Capítulo 64 - Te dejo ir

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— ¿Qué pasa con ella?

— Entremos a mi habitación para estar más cómodos. — Micah asintió y lo siguió.

— ¿Quieres un trago?

— Sí, gracias.

— Pasa a la terraza, la noche está muy agradable.

Micah caminó hacia la terraza y quedó maravillado con la hermosa vista de la ciudad. Definitivamente Nueva York era la ciudad más bella del mundo. California es linda pero no se compara con esta maravilla.

— Aquí tienes.

— Gracias. Pensé que la vista de la terraza principal era hermosa, pero esta es espectacular.

— Eso fue lo que más me gustó de este penthouse. El espacio, la luz y esta vista de la cual nunca me canso. Es mi terapia cuando tengo un mal día. Pero a veces me siento solo. Demasiado espacio para una sola persona.

— Entonces, ¿por qué lo compraste?

— Porque quería que Ángel viviera conmigo. Cuando lo compré lo hice pensando en él, pero no me imaginé que estaría comprometido y embarazado. Además que tuviera una finca que ama y en la cual es feliz. No puedo pedirle que abandone su vida solo porque yo quiero estar con él.

— Gracias por respetar sus deseos. Estoy seguro de que si se lo hubieras pedido, lo habría hecho con tal de no lastimarte.

— Por eso mismo no lo hice.

— Ahora dime, ¿de qué quieres hablar sobre mi madre?

— Quería pedirte permiso para cortejarla. — Micah se quedó sin palabras. — Tu madre me parece una mujer excepcional y me gustaría que nos conociéramos más.

— ¿Hablas en serio? — Derek asintió.

— Valla. Esto si es una sorpresa. La verdad es que mi madre es la única que puede decir si quiere salir contigo o no. Pero no quiero que sea plato de segunda mesa. Tú aún estás enamorado de Mariel. No es justo que mamá tenga que competir con un fantasma. —Derek se carcajeó.

— ¿Qué es tan chistoso? — Micah frunció el ceño ante la risa de Derek.

— Es exactamente lo mismo que me dijo tu mamá. Y tal como se lo dije a ella, te lo diré a ti. Mariel fue mi gran amor y nunca la olvidaré. Pero ella está muerta y yo estoy vivo. Quiero darme una oportunidad de volver a amar, y quiero esa oportunidad con tu madre.

— Yo no tengo ningún inconveniente. Pero te advierto que si la lastimas, no me importará que seas mi suegro. Te partiré la cara.

— No esperaba menos de ti. Brindemos entonces. Por la familia.

— Por la familia.

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— Derek. Amor, despierta.

— Cinco minutos más.

— Despierta hermoso, necesitamos hablar.

— Mariel. — susurró somnoliento. — ¡Mariel!

Derek se sentó en la cama como un resorte. Sus ojos no podían creer lo que estaba mirando.

— Sí, soy yo. — respondió sonriendo.

El enorme hombre la abrazó con todas sus fuerzas mientras sus lágrimas caían sin cesar.

— Perdóname. Perdóname por no estar a tú lado cuando más me necesitabas. Perdóname por tardar tanto en encontrar a nuestro hijo.

En Lo Profundo del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora