Capítulo 48 - Francis(advertencia: intento de suicidio)

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— Te amo, Francis. Eres el amor de mi vida.

— Yo también te amo, Robert.

— Tu cumpleaños número 21 es este fin de semana, pero no quiero esperar para darte tu regalo. — dijo entregándole una cajita.

— ¿Un regalo? ¿Qué es?

— Ábrelo y verás.

— ¡Ah! Robert, es hermoso. — exclamó Francis cuando vio el brazalete de oro frente a él.

— Lo mandé hacer especialmente para ti. Cada eslabón tiene un significado. El primero significa tú, el segundo el gran amor que nos une y el tercero yo. Juntos creamos un lazo inquebrantable que ni el tiempo ni la misma muerte puede romper. Te amo, Francis y siempre te voy a amar.

— Yo te amo más. Tú sabes que daría mi vida por ti, porque sin ti, nada tiene sentido. Júrame que siempre estaremos juntos. Que no importa lo que venga, no me dejaras ir.

— Te lo juro.

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— Gracias por acompañarnos en esta gran noche para celebrar el cumpleaños de nuestro hijo, Francis. Esta noche no solo celebramos que Francis se convierta en un adulto, sino que también celebramos oficialmente la pedida de mano Diane. Diane y Francis estarán celebrando su compromiso matrimonial el mes que viene. ¡Salud!

— ¡No! Padre, ¿qué acabas de hacer? — preguntó indignado.

— ¿Que no lo escuchaste? A partir de hoy, Diane y tú están comprometidos.

— Pero yo no la amo. Yo amo...

— ¡Yo sé muy bien a quién amas! ¿Acaso pensaste que no sabía del romance entre tú y Robert? Hace mucho que lo que sé. Por eso tuve que tomar cartas en el asunto antes de que te desbocaras como caballo salvaje. No voy a permitir que avergüences a esta familia. Te casarás con Diane si no quieres que a tu noviecito le pase algo. — siseó Frank.

Francis se congeló ante la amenaza de su padre.

— No te atreverías.

— Ponme a pruebas y verás.

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— Felicidades por tu compromiso. — la voz de Robert estaba más fría que el hielo.

— Robert, escúchame por favor. Mi padre me amenazó con tu vida. Me dijo que si no me caso con Diane tu vida corre peligro.

— Yo prefiero estar muerto a estar sin ti, Francis. ¿No te das cuenta que me estás rompiendo el corazón?

— Yo te amo, Robert y prefiero verte vivo aunque sea lejos de mi.

— Es curioso, porque tú me acabas de condenar a estar muerto en vida. Al final fuiste tú quien me dejó ir.

Robert giró sobre sus talones para marcharse.

— Por favor, por favor no te vayas. 

Francis lo abrazó por la espalda. Sus lágrimas rodando sin cesar.

— No me abandones, por favor. Te necesito más que nunca. No podré vivir este calvario si no te tengo a mi lado. Por favor, te lo suplico. — suplicaba de rodillas.

Robert no pudo contenerse y se arrodilló junto a él abrazándolo. 

— ¿Qué es exactamente lo que me estas pidiendo?

— Quiero que te quedes a mi lado, aunque sea como amigo. Te necesito cerca de mi. Necesito saber que estarás bien.

— Eso es demasiado cruel de tu parte, Francis. ¿Quieres que vea como te casas con otra y formas una familia? ¿Cuándo debería ser yo con quien te casas? Lo siento pero no puedo hacer eso.

— Solo si te tengo cerca podré soportar todo esto. Sin tí prefiero morir.

— No puedo hacer lo que me pides. Me duele demasiado. Trata de ser feliz, Francis. Yo haré lo mismo.

Francis se quedó de rodillas envuelto en llanto acariciando el brazalete que su amor le había dado. Fue directamente a su recamara arrojándose sobre el colchón. Su llanto se escuchaba por toda la casa pero a nadie le importaba. Su padre había tomado una decisión y nada ni nadie podía contradecirlo.

Lo había perdido todo. Había perdido a su gran amor y tendría que pasar el resto de su vida junto a una mujer que no amaba.

— Sin ti mi vida no tiene sentido. — se dijo saliendo de su habitación.

Se dirigió hacia la recamara que era de su madre. Fue directamente al baño abriendo el botiquín y sacando las pastillas anti depresivas que su madre solía tomar. Las mismas pastillas con las que su madre tuvo una sobredosis. 

Tomó el frasco y volvió a su habitación. Agarró la botella de agua de la mesita de noche y fue al baño. Abrió el grifo para llenar la tina y se sentó dentro con toda su ropa. Tomó la botella, la abrió y tomó el frasco de pastillas vertiéndolas en su mano. 

Eran alrededor de 15 pastillas. Las contempló por un segundo y se las llevó a la boca. Bebió de la botella de agua y las tragó.

— Perdóname Robert, pero prefiero morir que estar sin ti.

Cerró sus ojos y dejó que las lágrimas rodaran por sus mejillas mientras esperaba que las pastillas hicieran efecto. La tina se llenó de agua empezando a rebosarse. El cuerpo de Francis se deslizó hasta el fondo causando que el agua cayera al piso. La habitación de Francis estaba directamente arriba del despacho de su padre.

— ¿Qué mierda? ¿De dónde viene esa agua? Nancy. ¡Nancy!

— ¿Sí, señor?

— Ve a la habitación de Francis y chequea porque está goteando agua sobre mi escritorio.

— Sí, señor.

La chica fue rápidamente hasta la habitación de Francis. Al no encontrarlo, decidió tocar la puerta del baño. Podía escuchar el grifo abierto pero nadie contestó.

— Joven Francis, ¿está bien? ¿Joven, me escucha?

Al no obtener respuesta la chica entró al baño llevándose el susto de su vida.

— ¡Jove Francis! ¡Joven Francis despierte! ¡Auxilio! ¡Que alguien me ayude!

Al escuchar los gritos desesperados, Frank subió corriendo a ver qué pasaba. 

— ¡Francis! ¿Qué has hecho? — preguntó sacándolo del agua.

— Llama una ambulancia, ¡rápido!

La muchacha marcó el 9-11 y la ambulancia llegó casi de inmediato. Subieron a Francis a la camilla y lo montaron en la ambulancia seguido por Frank.

— ¿Sabe qué pastillas ingirió?

— Sí, Xanax 

— ¿Sabe cuántas?

— Al menos unas diez, quizás más.

El paramédico llamó al hospital para que tuvieran todo listo para un lavado de estómago. Frank observaba a su único hijo y solo pensaba que había salido un cobarde como su madre.

Llegaron al hospital y Francis fue de inmediato trasladado a la unidad de cuidados intensivos. Los doctores estaban contra el reloj ya que no sabían cuánto tiempo estuvo en el agua ni cuántas pastillas había tomado. Luego de 45 minutos, el doctor salió para hablar con Frank. 

— El pronóstico no es muy bueno. Tuvimos que inducirlo médicamente a un estado de coma debido al tiempo que estuvo sumergido. Necesitábamos bajar la presión del cerebro y estabilizarlo. Haremos todo lo posible para salvarlo.

— ¿Y si sobrevive volverá a ser el mismo?

— Todo depende de él.


Honestamente me dio mucha lástima Francis, pero no tiene derecho a tratar a Micah y a su madre así.

En Lo Profundo del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora