Fabrizio había diseñado la cabaña de los sueños de Ángel y Micah. Agregó todas las ideas que los chicos tenían, más las suyas para hacer de este lugar un hogar de ensueño. Lo primero que hicieron fue desenterrar a Amanda y trasladarla al cementerio. Ángel había optado por no asistir al entierro. Una vez era más que suficiente para despedirla.
Ángel tenía que admitir que el lugar de inmediato se sintió más liviano y pacifico. Era increíble la paz que se respiraba en el aire. Ángel estaba sentado en el columpio observando como los sepultureros sacaban los huesos de su abuela. Pensó que sentiría rabia o dolor, sin embargo solo sintió resentimiento. Era un sentimiento que había enterrado en los más profundo de su ser. Uno que no le dejaba saber a nadie. Micah se acercó a él y lo tomó de la mano.
— ¿Estás bien, hermoso?
— Sí. ¿Sabes? Pensé que sentiría rabia o dolor al ver su ataúd, pero lo único que siento es alivio. ¿Crees que soy un insensible por no sentir nada?
— No, amor. Estás en todo tu derecho de sentir paz y alivio al sacarla de aquí. Hasta en su muerte te estaba haciendo daño. Es normal que quieras estar en paz. — Ángel asintió y besó su mano.
— Estoy tan emocionado con la remodelación de nuestro hogar.
— Yo también. Será un proyecto largo.
— Papá y mamá quieren que nos quedemos con ellos durante la remodelación.
— Estoy de acuerdo con ellos. En dos meses darás a luz y la cabaña no estará lista para ese entonces. Además, sabes que querrán ayudarnos con las bebes y mientras más ayuda mejor.
— ¿Puedes creer que ya tengo siete meses? El tiempo está pasando tan rápido.
— Sí, pronto tendremos a nuestras bebés con nosotros. Nuestras vidas jamás serán las mismas. — Micah respiró su aroma rozando su nariz sobre su cuello. — Hueles tan rico.
— Tú también hueles muy rico. — Ángel observó como los restos de Amanda eran cargados por los sepultureros. Sus ojos se quedaron fijos en el ataúd.
— Amor. Deja de mirarlos. No quiero que tengas pesadillas esta noche.
— No te preocupes, estoy bien.
— Señor Sáenz, ya estamos listos para trasladar a su abuela. Una vez sea enterrada, le mandaremos un correo electrónico con toda la información de la localidad en el cementerio.
— Muchas gracias por sus servicios.
— De nada. Pasen buenas.
— Se terminó. Por fin podremos vivir tranquilos. — Micah lo abrazó con fuerzas. Ángel no se había percatado de las lágrimas que rodaban por sus mejillas. Micah no dijo nada, solo se dedicó a darle contención.
<<Vieja maldita. Esta es la última vez que lo haces llorar.>>
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Lorenzo llegó a Nueva York dos días después de haber confirmado el plan para secuestrar a Ángel. A Lucia definitivamente le faltaba un tornillo pero de que le estaba pagando una fortuna, no hay dudas.
¿De verdad estaba dispuesto a secuestrar a un hombre a punto de dar a luz por el capricho de una mujer despechada? Lorenzo suspiró. Armado hasta los dientes con dispositivos de alta gama, Lorenzo montó guardia cerca de la cabaña igual que la última vez. Su coche estaba bien escondido entre los arbustos, indetectable.
Con binoculares y micrófono parabólico, Lorenzo los acechaba. Gracias a los arbustos que cubrían parte de los alrededores, pudo acercarse a unos 200 metros de la cabaña permitiendo que pudiera escuchar claramente sus conversaciones y algo más. Esos si que no se quitaban las manos de encima.
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En Lo Profundo del Bosque
Fantasy⚠️ADVERTENCIA ⚠️ Esta historia es para adultos. Contiene escenas de sexo explícitas no aptas para menores de 18 años de edad. Si no eres mayor de 18 años, por favor no la leas. Esta es una historia basada en el omegaverse donde los hombres quedan e...