Capítulo 9 - Tristeza

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— Mamaguela, deberías ir al médico. Últimamente no te has sentido bien y me preocupas.

— No tienes que preocuparte por mí. Son achaques de la edad. ¿Has completado todo el trabajo de la finca? 

— Sí. Ya todo está listo para la cosecha de las fresas. Este año hemos tenido más pedidos que los anteriores. A la gente de verdad que les encantan nuestras fresas y mermeladas. Tenemos encargo de más de 30 cajas de fresas y casi 40 tarros de mermelada. La mayoría fueron encargados por la familia Jones.

— Claro, esa familia está obsesionada contigo. Quieren a toda costa que su hijo se case contigo. Pero tu sabes muy bien que eso es imposible. ¿No has olvidado tu promesa, verdad?

— Claro que no, mamaguela. Ya te dije que nunca me olvidaría.

— Bien.

Ángel odiaba que la abuela le recordara constantemente que estaba maldito. Es como si sintiera una alegría morbosa haciéndolo sufrir. Qué importaba que quisieran casarlo con ese alfa, el matrimonio o cualquier relación estaba prohibida.

— Iré a darme un baño. Estoy muy cansado y quiero irme a dormir temprano.

Se dirigió a su recamara y cerró la puerta tras él.

Amanda se quedó observando la puerta recién cerrada.

— Esto es lo mejor para ti. — susurró para sí.

<<Nunca nadie puede enterarse de tus poderes. Te convertirías en una rata de laboratorio y eso sería una vergüenza más para mí.>>

*********************

Ángel se había quedado rendido apenas puso la cabeza en la almohada. 

— Ángel. Ángel.

Una voz suave y cariñosa lo llamaban. Sus ojos pesados se rehusaban a abrirse.

— Despierta mi negro hermoso. — le decía la voz.

La voz insistente hizo que Ángel despertara. Cuando abrió sus ojos, casi fue cegado por la gran luz que emanaba del ser que lo llamaba.

Colocando su mano sobre sus ojos, trató de enfocarse en la persona que lo llamaban tan insistentemente.

— ¿Mamá?

— Si amor, soy yo tú, mamá. — dijo la mujer sonriendo.

— ¡Mamá! Estás aquí. — dijo el muchacho abrazándola y rompiendo en llanto.

— Te he extrañado tanto. No sabes lo que hubiera dado con tal de que estuvieras a mi lado.

Las lágrimas no dejaban de correr por sus hermosas mejillas. Ángel no podía creer que tuviera a su madre enfrente. 

Mariel se sentó en la cama y lo abrazó con toda sus fuerzas. Era su bebé. Su bebé que ya era todo un hombre hermoso.

— Perdóname mi cielo. Perdóname por no haber sido fuerte y dejarte solo. Eres lo mas hermoso que me pasó en la vida y nunca dudé ni por un segundo que si tenía que elegir entre tu vida y la mía, la tuya era primero.

La mujer le acarició el cabello y luego sus mejillas.

— Eres hermoso. Te pareces tanto a tu padre. Tenerte a ti fue la felicidad más grande que pude sentir. Y si pudiera volver el tiempo atrás, haría las cosas igual con tal de tener un hijo como tu. Eres un ser muy especial y maravilloso, Ángel. Yo se que vivir con la abuela no ha sido fácil, pero ella te quiere a su manera.

En Lo Profundo del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora