Capítulo 87 - Maravillosa bendición

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— Buenas tardes señora Diane.

— Buenas tardes Stacy. ¿Estará muy ocupado el señor Matthews?

— Para usted él siempre tiene tiempo. — señaló la joven con una sonrisa.

— Es verdad, pero no quiero interrumpirlo.

— Tú nunca interrumpes. — Derek la tomó de cintura y la besó. — Qué sorpresa más agradable.

— Vine a invitarte a comer.

— Llegaste en el momento indicado porque me muero de hambre. Stacy, iré a casa temprano hoy. Por favor envía mi maletín con el chofer.

— Sí señor Matthews.

— Espero no tengas nada importante que hacer.

— No. Hoy ha sido un día ligero, por eso me voy temprano.

— ¿Es eso cierto , Stacy?

— Sí señora. La cita programada para esta tarde fue postergada para mañana. El señor Matthews no tiene ningún pendiente.

— ¿Ves? Podemos irnos.

— Está bien. Hasta luego Stacy.

— Hasta luego señora.

Stacy sonrió para sí misma. Definitivamente la señora Diane era quien mandaba en esa relación. El señor Matthews babeaba por ella. Stacy canceló la reunión que Derek tenía esa tarde. Como dijo Diane, Derek lo dejaba todo a un lado por ella.

<<Como me gustaría encontrar un hombre así.>> dijo con un suspiro.

— Me encanta cuando me sorprendes así. Mi día se vuelve hermoso.

— Me alegro mucho poder alegrarte el día. — dijo enredando sus brazos en el cuello de Derek besándolo.

— ¿Dónde quieres ir a comer?

— Al restaurante francés qué tanto me gusta. Ya hice la reservación.

— ¿Cómo sabía que estaría disponible?

— Porque siempre lo estás. Y no creas que me creí el cuento de que no tenías nada que hacer. Pero me imagino que no cancelarías algo que fuera sumamente importante.

— ¿Cómo es que me conoces tan bien? — le preguntó abrazándola de la cintura.

— Porque eres un libro abierto para mí. — Derek se carcajeó.

— Tienes razón.

Caminaron unas cuadras y llegaron al restaurante. Diane había pedido una mesa privada, alejada de la multitud. Esta era una ocasión especial y no quería que nadie los interrumpiera.

— ¿Por qué tanta privacidad? — indagó curioso.

— Solo quiero tener un almuerzo privado con mi prometido.

Uno de los meseros le trajo el menú al igual que una botella de champaña, mientras que el otro trajo un plato cubierto al estilo francés. Después de servir la champaña, se retiraron.

— ¿Estamos celebrando algo especial?

— Sí.

— ¿Y porque solo yo tengo una copa? — Diane destapó el plato con los nervios de punta.

— Porque no puedo tomar. — los ojos de Derek se quedaron pasmados en la prueba de embarazo que estaba sobre el plato. Levantó la mirada llena de lágrimas.

— ¿En serio?

— Sí. Estoy embarazada. — Derek se levantó de la silla y la cargó dándole una pequeña vuelta.

En Lo Profundo del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora