Micah había sido entrevistado por el bufete de su suegro y conseguido el puesto de Desarrollo Empresarial Estratégico. Le había pedido a Derek que no hiciera preferencias con él y que no le dijera a nadie que eran familia. No quería que pensaran que estaba allí por palancas y favores. Quería pasar la entrevista por sus propios méritos y demostrarles a todos que estaba capacitado para el puesto.
Derek le había pedido que esperara a que Ángel diera a luz para empezar a trabajar. No le gustaba la idea de que se quedara solo la mayor parte del día aunque Terrence estuviera cuidandolo. Micah nunca pensó en dejarlo solo de todas maneras. Aún estaba el peligro de que su padre o la misma Lucia tratara de hacerle daño. Esperaría a que nacieran las bebés y contratarían a unas nanas para que se quedaran con él.
El tiempo estaba pasando muy rápido y pronto las bebés estarían aquí. Ya habían pasado tres meses desde que Diane había regresado a California. El vientre de Ángel estaba enorme y los antojos cada vez eran más exigentes. Su estado de ánimo era impredecible y su autoestima estaba algo baja ya que se sentía feo y gordo. Para Micah era todo lo contrario. Lo encontraba hermoso y más follable que nunca. Era una lucha constante hacerle entender lo bello que era.
La primavera estaba en todo su esplendor. La parte de atrás de la cabaña tenía un jardín hermoso con un dosel de árboles de cerezo, rodeado de tulipanes rojos y naranja y jacintos de uva que adornaban el camino hacia el lago. Parecía sacado de un cuento de hadas.
A Ángel le encantaba sentarse en el columpio del porche. Se deleitaba con el delicioso aroma de los jacintos y con el armonioso colorido de los tulipanes. Fue precisamente allí donde Micah lo encontró recostado. El día había estado lluvioso y un poco frío por lo que estaba envuelto en una manta.
Micah se paró en el umbral de la puerta y lo observó. Se veía bello sobando su pancita y hablándole a las bebés. Micah no pudo aguantarse y sacó su teléfono para tomarle una foto. Ángel se percató de su presencia y volteó a verlo dándole una sonrisa. El corazón de Micah se detuvo por un instante. Si su amor supiera lo hermoso que es. Ángel estrechó su mano para que Micah fuera hacia él.
— Te traje algo de comer. Me imaginé que tendrías hambre.
— Gracias amor. Siempre me consientes tanto.
— Me encanta consentirte. Te veías tan hermoso sobando tu vientre hace un momento. No sabes como me gustaría que te vieras como yo te veo. — Micah acarició su mejilla. — Me duele tanto que pienses que estás feo y gordo.
— Es que ve como estoy. Parezco un barril. — expresó con un puchero.
— Pero en ese "barril" crecen nuestras bebés, las cuales cada día más están más saludables y fuertes. Tienes que engordar para que puedas darle toda la nutrición que necesitan.
— Me da miedo que no me encuentres deseable.
— Ey, te deseo tanto que tengo que recordarme que no puedo atacarte en cada oportunidad. El solo verte me pone caliente.
Ángel dejó el plato con la merienda en la mesita al lado del columpio y se levantó. Solo vestía unos pantalones deportivos de Micah y una sudadera. Se arrodilló frente a Micah aflojando la cuerda de sus pantalones y sacando su miembro.
— Ángel, ¿qué haces?
— ¿Acaso no es obvio?
Lamió el pene desde los testículos hasta la punta para luego tragárselo por completo. Micah gimió cerrando sus ojos. La boca de Ángel era cómo una aspiradora que lo llevaba al cielo.
— No quiero que te lastimes.
— No lo haré por mucho tiempo. Solo te quiero bien duro para que entres en mi. — Micah estaba embelesado viendo esos ojos verdes llenos de lujuria, la misma que él sentía.
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En Lo Profundo del Bosque
Fantasía⚠️ADVERTENCIA ⚠️ Esta historia es para adultos. Contiene escenas de sexo explícitas no aptas para menores de 18 años de edad. Si no eres mayor de 18 años, por favor no la leas. Esta es una historia basada en el omegaverse donde los hombres quedan e...