Capítulo 19 - Malas noticias

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—¡¿Cómo es posible que aun no sepan nada de mi hijo?! — preguntó Francis ofuscado y enojado.

— Lo siento señor, pero lo último que supimos fue que la torre de control perdió el contacto con el joven Micah. Estamos haciendo todo lo posible por averiguar qué pasó. — trató de explicar Horacio el jefe de los subalternos de Francis antes de retirarse.

Francis estaba que echaba chispas. Su único hijo y heredero de su imperio, estaba desaparecido. El avión donde había viajado hacia Nueva York, había perdido contacto con la torre de control. Lo último que supieron fue que una gran tormenta azotaba la zona y que la visibilidad era escasa. 

Micah había decidido pilotar él mísmo el avión privado ya que quería despejar la mente. Últimamente estaba muy estresado debido al negocio y a su matrimonio pendiente. Para él, volar le daba paz y lo ayudaba a pensar con claridad.

Micah no estaba de acuerdo con ese matrimonio. Él estaba seguro que su alma gemela estaba en algún lugar, solo era cuestión de encontrarla. Pero sus padres, no, su padre había hecho un trato con el padre de Lucia desde que estos eran niños. Según su padre, esta unión fortalecería más su posición social. 

A Micah le importaban un carajo las posiciones sociales. Para él lo más importante es el amor y encontraría la manera de romper ese compromiso.

Francis se sentía fatal. El miedo y la incertidumbre de no saber el paradero de su hijo lo estaba matando. Y lo peor era el cargo de conciencia. Antes de Micah irse de viaje habían tenido una fuerte discusión por el matrimonio.

— ¡No me voy a casar con Lucia! 

— ¡Micah! Tú sabes muy bien que ese compromiso se acordó hace más de 20 años. El padre de Lucia ha sido mi mejor amigo desde que éramos adolescentes. Esta unión unirá más a ambas familias y fortalecerá nuestra posición social. ¿Qué clase de hombre no cumple su palabra?

— Uno que hace una promesa sin consultar con las personas involucradas. Me importa un bledo la posición social. Mi opinión no fue solicitada y mis sentimientos no fueron tomados en cuenta. Puede que tú y mamá sean infelices, pero yo no lo seré. Yo no seré un cobarde como tú que no supo luchar por el amor de su vida.

¡Paf!

— ¡Francis! — gritó Diane al ver lo que acababa de hacer su esposo.

El golpe fue tan fuerte que la mandíbula de Micah se desencajó.

— ¿Te das cuenta de que es la primera vez que me pegas y lo haces porque te he dicho la verdad? — dijo Micah dolido y con los ojos llorosos.

— Puedes pegarme las veces que quieras o hasta matarme si quieres, pero me rehúso a renunciar a mi felicidad. No seré un ser amargado y desdichado como tú.

— ¡Micah, ya basta! Respeta a tú padre.

— Lo siento mamá, pero el respeto se gana. — dijo con su voz quebrantada.

— Lamento que hayas tenido que escuchar lo que dije pero tú más que nadie sabes que es la verdad. Tú te mereces ser feliz.

— ¡No voy a tolerar ni una falta de respeto más! Si no te casas con Lucia, has de cuenta de que ya no eres parte de esta familia.

— ¡NO! — gritó Diane

— Esa ha sido tu decisión. — Micah se dió la vuelta y se marchó.

Diane fue tras él.

— Por favor Micah, no te vayas. Tú sabes como es tu padre. Solo está enojado porque te rebelaste contra él.

Micah se volteó enfadado.

— ¡Mamá! No trates de disculparlo. Precisamente porque sé como es, es la razón por la que me marcho. No puedo vivir la vida que ÉL ha impuesto para mí. Yo no soy como tú.

Diane asintió con dolor en su corazón. Su hijo tenía toda la razón, su padre cuando tomaba una decisión, era definitiva.

Micah abrazó a su madre con fuerza y le secó las lágrimas que caían sin cesar.

— Perdóname mamá. No quise lastimarte. Tu sabes que te amo con todo mi corazón, pero no puedo quedarme aquí y dejar que papá arruine mi vida.

La mujer negó una y otra vez acariciando el hermoso rostro de su hijo.

— Descuida mi amor. Haz lo que tu corazón te indique. Como le dijiste a tu padre, no seas un cobarde y busca a tu alma gemela.

Micah volvió a abrazarla y se marchó de la casa.

Francis repitió esa escena en su cabeza. ¿Y si esa fuera la última conversación que tendría con su hijo? ¿Y si esa fueran las últimas palabras que se dirían?

Sacudió su cabeza una y otra vez tratando de alejar ese pensamiento. Su hijo estaba vivo y nadie lo haría cambiar de opinión.

Se volteó para irse a su oficina y se encontró con los ojos acusadores y llenos de reproche de Diane. Se miraron unos segundos y ella se retiró del lugar.

Francis sabía que Diane nunca le perdonaría si algo le pasaba a Micah. Podía tolerar su falta de amor, pero nunca le perdonaría que su hijo muriera por su culpa.

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Habían pasado dos días desde que Micah había volado a Nueva York y lo único que se sabía era que su nave perdió contacto con la torre de control y que el clima en ese estado estaba bajo una fuerte tormenta de nieve.

Horacio, el subordinado del señor Williams, estaba tratando de buscar información sobre el paradero del joven Micah sin obtener resultados. Todo esto lo estaba estresando porque sabía el carácter que tenía su jefe y ni hablar de su esposa. La señora Williams podría ser sumisa cuando se trataba de su marido, pero si se trataba del joven Micah, era peor que una leona en celo.

— Jefe.

Uno de los subalternos dirigidos por Horacio entró al cuarto de seguridad donde Horacio vigilaba las cámaras.

— ¿Qué pasa? — preguntó molesto.

— Traigo noticias del joven Micah.

Horacio se levantó con rapidez y lo agarró del brazo.

— ¿Qué averiguaste? 

El joven tragó en seco antes de contestar.

— Al parecer el avión perdió el control y se estrelló en una zona boscosa al norte del estado de Nueva York. 

La sangre de Horacio se drenó de su cara al escuchar esta noticia.

— ¿Qué acabas de decir? — preguntó entre dientes enojado.

— Que el avión se estrelló en el bosque y debido a la tormenta no hay forma de rastrearlo. Si por alguna casualidad sobrevivió al accidente, la nieve lo habría enterrado vivo.

Horacio se derrumbó en la silla catatónico. ¿Cómo carajo le diría esto a su jefe?

— Necesito pruebas de lo que estás diciendo. No puedo ir a donde mi jefe con la conjetura de que su único hijo está muerto.

— ¡No!

El grito desde la puerta sorprendió a los dos hombres. Horacio corrió hacia Diane quien se había desmayado de la sorpresa.


Las cosas están que arden. Francis me cae de la patada😠 No tanto como Amanda(hasta ahora🤭) pero me cae mal.

Déjenme sus comentarios y díganme qué piensan de este señor.

En Lo Profundo del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora