Capítulo 58 - Por fin te encontré

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— ¡Qué emoción que hoy podremos saber el sexo de los bebés! — exclamó Diane.

— Si estoy tan emocionado y a la misma vez nervioso.

— Tranquilo amor, has estado haciendo todo lo que la doctora te dijo. Estoy muy orgulloso de ti.

— Micah tiene razón, Ángel. Has hecho todo bien para que los bebés estén bien.

— Gracias madre.

Diane ha estado más de un mes en la casa de Ángel. Era increíble lo rápido que pasaba el tiempo. Pronto regresaría a California y eso la ponía triste.

Llegaron al hospital y fueron atendidos de inmediato. Después de todo, Ángel prácticamente vivía en el hospital.

— Ángel, ¿cómo estás hoy?

— Muy bien, gracias.

— Vamos, la doctora los espera.

Entraron a la ya conocida sala de consultas donde la doctora Roberts los esperaba.

— Buenos días, ¿cómo te sientes Ángel?

— Buenos días, doctora. Estoy muy bien.

— Me alegro mucho. ¿Empezamos?

Todos asintieron y la doctora giró el monitor. De inmediato dos fuertes latidos se escucharon en toda la habitación. Ahí estaban sus querubines. Creciendo fuertes y sanos.

— Todo perfecto. Su ritmo de crecimiento es el que debería ser, 14 gramos. ¿Quieren saber el sexo?

— Si. — dijeron al unísono.

La doctora sonrió.

— Son niñas. Felicidades.

— ¿Niñas?

Ángel comenzó a llorar y Micah lo abrazó. A Diane también se le salieron las lágrimas por la emoción.

— ¿Escuchaste, amor? Niñas.

— Sí, amor. Gracias por este hermoso regalo.

Micah besó sus ojos, para secar sus lágrimas.

— Aquí tienen las imágenes.

— Gracias doctora.

— Nos vemos dentro de dos semanas.

— Voy a ser abuela de dos niñas. ¡Hay que ir de compras!

— Mamá por favor, tranquilízate.

— ¿Cómo me pides que me tranquilice? Voy a ser abuela de dos princesas. Tengo que comprarle hermosos vestidos y moños. Los muebles.

— Pero si aún no nacen.

— Pero hay que prepararse. Vamos a la ciudad, allí encontraremos todo lo que necesitamos.

— Mamá, no creo que sea buena idea. Ángel necesita descansar.

— Amor, yo estoy bien y me gusta la idea de ir a la ciudad. Solo fui una vez y fue por la muerte de la abuela. Quiero tener un buen recuerdo de la ciudad.

— ¿Estás seguro?

— Seguro.

— Prométeme que me dirás si estás cansado.

— Te lo prometo. Yo mismo te pediré que descansemos.

— Está bien.

— ¡Sí! — exclamó Diane.

Ángel y Micah se echaron a reír ante el entusiasmo de Diane. Salieron del hospital y se dirigieron al estacionamiento donde Terrence los esperaba.

— ¿Todo bien?

En Lo Profundo del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora