Ángel estaba aterrado. Tenía miedo de que Diane lo rechazara y lo viera como un bicho raro. Miró a Micah y este le sostuvo la mano para tranquilizarlo.
— Por favor, madre. Di algo. ¿Piensas que soy un bicho raro, cierto? — preguntó bajando la cabeza.
— ¡Hey, por supuesto que no! Solo dame un segundo para asimilar lo que acaba de pasar. ¿Desde cuándo? ¿Por qué no me dijiste nada?
— Desde que nací. Mi abuela me aisló del mundo haciéndome creer que estaba maldito. Toda mi vida usé guantes para no tocar nada viviente. Me hizo creer que había matado a mi pollito favorito para que nunca me quitara los guantes y me acercara a alguien. Según ella esa era la única manera de que no terminara como rata de laboratorio.
— ¡Dios mío! Que mujer tan malvada.
— Y no sabes ni la mitad de todo lo que sufrió Ángel por su culpa.
— Por favor ya no hablemos de eso. El punto es que puedo curar heridas.
— ¿Y cómo los conseguiste?
— Aparentemente los heredé de mi padre.
— Y no te imaginas quién es el padre de Ángel.
— ¿Quién es?
— Derek Matthews
— ¡¿EH?!
Micah le contó con lujo de detalles todo lo que aconteció esa tarde. Diane estaba completamente anonadada. No podía creer la gran coincidencia que había sido conocer a Derek en el vuelo hasta allí.
— Wow. Estoy completamente sorprendida. Ángel, mi niño. No sabes lo feliz que estoy por ti. — le dijo abrazándolo. — No estás solo como creías.
— Aún no lo puedo creer. Pero estoy muy feliz de que mi padre esté vivo.
— ¿Ya pensaste que harás para el almuerzo este sábado?
— No y estoy muy nervioso.
— Ya escuchaste lo que dijo Derek, le encanta la comida dominicana y tú eres todo un experto.
Ángel sonrió tímidamente. Puede ser que fuera un experto, pero esta vez estaría cocinando para su padre.
Tres días después...
Ángel optó por hacer una pierna de cerdo asada, pollo guisado con arroz blanco y habichuelas rojas, ensalada de vegetales y frutas, un arroz con leche y fritos maduros. Más dominicano de ahí, imposible.
— Si sigues caminando de un lado a otro, harás un hoyo en el piso. — dijo Micah sonriendo.
— Es que me muero de nervios.
— Tienes que calmarte, cariño. Él estará aquí pronto.
Toc toc
Dos golpes en la puerta hicieron que Ángel dejara de respirar por unos segundos.
— ¿Quieres que abra yo?
— No. Yo lo haré.
Con piernas temblorosas, Ángel se dirigió a la puerta y la abrió. Ahí, delante de él estaba su padre. Ahora que lo pensaba, ambos tenían un gran parecido.
— Hola, Ángel. — saludó Derek con su corazón latiendo fuerte.
Ángel se le fue encima y lo abrazó. Derek se congeló con ese gesto inesperado. Luego llevó ambos brazos y le devolvió el abrazo con la misma intensidad.
— Te he extrañado tanto, papá. No sabes lo feliz que me siento de que estés aquí. — las lágrimas rodaron por sus mejillas.
Los ojos de Derek se llenaron de lágrimas. Su hijo lo había llamado papá. Todo el sufrimiento había valido la pena si la recompensa era tener a su hijo entre sus brazos.
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En Lo Profundo del Bosque
Fantasy⚠️ADVERTENCIA ⚠️ Esta historia es para adultos. Contiene escenas de sexo explícitas no aptas para menores de 18 años de edad. Si no eres mayor de 18 años, por favor no la leas. Esta es una historia basada en el omegaverse donde los hombres quedan e...