Capítulo 38 - Lo encontramos 🔞

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— Señor, lo encontramos.

— ¡¿Qué?! — dijeron Francis y Diane al mismo tiempo.

— ¿Estás seguro que lo encontraron? ¿Dónde? ¿Está vivo? — Diane formuló una serie de preguntas de manera consecutiva.

— Tranquila, mujer. Deja que Horacio nos explique.

Horacio asintió y les mostró un mapa en su tablet señalando las áreas donde la tarjeta y el teléfono de Micah habían sido rastreados.

— El joven Micah encendió su teléfono en este estacionamiento y usó su tarjeta en estas tiendas usándola por última vez en esta cafetería. Luego bloqueó la tarjeta y apagó el teléfono.

— ¿Y cómo sabes que fue Micah que usó el teléfono y la tarjeta y no que lo secuestraron? — preguntó Francis con un rostro sombrío.

— Es por eso que envié a mi mejor hombre para que averigüe. Se va mañana en la mañana y nos mantendrá al tanto.

— Quiero ir con él. — suplicó Diane.

— No señora. Esperaremos a tener certeza del paradero del joven y luego iremos a buscarlo.

— Además no creo que sea buena idea que tú vayas. Yo te lo traeré de vuelta, te lo prometo.

— Está bien, se hará como tu digas.

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— ¿Sabes que esa franela es un peligro para mi salud?

— ¿Ah sí? ¿Y eso porque?

— Porque casi me infarto cuando te vi parado en la puerta. Te ves demasiado sexi y apetecible. — Micah le desabrochó los botones de la franela dejando su pecho expuesto. 

— ¿Y qué esperas para comerme?

Micah no esperó más y lo sentó a horcajadas levantándose con él. Ángel rodeó sus piernas en la cintura de Micah para sostenerse mientras Micah lo llevaba hacia la pared. Sosteniéndolo de los muslos, se besaron con fuego y pasión. Mordió su pecho dejando cardenales rojos gigantes. Sosteniéndolo con una mano, se bajó el pantalón hasta los muslos y enterró su enorme pene hasta el fondo de una sola estocada.

Ángel gimió fuerte moviendo su pelvis siguiendo el ritmo de Micah. Cada embiste era lento pero profundo. Angel mordió su hombro hasta sacar sangre pero Micah ni se inmutó. El amaba cuando Ángel se tornaba territorial y lo marcaba por todos lados. Los gemidos y jadeos retumbaban la habitación excitándolos más. Ángel se corrió en sus abdominales seguido por Micah segundos después. 

— Una ronda más en la cama y vamos a dormir. — susurró sensualmente lamiendo sus labios.

— Contigo nunca es una ronda más. — bufó Micah.

— Vamos, una y ya. Te lo prometo.

— No se porque no te creo.

Micah sacó los pies del pantalón dejándolo en el suelo. Llevó a Ángel hasta la cama donde comenzaron otra ronda más.

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Después de una hora, fueron al baño donde lo hicieron dos veces más. Nunca era solo una ronda más. Y ahora con el embarazo, el apetito sexual de Ángel había aumentado. Regresaron a la cama y esta vez Ángel sí estaba dispuesto a dormir ya que estaba exhausto.

— Recuérdame nunca creer en tus promesas. — le dijo Micah riendo.

— Bueno, es que hay cosas que no se pueden cumplir. — rió con picardía.

En Lo Profundo del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora