Capítulo 23 - Hazme tuyo y déjame hacerte mío 🔞

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Micah se acercó a sus labios y los devoró. Eran tan deliciosos como una fruta prohibida. Bajó despacio por su cuello dejando marcas rojas que se notarían al día siguiente. Siguió bajando hacia el sur, lamiendo y chupando sus abdominales hasta llegar a su pene erecto. Ángel tembló de excitación.

Ángel tenía escaso vello lo que hacía el trabajo más fácil para besarlo por todos lados. Micah besó sus abdominales y metió su lengua en el ombligo causándole cosquillas. Micah sonrió ante las cosquillas del muchacho. Siguió hasta su ingle chupando y lamiendo a su antojo. Ángel estaba desesperado con deseo.

— Agarra tus rodillas y sostenlas. Déjame ver ese hermoso culo.

Ángel se ruborizó pero hizo lo que le pidieron. 

Micah lo levantó de las caderas y se perdió entre sus nalgas.

— ¡No hagas eso! — gritó Ángel avergonzado.

— Tranquilo, no pasa nada. 

Micah le comió su entrada como si se tratara de un manjar. Entraba y sacaba su lengua absorbiendo el líquido resbaladizo que salía de su trasero. Ángel se retorcía de placer, hundiendo la cabeza en la almohada.

Micah abandonó la entrada permitiéndole que bajara sus piernas. Se dirigió hasta su pene y lo tomó entre sus manos deslizando hacia arriba y hacia abajo. Ángel era bastante grande para ser un omega y eso solo excitó más a Micah.

Lamió desde los testículos hasta la punta para luego introducir su lengua en el orificio de su pene. Ángel estaba hecho un manojo de excitación y deseo. Y cuando pensó que Micah no podría darle más placer, este abrió su boca tragándoselo por completo. 

Ángel apretó las sábanas y cerró los ojos disfrutando cada sensación que ese hombre le provocaba. Si esto era el cielo, moriría con gusto. Micah lo chupaba como si fuera una paleta. Su miembro era tan dulce y delicioso que Micah podía chuparlo todo el día.

Ángel se retorcía de placer ante esa maravillosa sensación. De pronto sus músculos se contrajeron y se corrió en la boca de Micah liberando un gran chorro de semen.

— ¡Lo siento! — gritó avergonzado.

Micah sólo sonrió y lamió el semen que se había escurrido por sus labios.

— Sabes delicioso.

Ángel cubrió su rostro ruborizado.

— No te avergüences. Es algo normal.

Micah se irguió en la cama arrodillándose y se quitó toda la ropa quedándose solo con el bóxer negro, dejando ese cuerpo esculpido por los dioses al desnudo.

— Eres hermoso. — confesó Ángel.

Micah le dio una sonrisa ladeada y lo tomó de las manos poniéndolo de rodillas como él.

— No quiero que solo me mires. — dijo acariciándolo.

— Quiero que también me toques. — y tomó las manos de Ángel para que este lo acariciara.

Ángel llevó sus manos hasta los anchos hombros para luego deslizarlas despacio por sus fuertes brazos sin apartar sus miradas. Sus manos recorrieron los pectorales de hierro bajando hasta la tabla de lavar que tenía por músculos.

Micah cerró los ojos disfrutando de ese toque tan preciso y delicioso. Siguió bajando hasta chocar con el enorme bulto dentro del bóxer. Las manos de Ángel vacilaron y se detuvieron. Micah era enorme.

— ¡Eso no va a caber ahí abajo! — gritó atónito. 

Micah lanzó una carcajada y lo abrazó. Era tan lindo e inocente.

En Lo Profundo del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora