Lorenzo siguió a Micah y a su amante. Ninguno de los dos se dió cuenta de que alguien los seguía. Ambos estaban demasiado felices como para mirar por el espejo retrovisor.
— ¿Qué quieres hacer cuando lleguemos a casa? ¿Quieres descansar un rato?
— No. Quiero que vayamos a montar. El atardecer será hermoso y quiero mostrarte mi lugar favorito.
— Amor, ¿no crees que está muy frío?
— No está tan frío. Además yo estoy acostumbrado. Eres tú el que de cualquier cosita necesita un calentador portátil. — dijo burlándose.
— No es mi culpa haber nacido en la costa dorada. Este bronceado no es de salón.
Ambos rieron con ese comentario.
— No sé porque quiero ir hoy. Anda, compláceme. Después de hoy me portaré bien y haré todo lo que me digas.
— ¿Lo prometes?
— Lo prometo.
— Está bien, diablillo. Siempre te sales con la tuya.
Ángel le dio una gran sonrisa y abrazó su brazo.
— Gracias. Te amo con toda mi alma.
— Y yo más. — le dijo besando su cabeza.
Manejaron el resto del camino en silencio. Micah pensaba en lo que Terrence le había dicho. Tenía que hablar con su padre, por más que quisiera, él no podía abandonar todo en California sin antes romper su compromiso con Lucia. Ese maldito compromiso nunca debió existir, pero su padre se empeñó con ello.
Miró a su ángel que se había quedado dormido. Ese era su futuro. Ese chico y esos bebés, eran todo lo que él necesitaba para ser feliz y luchará con quien sea para protegerlos. Incluso su propio padre.
El carro negro los seguía a distancia pero sin perderlos de vista. Lorenzo estaba de mal humor, odiaba el frío y este maldito lugar se estaba congelando. No entendía cómo la gente vivía en este lugar que parecía olvidado por Dios.
Observó cómo Micah dobló hacia la derecha y entró en un monte. Definitivamente eso es lo que era, un monte. La arboleda se había hecho más densa, la hierba más alta y todo a su alrededor se sentía sombrío. Lorenzo se estremeció del escalofrío. Definitivamente no le gustaba ese sitio.
Redujo la distancia para evitar ser visto, ya era obvio que en este lugar sólo había una sola vivienda. Todo estaba muy desolado y aislado de todo. Detuvo su coche al costado y tomó los binoculares. Micah había detenido su coche y se bajaron de él, pero en lugar de entrar a la cabaña, caminaron hacia el bosque.
— ¿A dónde mierda van? — gruñó con molestia.
Se bajó del auto y los siguió. Luego de unos minutos, pudo ver a dónde se dirigían. La granja era de un tamaño decente. El ganado no era enorme pero tenía lo suficiente para una sola persona. Lorenzo se quedó observando desde lejos pero sin perderlos de vista.
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— Hola Choco hermoso, ¿cómo estás hoy?
— Hola Choco, te ves muy guapo hoy. — dijo Micah acariciando su lomo.
Chocolate zapateó con alegría. Ambos sonrieron al ver cómo el caballo expresaba su alegría de haber sido llamado hermoso. Abrieron la puerta del corral y entraron. Cada uno tomó un cepillo y comenzó a cepillar el pelaje.
— ¿Adivina qué, Choco? Vas a ser tío. Y de gemelos, ¿como la vez?
— Además le pedí matrimonio a tu amo y él aceptó. Así que serás tío y padrino de boda al mismo tiempo. Cuánta presión, ¿no?
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En Lo Profundo del Bosque
Fantasy⚠️ADVERTENCIA ⚠️ Esta historia es para adultos. Contiene escenas de sexo explícitas no aptas para menores de 18 años de edad. Si no eres mayor de 18 años, por favor no la leas. Esta es una historia basada en el omegaverse donde los hombres quedan e...