es como yo siempre digo: todo villano tiene su historia de origen.
Ya veremos si logra redimirse antes nuestros ojos y si merece ser perdonada.
Déjenme saber qué les pareció el capítulo y no olviden comentar y compartir.
Nos leemos pronto.
Ana
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En Lo Profundo del Bosque
Fantasy⚠️ADVERTENCIA ⚠️ Esta historia es para adultos. Contiene escenas de sexo explícitas no aptas para menores de 18 años de edad. Si no eres mayor de 18 años, por favor no la leas. Esta es una historia basada en el omegaverse donde los hombres quedan e...