— ¡¿Qué estás diciendo?!
— Que Francis está en cuidados intensivos por intento de suicidio.
— ¿Cuándo sucedió eso?
— Hace dos días. Según lo que me dijo Frank, Francis llegó a su casa muy alterado y llorando. Luego se metió al baño, llenó la tina de agua y se tomó diez Xanax.
El rostro de Robert se palideció.
— Como la recámara de Francis está justo arriba del despacho de Frank, pudo darse cuenta de lo que estaba sucediendo por las gotas que caían del techo. La sirvienta lo encontró sumergido en la tina. Está en un coma inducido. Los médicos no dan muchas esperanzas.
Robert salió de la casa como alma que lleva al diablo. Se montó en su coche y salió a toda velocidad para el hospital. No podía ser que su amor estuviera al borde de la muerte. Era su culpa. Él lo había rechazado. Francis le había rogado que permaneciera a su lado, y él lo había herido.
— ¡Maldita sea! — gritó golpeando el volante.
— Tú no puedes dejarme. Tú no puedes dejarme. — repetía entre sollozos.
— Solo si te tengo cerca podré soportar todo esto. Sin tí prefiero morir.
— Perdóname. No pensé que llegarías a tanto por mi culpa. No pensé que hablaras en serio.
Las lágrimas de arrepentimiento no paraban de caer. Robert aceleró a una velocidad peligrosa para llegar hasta su amor. Cuándo llegó al hospital encontró a Frank afuera de la habitación hablando con el doctor. Frank le dió una mirada de desdén, la cual no inmutó a Robert. Luego de que el doctor se fuera, Robert se acercó a preguntar por Francis.
— ¿Cómo está?
— Igual. El doctor dice que hay que esperar a que baje la hinchazón. No tienes nada que hacer aquí, así que vete. — le ordenó con una voz autoritaria.
— No me voy a mover de aquí. Francis me necesita.
Lo tomó del brazo y lo jaloneó.
— Mi hijo no te necesita. Él tiene una prometida que llegará en cualquier momento. Vete o te saco a patadas.
— Si quieres un escándalo, te puedo dar uno. Puedo gritarle a todo el mundo lo que hay entre Francis y yo. Francis podrá temerte, pero yo no. Es tu culpa que esté en ese estado. Tú lo orillaste a tomar esa decisión por obligarlo a dejarme. Pero déjame decirte algo, nosotros nos amamos y ni tú ni nadie nos va a separar. Puede que él se case y yo también, pero no nos vamos a separar. De ahora en adelante, seré como su sombra. No permitiré que nadie le haga daño, especialmente tú. ¿Entendiste?
Frank se quedó sin palabras. Él sabía que Robert era capaz de hacer eso y más.
— No sé que excusa le vas a dar a la "prometida" de Francis, pero seré yo quien se quede a cuidarlo. Él me necesita a mí a su lado. Necesita de mi amor y mi calor para recuperarse, y yo se lo daré.
— ¿Quién carajos crees que eres? — siseó agarrándolo del cuello.
Con toda la calma del mundo, Robert lo miró a los ojos y le dió una sonrisa ladeada.
— Soy el gran amor de tu hijo.
Los ojos de Frank eran dagas que a cualquier otra persona hubieran hecho correr a esconderse, pero a Robert esa mirada no le afectaba en lo más mínimo.
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Robert entró a la habitación y casi se infarta al ver todos los cables y monitores que rodeaban a Francis. Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver a su amor tan frágil y desvalido. ¿Cómo pudo suceder esto? Hace apenas unos días él y Francis estaban felices disfrutando de su amor.
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En Lo Profundo del Bosque
Fantasy⚠️ADVERTENCIA ⚠️ Esta historia es para adultos. Contiene escenas de sexo explícitas no aptas para menores de 18 años de edad. Si no eres mayor de 18 años, por favor no la leas. Esta es una historia basada en el omegaverse donde los hombres quedan e...