— ¡Hijo! ¡Estás bien! — Francis trató de acercarse pero Micah lo detuvo.
— Suéltalo. — La voz de Micah estaba más fría que el hielo.
— Pero joven...
— ¡¡¡QUE LO SUELTES TE DIGO!!!
Horacio lo soltó tirándolo con fuerza. Los ojos de Micah se tornaron rojos de la ira.
— Ángel, ven aquí. — le dijo abriendo sus brazos.
El muchacho corrió hasta él envuelto en llanto y temblando. Micah lo abrazó liberando sus feromonas para tranquilizarlo.
— ¿Estás bien? — le preguntó acariciando la mejilla hinchada por el golpe.
Ángel asintió y lo abrazó de nuevo.
— Vete a la recamara y no salgas no importa lo que escuches. Trate de tranquilizarte, piensa en los bebés. — le dijo en voz baja.
Angel asintió y se dirigió hacia la recamara.
Lucia quien había presenciado toda la escena se quedó pasmada. Recuperando la compostura se lanzó sobre Micah para abrazarlo.
— ¡Amor! Por fin te encontramos.
Micah retiró los brazos de la mujer y la hizo a un lado. Fue directamente hacia Horacio y le cayó a trompadas.
— ¡¿Cómo te atreves a tocarlo?! ¿Te crees muy valiente por abusar de alguien más débil que tú, eh? ¡Levántate y pelea conmigo!
Micah estaba lleno de ira. Al ver el rostro de Ángel golpeado y que Horacio lo haya tirado en el sofá de esa manera, le hizo hervir la sangre. ¿Y se le pasaba algo a los bebés? De solo pensar en eso le pegaba más fuerte. Horacio no se defendía, pues era el hijo de su jefe.
— ¡Micah, basta! ¡Ustedes hagan algo! — ordenó Francis a sus hombres para que separaran a Micah de Horacio. Tomó cinco hombres para detener la ira de Micah. Horacio estaba en el piso en un charco de sangre.
— ¡La próxima vez, te mato, ¿me entendiste? ¡Te mato!
— ¡Ya, Micah! Tranquilízate, por favor.
— ¡Fuera de aquí! ¡No los quiero ver a ninguno! ¡Fuera!
— Amor...
— ¡No soy tu amor, Lucia! No me voy a casar contigo, ni ahora ni nunca. ¡Déjenme vivir mi vida! Váyanse o los saco a patadas. Ya vieron que estoy bien, estoy a salvo. Yo me comunicaré con ustedes cuándo desee hablarles. Por ahora, es mejor que se vayan.
— Hijo...
— Papá por favor. Por primera vez en tu vida, respeta mi voluntad.
— Micah...
— Está bien. — dijo sosteniendo a Lucia del brazo para que salieran.
— Nos iremos. Estamos hospedados en el hotel del centro. Búscame cuando estés más tranquilo.
Micah asintió y cerró la puerta como pudo. Corrió hasta la habitación para chequear a Angel. Cuando entró el muchacho se asustó.
— Amor.
— Uhh, perdóname, amor. Perdóname, todo esto es mi culpa. — le dijo entre lágrimas y abrazándolo fuerte.
— Déjame verte. Maldito, ¿cómo se atrevió a tocarte? Debí pegarle más duro. Ven, vamos al hospital.
— Estoy bien, amor. En serio.
— Horacio te lanzó contra el sofá muy fuerte y me preocupa que te haya lastimado. Por favor, compláceme, ¿sí?
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En Lo Profundo del Bosque
Fantasía⚠️ADVERTENCIA ⚠️ Esta historia es para adultos. Contiene escenas de sexo explícitas no aptas para menores de 18 años de edad. Si no eres mayor de 18 años, por favor no la leas. Esta es una historia basada en el omegaverse donde los hombres quedan e...