— ¡Qué emoción que hoy podremos saber el sexo de los bebés! — exclamó Diane.
— Si estoy tan emocionado y a la misma vez nervioso.
— Tranquilo amor, has estado haciendo todo lo que la doctora te dijo. Estoy muy orgulloso de ti.
— Micah tiene razón, Ángel. Has hecho todo bien para que los bebés estén bien.
— Gracias madre.
Diane ha estado más de un mes en la casa de Ángel. Era increíble lo rápido que pasaba el tiempo. Pronto regresaría a California y eso la ponía triste.
Llegaron al hospital y fueron atendidos de inmediato. Después de todo, Ángel prácticamente vivía en el hospital.
— Ángel, ¿cómo estás hoy?
— Muy bien, gracias.
— Vamos, la doctora los espera.
Entraron a la ya conocida sala de consultas donde la doctora Roberts los esperaba.
— Buenos días, ¿cómo te sientes Ángel?
— Buenos días, doctora. Estoy muy bien.
— Me alegro mucho. ¿Empezamos?
Todos asintieron y la doctora giró el monitor. De inmediato dos fuertes latidos se escucharon en toda la habitación. Ahí estaban sus querubines. Creciendo fuertes y sanos.
— Todo perfecto. Su ritmo de crecimiento es el que debería ser, 14 gramos. ¿Quieren saber el sexo?
— Si. — dijeron al unísono.
La doctora sonrió.
— Son niñas. Felicidades.
— ¿Niñas?
Ángel comenzó a llorar y Micah lo abrazó. A Diane también se le salieron las lágrimas por la emoción.
— ¿Escuchaste, amor? Niñas.
— Sí, amor. Gracias por este hermoso regalo.
Micah besó sus ojos, para secar sus lágrimas.
— Aquí tienen las imágenes.
— Gracias doctora.
— Nos vemos dentro de dos semanas.
— Voy a ser abuela de dos niñas. ¡Hay que ir de compras!
— Mamá por favor, tranquilízate.
— ¿Cómo me pides que me tranquilice? Voy a ser abuela de dos princesas. Tengo que comprarle hermosos vestidos y moños. Los muebles.
— Pero si aún no nacen.
— Pero hay que prepararse. Vamos a la ciudad, allí encontraremos todo lo que necesitamos.
— Mamá, no creo que sea buena idea. Ángel necesita descansar.
— Amor, yo estoy bien y me gusta la idea de ir a la ciudad. Solo fui una vez y fue por la muerte de la abuela. Quiero tener un buen recuerdo de la ciudad.
— ¿Estás seguro?
— Seguro.
— Prométeme que me dirás si estás cansado.
— Te lo prometo. Yo mismo te pediré que descansemos.
— Está bien.
— ¡Sí! — exclamó Diane.
Ángel y Micah se echaron a reír ante el entusiasmo de Diane. Salieron del hospital y se dirigieron al estacionamiento donde Terrence los esperaba.
— ¿Todo bien?
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En Lo Profundo del Bosque
Fantasía⚠️ADVERTENCIA ⚠️ Esta historia es para adultos. Contiene escenas de sexo explícitas no aptas para menores de 18 años de edad. Si no eres mayor de 18 años, por favor no la leas. Esta es una historia basada en el omegaverse donde los hombres quedan e...