Capítulo 76 - Hazlo feliz

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El plan había dado resultado. Peter y su equipo habían dado con la ubicación de Ángel. Lucia había hablado lo suficientemente para darles tiempo de rastrear la llamada.

— Voy con ustedes. — declaró Robert.

— Señor Miller, es peligroso.

— Es mi hija y no pienso dejarla sola.

— Yo también voy. No te dejaré solo a ti tampoco. Dónde estás tú, estoy yo. — dijo acariciando su rostro.

— No creo que sea buena idea. Ninguno de ustedes tiene entrenamiento de armas.

— Vamos a ir con o sin tu permiso. Yo mismo le pondré un hasta aquí a Lucia.

Peter no podía hacer nada para evitar que los hombres fueran.

— Está bien pero tienen que hacer todo lo que yo les diga.

— De acuerdo.

— Yo también los acompaño. Conozco muy bien a Horacio y puedo ayudar.

— Ter. — susurró Mark con temor.

— No te preocupes, estaré bien. Prometo regresar a ti. Te amo. — le dijo dándole un beso tierno.

— Yo también iré. Es mi familia la que está en peligro.

— Micah, ¿qué crees que estás haciendo? — indagó Diane.

— Si hay alguien que tenga que ir, ese soy yo. Son mi prometido y mis hijas las que están en peligro.

— Pero tú no estás en condiciones de hacer nada. Hijo, te prometo que te los traeré de vuelta sanos y salvos o moriré en el intento. Por favor confía en mí.

— Está bien. Voy a confiar en ti y más te vale que no me defraudes.

— Te lo prometo. — Francis lo abrazó pero Micah no le respondió el abrazo.

Salieron todos rumbo a Queens con la esperanza de ponerle fin a esta pesadilla de la mejor manera posible.

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Armados hasta los dientes, Peter y su equipo se dirigieron hasta la casa abandonada donde se encontraba Ángel. Les tomaría alrededor de una hora llegar al lugar. La tensión en la van se podía cortar con un cuchillo.

Todos sabían que el desenlace no sería uno sin derramar sangre. Solo esperaban que las cosas no llegaran a eso. Francis apretaba las manos de Robert infundiéndole calma. Después de todo, Lucia era su hija y no quería que le pasara nada.

— ¿Crees que me escuche?

— No lo se, amor. Lucia no es la chica dulce que todos conocíamos.

— Tengo miedo de que le hagan daño.

— No le haremos daño si no es necesario. Pero no podemos prometer nada. — aclaró Peter.

Continuaron el resto del camino en silencio. Una vez que llegaron al lugar, revisaron el perímetro para asegurarse de que sólo hubiera cuatro personas dentro de la casa. Con visores nocturnos y sus armas desplegadas, se acercaron a la vivienda.

Los hombres podían distinguir que habían dos personas en lo que parecía ser una sala y dos personas en la habitación. Las dos personas en la habitación eran una mujer y un hombre embarazado.

— Ángel está en la habitación con Lucia. Neutralizaremos a Horario y a Lorenzo primero, luego nos encargamos de Lucia.

— Si señor.

Tres de los hombres de Peter rodearon la parte de atrás de la casa mientras Terrence, Peter y dos hombres más cubrían la entrada. Robert y Francis estaban a unos metros de la casa en espera.

En Lo Profundo del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora