Epilogo

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Después de una espera interminable, la cabaña por fin había sido remodelada. La remodelación había terminado justo a tiempo para celebrar el primer cumpleaños de las gemelas. Ángel y Micah querían que un evento tan especial fuera celebrado en su propio hogar. Todos irían a ver el trabajo que habían hecho Fabrizio y los trabajadores.

— ¿Estás nervioso? — preguntó Micah tomando su mano mientras manejaban.

— Más que nervioso, estoy ansioso. Por más que puedo ver el diseño 3D que Fabrizio nos hizo, nada se compara con ver nuestro hogar en persona. ¿Te das cuenta que ahí crecerán nuestras hijas?

— Tienes razón. Es muy diferente verlo en una pantalla que con tus propios ojos. Nuestras muñecas serán muy felices ahí, rodeadas de todo nuestro amor y contención. — le aseguró Micah besando su mano.

Llegaron a la cabaña y sus respiraciones se detuvieron en sus gargantas. Sus ojos no podían creer lo hermoso que había quedado su pequeño hogar que ya no era tan pequeño. Se bajaron de la minivan sacando a las gemelas de sus sillas.

— Vengan, preciosas. Ya llegamos a casa.

Los autos de Derek, Francis y Terrence llegaron segundos después aparcando detrás de la minivan de Ángel.

— ¡WOW! Esto no es una cabaña, es un palacio. — exclamó Mark.

— Fabrizio hizo un gran trabajo. Siempre fue muy talentoso, pero ver una de sus obras en persona te quita la respiración. — agregó Francis.

— Vamos a entrar. — dijo Micah sosteniendo la mano de Mimi.

— ¡Micah, amico! Benvenuto al tuo palazzo.

— Fabrizio, questo è più bello di quanto pensassi. Grazie. Es mucho más bello de lo que me imaginaba. Captaste todo lo que deseábamos y más. — le dió un fuerte abrazo en agradecimiento. — ¿Qué te parece, amor?

Los ojos de Ángel se llenaron de lágrimas. Tenía tantos sentimientos encontrados. Ya no era aquella pequeña choza de dos habitaciones, ahora era una casa con fachadas de una cabaña que medía más de tres mil metros cuadrados. Era totalmente diferente a su antigua cabaña pero igual al mismo tiempo. Fabrizio supo conservar la verdadera esencia del lugar y Ángel dio gracias por eso.

— Fabrizio, no tengo palabras para agradecerte por hacer de nuestro hogar un lugar aún más especial y hermoso.

La sala era inmensa pero acogedora. Fabrizio mantuvo el rústico de la chimenea dándole ese tono clásico que les encantaba. Los muebles que su padre les compró complementaban perfectamente con la sala y la decoración. Ángel se sentó para darse cuenta de lo suave que eran. Se imaginó miles de noches ahí junto a Micah leyéndole cuentos a las niñas.

Encima de la chimenea estaba la foto familiar de cuando las gemelas nacieron. En la repisa había fotos de su madre y su padre cuando jóvenes, de Micah con los de él, de Diane y Derek, los abuelos y una todos juntos durante el cumpleaños de Angel. También habían fotos de cuando Micah y él eran pequeños y por último algunas de las bebés.

En la pared detrás del sofá estaba la pintura que Fabrizio le había regalado. Verla colgar de la pared lo llenó de mucha emoción. Amaba esa pintura de él y Chocolate. El primer piso tenía un diseño de planta abierta lo que permitía que todo fluyera con armonía y luz. En el área del comedor habían más fotos de su sesión de maternidad. Estaban colocadas en estilo collage con fotos múltiples de varios tamaños.

— Me encantan todas las fotos de nuestra gran familia. Gracias, Fabrizio.

— No tienes que agradecerme. Me divertí mucho creando su nido de amor. Ven, quiero que veas tu jardín.

En Lo Profundo del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora