Terrence necesitó unos minutos para calmarse. Mark le había subido la temperatura a millón y no podía salir así. Se encontraran esta noche en la casa de Mark. Eso tomó a Terrence por sorpresa, una grata sorpresa, pero sorpresa al fin.
En realidad se lanzó al vacío cuando le sugirió que fuera a su habitación. Esperaba que Mark le dijera que no, hasta esperaba que le pegara por la insinuación. Pero, no. Mark no solo había dicho que sí, si no que lo invitó a su casa. Si ese beso era alguna indicación de cómo sería haciendo el amor, esta noche sería eterna. Terrence se lavó la cara para despabilarse y salió del baño.
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— ¿Sabes? Acabo de recordar que tengo una cuenta de ahorros que nadie conoce. Mi mamá me aconsejo que siempre tuviera algo de dinero guardado porque uno nunca sabe cuándo las cosas se pueden complicar.
— ¿En serio?
— Mhmm. Tengo ahorrado una buena cantidad dinero la cual podemos usar sin gastar el tuyo. — concluyó acariciando su mano.
— No me molesta compartir lo que tengo contigo.
— Lo se amor, pero yo también quiero ayudarte. Ya escuchaste a la doctora, tienes que cuidarte. Tendrás que dejar de trabajar en la finca hasta que nazcan los bebés.
— Hay algo que quiero que hagamos juntos antes de que mi panza empiece a crecer.
— ¿Qué cosa?
— Quiero que demos un paseo a caballo. Quiero que Chocolate sepa que va a ser tío. — dijo sonriendo.
Micah estalló en risa y le besó ambas mejillas. — eres tan adorable.
Cuando Terrence se dirigió hacia la puerta, vio a Micah quién lo reconoció enseguida. Le hizo seña con la cabeza para que lo siguiera y salió de la cafetería.
— Amor, ya regreso.
— ¿A dónde vas? — preguntó Ángel ansioso.
— ¿Recuerdas que te dije que me pareció ver a alguien conocido? — Ángel asintió. — Es un empleado de papá.
— ¿Entonces nos encontraron? — Ángel se paró como un resorte agarrando su brazo.
— Tranquilo, por favor. Recuerda lo que hablamos. Iré a hablar con él a ver que quiere. No es normal que quiera hablar conmigo ya que sería mejor para él decirle a mi padre donde estoy. Ya vuelvo y te contaré todo, ¿de acuerdo?
— Está bien. — Ángel lo dejó ir y volvió a sentarse.
— ¿Estás bien? ¿Quieres más jugo? — preguntó Mark.
— Sí, estoy bien. En vez de jugo, ¿podrías traerme agua, por favor?
— Claro.
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— Terrence.
— Joven Micah.
— ¿Cómo me encontraste? — Terrence no respondió y solo se quedó viéndolo.
— La tarjeta de crédito. Maldición. ¿Ya se lo dijiste a papá?
— No voy a decirle que te encontré.
Micah se sorprendió con aquella declaración.
— ¿Por qué?
— Joven, en los años que tengo conociéndolo, nunca lo he visto tan feliz y tan relajado. Siempre traía un aura pesada como alguien que no quería estar en este mundo. Ahora su aura se siente liviana, sus ojos brillan y la felicidad se desborda por sus poros. ¿Quién soy yo para arrebatarle esa dicha? Aunque eso no significa que no manden a alguien más.
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En Lo Profundo del Bosque
Fantasia⚠️ADVERTENCIA ⚠️ Esta historia es para adultos. Contiene escenas de sexo explícitas no aptas para menores de 18 años de edad. Si no eres mayor de 18 años, por favor no la leas. Esta es una historia basada en el omegaverse donde los hombres quedan e...