Capítulo 13 - Micah

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— ¿Tú me salvaste? — preguntó el hombre dudoso.

— Sí

— ¿Cómo me trajiste hasta aquí? Eres más pequeño que yo y no pareces tener las fuerzas para cargar a cuestas a un hombre como yo. — dijo el hombre con un tono un poco altanero.

Ángel frunció el ceño y cuadró sus hombros haciéndose más alto.

— Yo andaba montando mi caballo cuando ví el avión ir en picada. Galopé rápidamente siguiendo el ruido estruendoso cuando impactaste el suelo. Corrí hacia tí y abrí la puerta. Fue difícil al principio porque estaba atascada. Luego de un par de jalones la pude abrir y sacarte. Apenas y nos dió tiempo a apartarnos del avión antes de que estallara y nos lanzara al suelo.

Micah lo miró detenidamente. Era hermoso. Definitivamente daba honor a su nombre, parecía un ángel aunque un poco apagado. Algo en su mirada denotaba una tristeza profunda que le arrugó el corazón.

<<¿Qué carajos? ¿Por qué estaba pensando en su tristeza? Él nada tenía que ver con este desconocido. Obvio le agradecía que lo hubiera salvado pero quien sabe con qué intención.>>

Los ojos dorados brillaron aún más mientras el hombre lo escrutaba.

— ¿Por qué me miras así? ¿Piensas que te salvé con una segunda intención? — fue como si le hubiera leído el pensamiento.

— No sería la primera vez. — contestó Micah.

— Pues no sé con qué tipo de personas estas acostumbrado a lidiar, pero yo no salvo a las personas esperando algo a cambio. — dijo Ángel molesto. — Si tienes hambre puedo servirte un poco de caldo.

Se volteó hacia la estufa y empezó a servirle un plato de sopa.

— No está envenenado. — le dijo sobre su hombro.

Micah se sintió como la mierda. Este chico lo había salvado y en vez de agradecerle, lo estaba insultando.

Ángel puso el plato en la isla y le pidió que se sentara. Tomó otro plato y se sirvió él también. Ambos comieron en silencio. Ángel estaba nervioso. Nunca había tenido huéspedes en su casa. Solo habían sido él y la abuela. ¿Y si este hombre era un asesino en serie? ¿Y si tratara de hacerle daño?

Ángel sacudió su cabeza y miró al hombre de reojo. Un hombre así de bello no puede ser un asesino. Sus mejillas se tornaron un tono rosa al pensar en ese cuerpo desnudo.

Micah lo observó y notó su sonrojo.

— ¿Te sientes bien?

— ¿Perdón?

— Te pregunte si te sientes bien. Tus mejillas se han puesto rojas. ¿Tienes fiebre?

¡Maldición! Se había sonrojado pensando en su cuerpo desnudo, y el hombre se había dado cuenta.

— Sí, estoy bien. La sopa está caliente. — dijo en voz baja.

Micah asintió no muy convencido.

— Gracias por salvarme y disculpa mi mala educación.

— No te preocupes. No pasa nada...?

— Micah. Mi nombre es Micah Williams.

— Mucho gusto Micah. — Ángel se quedó mirándolo algo sorprendido.

— ¿Pasa algo? — preguntó algo inquieto.

— Tus ojos.

— ¿Qué pasa con ellos?

En Lo Profundo del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora