Era el primer Halloween de las gemelas y también el cumpleaños de Micah. Habían decidido hacer una pequeña fiesta de disfraces y todos los invitados tenían que tener uno. Micah, Ángel y las bebés se vistieron de osos, Diane y Derek se vistieron de mimos franceses y Diane se veía hermosa con su pancita. Ya tenía seis meses y Derek no dejaba de consentirla. Mark y Terrence se habían vestido de policía, se veían demasiado sexis, pero Ángel jamás admitiría algo así en voz alta.
Elizabeth y los abuelos decidieron no disfrazarse. Fabrizio como todo un verdadero italiano se disfrazó de Leonardo da Vinci y Robert y Francis se disfrazaron de gangsters de los años 20s. Toda penthouse estaba divinamente decorado para Halloween pero con un toque de cumpleaños. Era algo íntimo y eso a Micah le encantaba. Se había acostumbrado a la tranquilidad de estar solamente con Ángel y eso le gustaba.
— Feliz cumpleaños, mi osito miel.
— Gracias, mi negrito. Hiciste un gran trabajo decorando la casa. Gracias por todo lo que haces. — Micah le dio un beso tierno y lo abrazó.
— Amo apapacharte. Tú siempre lo haces conmigo. Me gusta consentirte y esta noche te consentiré un montón.
— No me tientes que mando todo a la mierda y no te dejo salir de esta habitación. — dijo con voz ronca. Ángel sonrió.
— Vamos, sé un buen chico y ten paciencia. Te prometo que no te vas a arrepentir. — susurró lamiendo su cuello mandando una corriente eléctrica por todo su cuerpo. Micah gruñó, lo tomó de la nuca y le dió un beso salvaje.
— Estaré pensando la noche entera en cómo hacerte el amor de mil maneras.
— No puedo esperar a descubrirlas.
Salieron de la habitación para reunirse con los invitados. Pasaron una gran velada con muy buena comida, música y bebidas. Micah no necesitaba más. Frente a él, tenía todo lo que necesitaba. Miró a sus padres hablando y sonriendo y le parecía increíble lo bien que se llevaban. Nunca en su vida los había visto tan felices y relajados el uno con el otro.
Su padre se veía feliz, Micah nunca lo había visto así y tenía que admitir que le gustaba mucho esta versión de él. Era mucho más accesible que antes, inspiraba más confianza y cariño. Por otra parte, su madre estaba hermosa y radiante. El embarazo le sentaba muy bien, la hacía ver mucho más delicada y deslumbrante. Derek se desvivía por ella, tal cual él lo hacía con Ángel.
Su Ángel. Lo veía reír y disfrutar con los demás sin ninguna preocupación. Su corazón palpitó con fuerzas cuando sus ojos verdes chocaron con los suyos dándole una gran sonrisa. Micah se la devolvió con la misma intensidad. Lo amaba, amaba a Ángel como nunca podrá amar en su vida. Hoy celebraba su cumpleaños número 26 y lo único que deseaba era darle gracias a la vida por darle un año más de vida junto a ese ser tan maravilloso que le había regalado lo más preciado del mundo: su amor y sus hijas. Era el hombre más afortunado porque los tenía a ellos.
— ¡Es hora de abrir los regalos! — exclamó Fabrizio con una sonrisa.
— No tenían por qué molestarse. Ustedes son mi mejor regalo. — dijo besando a Ángel.
— Pero aun así quisimos comprartelos. Espero te gusten. — replicó Ángel. — Sientate.
Micah se sentó en el sofá y esperó a que los regalos fueran entregados.
— Este es el mío. — Fabrizio le entregó algo que parecía una caja rectangular.
— Gracias, amigo. — Micah tiró del moño y la envoltura para encontrarse con una hermosa caja de madera que albergaba un habano junto con dos copas de vino con monograma con sus nombres y una botella de vino de cosecha. Micah le dió un abrazo dándole las gracias.
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En Lo Profundo del Bosque
Fantasy⚠️ADVERTENCIA ⚠️ Esta historia es para adultos. Contiene escenas de sexo explícitas no aptas para menores de 18 años de edad. Si no eres mayor de 18 años, por favor no la leas. Esta es una historia basada en el omegaverse donde los hombres quedan e...