Capítulo 14 - Bajo la tormenta

143 21 23
                                    


Ángel manejó cautelosamente hasta el supermercado más cercano. La nieve cada vez se ponía más pesada. Tenía que darse prisa para no quedar varado bajo la tormenta.

Se dirigió a la sección de frutas y vegetales y compró diferentes viandas y frutas. Normalmente no tenía qué comprar frutas o vegetales, pero la temporada había cambiado y muchas cosas no se podían cosechar en el estado de Nueva York.

Siguió hasta la carnicería para comprar pollo, carne de res y puerco. Con estas bajas temperaturas, estará cocinando caldo seguido. ¿Qué clase de comida le gustará a Micah? Él parece venir de una familia rica a juzgar por su vestimenta y el avión que piloteaba. Ángel no sabía mucho de aviones pero estaba seguro que ese avión ya sea rentado o propio, costaba bastante dólares.

¿Por qué habrá perdido el control de la nave? ¿Acaso habría sido la poca visibilidad? Ha estado nublado y con mucha neblina la mayor parte del día. ¿Por qué se le ocurrió volar en esas condiciones?

Ángel no podía parar todas las preguntas que le venían a la mente. Preguntas que se quedarían sin respuestas ya que no se animaba a preguntar. Micah lo ponía nervioso. Había algo en el que lo inquietaba y no sabía qué era. Lo curioso es que así como lo inquietaba, también le transmitía una paz que solo sentía cuando montaba a Chocolate.

Luego de comprar lo necesario para la semana, Ángel pagó y se dirigió hasta su auto. La nieve se acumulaba cada vez más y el viento se intensificaba. Puso las compras en el baúl y se sentó en el asiento del chofer encendiendo el motor. Puso el calentador en máxima potencia y se dirigió a su cabaña.

****************************

Micah caminaba de un lado a otro mientras esperaba el regreso de Ángel. Se sentía inquieto. Todos sus sentidos estaban en alerta y no sabia porque.

Se detuvo un momento a pensar en su accidente. Él era un piloto experimentado con miles de horas de vuelo, ¿cómo pudo haberse accidentado así? Minutos antes de estrellarse, el avión dejó de responder a los controles. Fue como si se hubieran trabado y no podía controlar el avión.

Es cierto que la visibilidad era pobre pero no hasta el punto de no ver adonde se dirigía. Micah no quería darle validez a lo que su cerebro le estaba diciendo. Se negaba a la posibilidad de que alguien hubiese manipulado el avión para que se estrellara y matarlo.

Su rostro se oscureció y sus ojos se tornaron dorados. La ira lo invadió al pensar que alguien hubiera planeado asesinarlo. Cuando Ángel regresó a la casa, pudo ver el semblante de enojo en Micah. Algo lo había hecho enojar a tal punto que sus ojos habían cambiado.

— ¿Todo bien? — preguntó con cautela.

Micah pestañeo y su semblante cambió a neutral cuando vio a Ángel.

— Sí, todo está bien. — respondió con irritación.

— Pues deberías decírselo a tu cara. — dijo Ángel dirigiéndose a la cocina para guardar las compras y dejar que a Micah se le pasara el enojo.

Dos minutos después Micah apareció en la cocina y empezó a ayudarlo a guardar las cosas.

— Discúlpame, Ángel. Tú no tienes la culpa de mi enojo y me desquité contigo.

— No te preocupes. No debe ser fácil estar en esta situación. Después de todo casi mueres en un accidente y estás con alguien del cual no conoces nada bajo la tormenta del siglo. Cualquiera se enojaría— dijo sonriendo tratando de alivianar la situación.

Micah se quedó embelesado. Los ojos de Ángel brillaban cuando sonreía. Era una sonrisa que le podía derretir el alma a cualquiera. Micah no pudo evitar sonreír también.

— Sí que parece la tormenta del siglo. ¿Cómo está la carretera? — pregunto curioso.

— Yo diría que se han acumulado alrededor de unos 15 centímetros. Normalmente me toma unos 10 minutos ir al super pero como pudiste ver me tomó media hora. La carretera está muy peligrosa para andar manejando.

Micah asintió y le pasó el resto de las cosas.

— ¿Has vivido mucho tiempo aquí?

— Desde que nací. Es el único lugar que conozco y en el que me siento seguro.

— ¿No vas a la universidad?

— Tomo clases en línea. Me estoy especializando en gestión de empresas agropecuarias. Después de todo, lo he estado haciendo desde que tengo uso de razón; también podría obtener un diploma mientras estoy en ello, ¿no crees?

El muchacho volvió a sonreír y esta vez Micah no se pudo aguantar. Caminó hasta él y lo sujetó de ambas mejillas. Los ojos de Ángel se abrieron cómo platos y sus piernas se paralizaron.

— ¿Sabias que cuando sonríes así te ves aún más hermoso?

Ángel no podía apartar su mirada de aquellos intensos ojos azules que parecían desnudarlo con la mirada. Sus labios se abrieron involuntariamente y su cuerpo comenzó a liberar un dulce aroma a flores. Los ojos de Micah cambiaron de color pero esta vez no fue por ira o temor, si no por deseo. 

— Por favor no me toques. — dijo con tono suplicante.

— ¿Por qué no?

— Es complicado.

— Soy bueno descomplicando cosas.

— Por favor, suéltame.

Los ojos de Ángel de repente se llenaron de lágrimas. Esto asustó a Micah quién lo soltó de inmediato.

— Perdón. No quise asustarte. – dijo arrepentido.

Ángel asintió y se secó las lágrimas. Continuaron guardando las cosas en silencio.

Micah se sintió pésimo por haberlo hecho llorar.

— Está noche me gustaría hacer la cena yo sí me lo permites.

Ángel lo escrutó por un momento.

— ¿Sabes cocinar? — preguntó dudoso.

— Hombre, la pregunta ofende. – Le contestó dándole una gran sonrisa.

Ángel asintió y se volteó rápidamente para evitar caer rendido a los pies de ese hombre. Puso su mano en su pecho insitandole a su corazón que dejara de latir tan fuerte. 

— ¿Estás bien? — preguntó Micah cuándo Ángel se quedó pasmado frente al fregadero.

— Sí. Si quieres puedes volver a la sala, yo termino aquí.

Micah asintió y salió de la cocina. Una vez que Micah se retiró, Ángel dio un gran suspiro. Estar cerca de este hombre será toda una odisea.


En Lo Profundo del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora