Capítulo 34 - Me convertí en un monstruo

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— Hoy descubrí que mi nieto tiene poderes curativos. Después de limpiar la casa, al parecer me corté un dedo y no me di cuenta. Cuando tomé la manito de Ángel, la herida se cerró frente a mis ojos. 

— Mis ojos no podían creer lo que habían visto, así que fui al baño, tome unas tijeras y corté la palma de mi mano para verificar que de hecho mi nieto me había curado.

— Tomé su manito otra vez y nuevamente la herida se cerró. Me quedé completamente pasmada. Esto parecía una película de ciencia ficción. ¿Cómo era posible que un bebe de solo unos días de nacido pudiera tener esta clase de habilidad?

— Los días que siguieron fueron normales. Ángel era un bebé muy tranquilo y feliz. No lloraba a menos que tuviera hambre y necesitara un cambio de pañal. Es un niño hermoso. Mi Mariel eligió el nombre perfecto, era un ángel.

— Sus ojos verdes son tan hermosos y brillantes. Cuando me mira mientras le doy de comer, siento como si pudiera ver mi alma. Trato de no verlo a los ojos porque no quiero encariñarme con él. Después de todo, él mató a mi hija. Si Mariel no hubiese quedado embarazada, hoy estaría conmigo.

Las lágrimas de Ángel rodaron por sus mejillas una vez más. Micah lo abrazó y besó.

— Podemos parar aquí si quieres.

— No. Al mal paso darle prisa. Prefiero saber todo de una vez y salir de esto.

Micah asintió y lo dejó que continuara.

— Ángel ha empezado a caminar. Aún no tiene un año y ya recorre la casa completa. Le encantan los animales de la finca y las frutas de los huertos. Sus favoritas son las fresas. Si se lo permitiera, se comería toda una caja completa.

— Cada vez más se parece más al sinvergüenza de su padre y eso me enerva. Odio a ese hombre por destrozarle la vida a mi hija y luego abandonarla. Si ese desgraciado no la hubiera embaucado, Mariel se habría casado con un hombre a su altura. Lo odio tanto. Odio que Ángel sea una copia de él. Mis nietos debieron ser blancos con ojos azules, no negros y cabello malo.


Ángel suspiró. Las palabras de su abuela dolían, pero estaba decidido a seguir leyendo. Paso las páginas enfocándose en lo interesante.

— Ángel ya tiene cinco años. Parece mentira lo rápido que pasa el tiempo. Cinco años de mi vida perdidos cuidando a un mocoso que no debió nacer. Hoy de nuevo volvió a ocurrir. Me lastimé la mano en la finca y él me curó. Él no sabe lo que hace ni de lo que es capaz. Para él es solo un juego. Simplemente vio que me lastimé y quiso curar mi herida pero ni siquiera se dio cuenta de que en sí la había curado.

— Cada día que pasaba era un martirio. Me aterraba que alguien se diera cuenta de las habilidades de Ángel. Decidí que lo mejor sería darle clase en la casa en vez de mandarlo a la escuela. No quiero ni imaginar lo que pensarían los maestros y los niños si esto saliera a la luz.

— Necesitaba encontrar una solución rápida y certera que me permitiría ocultarle la verdad a Ángel y al mundo. Pasé días pensando en algo que solucionaría mi problema. El reto más grande era convencerlo a él y que me creyera de manera contundente. Fue cuando se me ocurrió una idea descabellada y algo macabra.

— Ángel tiene un pollito que adora. Siempre que vamos a la finca pasa todo el tiempo con él. Él lo llama su mejor amigo. Lo chistoso de todo esto es que el pollito siente lo mismo ya que no se le separa del lado.

— Estoy nerviosa por lo que voy a hacer. Sé que destrozaré el corazón de un niño de apenas cinco añitos y lo marcaré de por vida. Pero es la única solución que tengo para evitar que lo usen como rata de laboratorio. 

—¿En qué momento me convertí en un monstruo? Yo no era así. Nunca se me había ocurrido lastimar a un pequeño que no pidió venir al mundo.

— Lo miro jugando con sus carritos muy concentrado. Es lindo y tal vez en otras circunstancias fuera una abuela consentidora. Pero verlo solo me recuerda que perdí a mi hija por su culpa. 

— No. no permitiré que se enteren de la verdad. No permitiré que mi apellido ruede más por el lodo.

Ángel no pudo continuar leyendo. Lanzó el diario contra la pared y se cubrió el rostro hecho un mar de lágrimas. Micah lo giró y lo estrechó entre su pecho. No podía creer lo que acababa de escuchar.

— Solo le importaba el qué dirán, no mi bienestar. — dijo entre sollozos.

A Micah se le llenaron los ojos de lágrimas también al ver a Ángel tan herido. 

<<Ojalá te estas quemando en el infierno maldita bruja.>>

— Suficiente por hoy. — le dijo secando sus lágrimas.

— Lo más importante es que ahora sabemos la verdad; no estás maldito como ella te hizo creer. Eres bendecido por el amor de tu madre y el mío el cual es el más profundo que puedas sentir.

— Tu eres lo único que tengo, Micah. Por favor no me dejes. Por favor. — le rogaba entre lágrimas.

— Ey, mírame.

Ángel lo miró con sus ojos hinchados de tanto llorar.

— Yo no voy a dejarte nunca. Tendrían que matarme para apartarme de ti. Tú eres mi vida, Ángel. El aire que respiro. Sin ti yo no puedo vivir.

Micah lo abrazó con todas sus fuerzas y lo llevó hasta la habitación de Ángel acostándose.

— Hoy ha sido un día muy duro para ti. Descansa y no pienses en nada. Yo velaré tu sueño.

Le dió un beso en la frente y los cubrió a ambos. Ángel se acurrucó en su lugar favorito y se quedó profundamente dormido.

Para Micah no fue tan fácil conciliar el sueño. No podía dejar de pensar en todo lo que había pasado hoy. Miró a su amor durmiendo y notó su ceño fruncido.

Con su dedo índice desbarató el nudo que allí estaba. Micah no sabía cómo, pero se dedicaría en cuerpo y alma a hacerlo feliz. Luego de media hora vigilando el sueño de Ángel, Micah por fin se durmió. Pero lo que soñó fue la peor pesadilla de su vida.


No puedo con esto😭😭😭

En Lo Profundo del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora