Capítulo 72 - No es tu culpa

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Horacio llevó a Ángel a una casa abandonada en las afueras de la ciudad. Ángel no tenía idea de donde estaba. Horacio le había cubierto los ojos una vez que llegaron a la autopista. Habían manejado por lo menos una hora o al menos así se sentía. Ángel no dejaba de llorar por Micah.

¿Estará muerto? Nadie se salva de dos disparos en el pecho. Esta incertidumbre lo estaba matando. Si al menos él pudiera tocarlo, seguramente lo salvaría. Ese pensamiento solo lo deprimió más. Su amor se debatía entre la vida y la muerte y él estaba lejos de él. Llegaron a la casa y Horacio lo llevó hacia la habitación.

— Bienvenido a tu nuevo hogar, princesa.

Horacio lo lanzó sobre la cama andrajosa que estaba en la habitación. Ángel cayó sentado y se quejó de dolor.

— ¡Oye! Con cuidado, ¿no ves que está embarazado? — Replicó Lorenzo.

— ¿Y a mi qué mierda me importa si está embarazado o no? Ni él ni esos mocosos saldrán vivos de aquí.

— Son niñas. — Susurró Ángel.

— ¿Qué dijiste, mocoso?

— Dije que son niñas. — Repitió.

— Niña, niños o extraterrestres, me vale verga. Nunca vendrán al mundo porque de aquí no salen vivos.

Lorenzo agarró a Horacio del brazo y lo sacó de la habitación.

— ¿De qué mierda estás hablando? Yo no me voy a ensuciar las manos de sangre matando a unos inocentes.

— No te preocupes, el que los va a matar soy yo.

— Ese no era el plan.

— Pues como ves, el plan ha cambiado y más te vale que no te interpongas en mi camino y correras con la misma suerte.

Este hombre estaba más loco que Lucia. ¿De verdad pensaba matar a Ángel? Lorenzo se estaba arrepintiendo de haber sido parte de este estupido plan. Iba a sacar su teléfono pero Horacio se lo quitó de las manos.

— ¿Qué te pasa imbécil? Devuélveme mi teléfono.

— ¿Crees que soy tan estupido como para dejar que llames a alguien?

— Iba a llamar a Lucia para decirle que tenemos al omega.

— No te preocupes, yo la llamaré.

— Al menos démosle algo de comer. No ha comido nada en todo el día.

— ¿Que parte de que no me importe lo que pase con ese mocoso no entendiste? No saldrán vivos de aquí aunque se coma todo un manjar. Ahora lárgate de mi vista y ten mucho cuidado con lo que haces porque no me temblará la mano para darte un plomazo.

Lorenzo se retiró hacia cocina dejando solo a Horacio. ¿En qué lío se había metido?

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Ángel se había vuelto un ovillo en el medio de la cama. No podía dejar de llorar ni pensar en Micah.

— Tienes que salvarte, amor. No puedes dejarnos solos. — Acariciaba su vientre tratando de tomar fuerzas. Las bebés apenas se habían movido después de lo sucedido en la casa. Tal vez estaban en shock como él.

— Andi, Mimi, por favor diganme que están bien. No podría soportar que les este pasando algo malo y yo no pueda hacer nada. Por favor muévanse para mami. Mami está muy triste y preocupada por papá, no me preocupen ustedes también.

Fue como si las gemelas entendieron lo que Ángel les dijo, porque de inmediato ambas se movieron como respuesta a las súplicas de su madre.

— Gracias, mis niñas. Me tranquiliza saber que ustedes están bien. No se preocupen por lo que dijo ese hombre malo. Vamos a salir de aquí sanos y salvos y encontraremos a papa. Papá va a estar bien, él prometió que nunca nos abandonaría. Tenemos que ser fuertes. Necesito que me ayuden a no derrumbarme y sucumbir a la depresión.

En Lo Profundo del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora