sanar

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Ámbar Martinez

Estoy ya sentada en el asiento 6D del avión , justo al lado de la ventana, veo en mi bolso el sobre con el dinero que me ha dado Dominic y una nota que solo dice que lo invierta en mi.

Siento unas ganas de bajar del avión, de subir a un taxi y de ir hacia el, como suceden en esas novelas bonitas en las que los protagonistas siempre lo consiguen , sin embargo el zumbido del avión se empieza hacer más fuerte, hasta que siento que estamos despegando, miró por la ventanilla Rusia, Dominic y unas lágrimas caen por mi rostro, me las aparto de prisa, me las quito con una tristeza profunda.

Los recuerdos me apuñalan, la primera vez que ví a Dominic fue en las circunstancias más terroríficas, aunque como ya yo había estado en el infierno un par de veces... Lo primero que ví fueron sus ojos oscuros, una oscuridad profunda como carbones, sus pestañas risadas y mechones negros tapándole un poco los pómulos, su cuerpo musculoso pero no exagerado, hermoso , como un ángel.

Tengo muchas primeras veces con Dominic, me aferró a esa chaqueta que compré con el y me abrazó con ella, esa fue la primera vez que compré ropa, que compré ropa sin usar, nunca había podido comprar ropa, incluso la ropa nisiquiera era algo que me preocupaba hasta que lo conocí.

Todos esos recuerdos bonitos se ven eclipsados por un adiós que me arde que me quema profundamente, porque yo siempre soñé con algo como lo que teníamos, incluso ya en mis sueños tontos me había imaginado una vida a su lado, una vida donde formamos una hermosa familia.

Siento que debí aprovechar cada instante a su lado, si hubiera sabido que nuestra historia iba a terminar así, me hubiera quedado besándole un poco más, abrazándole un poco más, observando su sonrisa un poco más, pero como todas las cosas bonitas de la vida nunca sabemos que no serán para siempre hasta que ya no están, hasta que ya no funcionan, hasta ese momento en el que te das cuenta que no puedes apretar más ese alambre de puaz porque tus manos te suplican que pares ya.

Después de hacer escala en Madrid, tome otro avión, en este el cansancio me gano y un sueño profundo de esos dónde todo es oscuridad me arropó, una oscuridad que me recuerda a esos cabellos oscuros, a esos ojos negros achocolatados, a la tinta negra que recorre cada parte de su piel oliva.

Al llegar a Colombia sentí esa sensación que tienes cuando llegas a casa, esa alegría que se mezcla con la tristeza por todas las cosas que dejas atras pero que siempre serán parte de ti. El taxi color amarillo, me hizo sonreír, las calles con sus árboles grandes, las casas con rejas, las flores y ese sol radiante que te quema, así es Colombia radiante, como un atardecer en la playa.

Al llegar al departamento me quedo esperando que llegue Lina, para mí suerte tarda una hora en llegar, al verla mis ojos se llenan de lágrimas, está hermosa como solo ella suele ser, sus cabellos castaños están ahora rojos, pero un tono uva muy lejano al mío, su ropa es ancha y unos lentes de gata le dan ese estilo salvaje que la caracteriza, detrás de ella está Danil, ya sabía que Dominic había dejado a Danil cuidando de Lina al darse cuenta de que podría correr peligro, pero lo que me deja asombrada es que Danil viene cargando las bolsas del mercado.

-Ambar -el chillido de Lina hace que todos los bebés del edificio se despierten y que algunas madres suelten unas cuantas maldiciones.

-Estas preciosa -susurro en su oído al envolverla en mis brazos , es mi hermanita, siempre voy a verla de esa forma supongo.

-Gracias, te gusta lo que me hice -retrocede un poco para darme una mejor vista de su cabello en forma de Bob y el toque violeta rojizo.

-Si, en definitiva lo apruebo.

-Tu estás muy delgada Ámbar Carolina -se queja mientras aprieta mis mejillas.

-Hola señorita Ámbar -Danil me hace una casi leve reverencia.

-Danil me alegro de ver qué estás bien -digo dándole un abrazo.

-Pasa tenemos que ponernos al día -dice Lina mientras se gira a ver a Danil, quien sin que ella diga nada más le entrega las bolsas.

-Estare aquí afuera por si me necesitan -dice mientras Lina me jala hacia el interior.

-Oye déjalo pasar -me quejo mientras ella cierra la puerta en su cara.

-Ya ahorita primero yo necesito saber cosas -suelta la bolsa en el mesón y me vuelve a jalar hacia el mueble -. ¿Que haces aquí? ¿Por qué el Ruso no está contigo?

-Empecemos contigo que pasa entre tu y Danil, Lina Patricia -le pongo mi mejor cara de madre superiora.

-Solo coqueteo con el a veces, así puedo conseguir más beneficios -me guiña -. Ahora dime , ¿Que paso?

-Se acabo, no hay más nada entre el ruso y yo.

Ella se queda en silencio unos segundos, me observa como si estuviera teniendo un ataque de algo.

-¿Espera pero si te lo comiste?

Le golpeó con un cojín y no puedo evitar reír.

-No voy a contarte esas cosas Lina eres una chiquilla aún -le riño mientras vuelvo a golpearla.

-Si no lo hiciste te juro Ámbar que buscaré la forma de dejar de ser tu hermana ¿Se puede dejar de ser hermano de alguien?

-No lo se Lina creo que no -me carcajeo, pero es una carcajada rota, de esas que duelen en el fondo del pecho, de esas que te hacen darte cuenta que hay algo que te falta, que hay una pieza en el rompe cabezas que no está, que se rompió y que los pedacitos están allí lastimando.

-¿Por qué rompieron? ¿Estás bien? ¿No me digas que te enamoraste?

-Solo decidimos seguir rumbos diferentes , no lo de Lina supongo que hay veces que el estar bien es confuso, no me siento feliz pero tampoco podía seguir estando allí.

-Vale, pues el se lo pierde, sabías que solo el 1 o 2 % de cien personas es Pelirroja deberías sentirte mas especial -no puedo evitar reír ante Lina, quizás hay personas que son como mi hermana que con sus ocurrencias sanan lo que ellos no rompieron.

Peligrosa Adicción (Prime Borrador )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora