Habían pasado tres meses desde que Diane regresó a California. Todo se sentía tan extraño, frío y triste. No era nada comparado al calor del penthouse de Derek, la cabaña de Ángel y la alegría de estar con ellos.
Esos dos meses que pasó con sus hijos y su novio fueron los más maravillosos de toda su vida.
<<Mi novio.>>
Diane sonrió para sí misma al pensar en esa palabra. Derek era un hombre excepcional en todo el sentido de la palabra. Diane nunca en su vida se sintió tan plena. Esa noche en París había sido la más ardiente de toda su existencia.
Derek era una bestia salvaje en la cama pero a la misma vez era tierno y atento a darle placer. Toda la noche le hizo el amor de tal manera que aún puede sentir sus manos sobre su cuerpo. Y ni hablar de esa lengua que se merece un altar por llevarla hasta al cielo.
Las mejillas de Diane se ruborizaron al recordar todo lo que sucedió esa noche. Incluyendo su torpeza al hacerle un oral. Diane no tenía experiencia en ese departamento, ya que nunca le había hecho uno a ningún hombre. Derek en vez de quejarse, la guió paso por paso como le gustaba que se lo hicieran.
Diane tomó nota de cada gesto y gemido de Derek cada vez que ella hacía lo que él le decía. Se propuso a aprender viendo los videos que tenía de Francis y Robert. Era irónico que su marido y el amante de este le hubieran enseñado como darle placer a su novio. Diane tenía que admitir que ambos eran excepcionales en orales y ella aprendería de ellos agregando sus propios trucos.
Ya para cuando Derek y ella volvieron a estar juntos, Diane se había convertido en una aspiradora humana. Aún recuerda la cara de sorpresa y éxtasis de Derek cuando Diane lo tragó por completo a pesar de su enorme tamaño. Cuando él le preguntó cómo aprendió, ella no titubeó y le dijo la verdad. Luego de unos segundos, ambos se rieron como locos de lo irónico que era todo.
Derek era un hombre espectacular y era suyo. Una gran sonrisa se dibujó en sus labios con ese pensamiento.
— ¿De qué te ríes?
Sus pensamientos idílicos fueron interrumpidos por la voz de Francis. Diane lo observó y volvió a reír.
<<No tienes ni la puta idea de por qué me rio.>>
— Estaba pensando en mis hijos y mis nietas. — mintió y no le molesto en lo más mínimo.
— Hasta donde yo sé, solo te engendré un hijo, no dos. — dijo con el ceño fruncido.
— Puede ser que me hayas engendrado solo uno pero tengo otro y se llama Ángel. Es el ser más hermoso y cariñoso que he conocido en mi vida. Si no estuvieras tan obsesionado con la mosca muerta de Lucia y te dieras la oportunidad de conocerlo, te darías cuenta de la gran persona que es.
— No me interesa nada que tenga que ver con tu hijo. Para mí es como si no existiera.
— Algún día te vas a arrepentir de todas las estupideces que dices.
— Lo dudo. — replicon con burla.
— Quiero el divorcio.
Francis se disponía a salir de la casa cuando las palabras de Diane lo frenaron en seco.
— ¿Qué dijiste? — preguntó atónito.
— Lo que escuchaste. Quiero el divorcio. Quiero una vida nueva lejos de este martirio que llamamos matrimonio.
— No se que diablos fumaste pero te fundió las neuronas. Nunca te daré el divorcio, ya te lo había dicho.
— ¿Acaso no estás cansado de fingir ser alguien que no eres? ¿No crees que Robert se merece salir a la luz?
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En Lo Profundo del Bosque
Fantasy⚠️ADVERTENCIA ⚠️ Esta historia es para adultos. Contiene escenas de sexo explícitas no aptas para menores de 18 años de edad. Si no eres mayor de 18 años, por favor no la leas. Esta es una historia basada en el omegaverse donde los hombres quedan e...