Kanat Chein
Estoy aqui en la misma habitación de hotel donde Vegoña y yo hemos compartido algo que no logro descifrar, me miró en el epejo, me quedo con mi traje gris pues no hay ninguno color jade y el azul no me lo empacaron, que porqueria está ciudad, sin embargo para mi suerte necesitaba una camisa negra y fui a comprarla, la chica que me atendió me consiguió un flor jade que no juega a la perfección con el tono de los ojos de Vegoña, no existe color artificial que sea capaz de igualarsele pero la llevo justo en el espacio donde antes colocaban un pañuelo, hago un moño a mi cabello, he pensado en cortarmelo un par de veces, lo tenso y prósigo a colocarme un poco de perfume , mi favorito Aqua de Jon malone, me miró un par de veces en el espejo, estoy nervioso, quedé de pasar a buscar a Vegoña en su Subaru, que por cierto hace juego con mi traje, sonrió, espero que se allá pintado las uñas de azul, deseo saber que hará algo así por mi aunque no vayamos a pegar.
Llegó a la casa de sus padres con Danil y Lucas escoltandome, la casa es inmensa podría decirse que casi tan grande como la mía, le muestro mi identicacion al hombre de seguridad y después de unos segundos dónde ya empiezo a exasperar me, entro a la casa donde está Vegoña.
Al bajarme del auto puedo observar un árbol de navidad ¿Quien se adelanta a la navidad ? No sé que tiene de especial la navidad, camino hasta la entrada y antes de tocar me abre la puerta Vegoña, mis ojos se quedan clavados en ella, sus cabellos castaños claros están recogidos en un moño y unos mechones caen por su cuello y rostro, sus ojos verdes están aún más impactantes, un maquillaje color azul y negro con plateado, algo exótico, sus labios van de un tono rojo casi imperceptible, pero lo que me deja con la mandíbula desencajada es su silueta en se vestido rojo ¡Joder! No puedo soportar que nadie más le vea así, una de sus pierna se ve completamente hasta casi mostrar parte de su Panti o muy cerca y la otra está completamente tapada como debiera estar ella, respiro profundo, sus ojos me miran con inseguridad, una mujer tan preciosa , una diosa , una muñeca , una printsessa.
—Mi padre quiere conocerte ya —su voz es nerviosa, sus tacones hacen un sonido en el granito.
—¿Mi suegro quiere conocerme? —me acercó a ella y la atraigo a mi, huele deliciosa, respiro el olor de su cuello , mientras rozo con mi mano la abertura de su vestido, rozo su piel suave, trazando círculos en su pierna, acariciando su piel, es tan suave como la seda, nunca he tocado una mujer con la piel tan suave—. ¡No te dejare andar así cuando seas mi esposa!
Me empuja y una chispa furiosa se hace presente en esos ojos hipnóticos y me hace sonreír.
—No seré tu sombra Kanat Chein te lo juro , me vestire con lo que quiera, saldré con quién quiera y puede que te engañe con quién quiera.
¿Está hablando enserio?
Me acercó a ella y la sujeto por la cintura atrayendola a mi, justo entonces soy consiente de que el vestido es descubierto en su espalda ¡Malditos diseñadores!
—Vegoña Vugoski —susurro detrás de su oreja tomandome el tiempo de disfrutar de su reacción—. Escúchame bien, te haré el amor tan duro y tan rico paloma , que si un día estás con otro solo pensarás en mi, me desearas tanto a mi, que nadie podrá causarte nada,eres mia Vegoña no lo olvides.
Me detengo haciendo silencio y vuelvo a meter mi mano debajo de la raja del vestido, se me hace muy fácil llegar hasta su intimidad, ella se tensa pero no me aparta, aparto la diminuta tela y me encuentro con su humedad, una sonrisa se dibuja en mi rostro engreído.
Escucho la voz de un hombre y una mujer, Vegoña me aparta alejándose de mi como si tuviese alguna enfermedad contagiosa, meto mis manos en mi bolsillo, mi mano aún está húmeda por su intimidad y sonrió, Vegoña Vugoski no deja de ser una sorpresa para mí.
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Peligrosa Adicción (Prime Borrador )
RomanceUn corazón incapaz de amar, hielo seco, seco como su alma en sequía , como su corazón agrietado, como una vida sin sentido. Kanat Chein es eso y mucho más, su vida ha sido la consecuencia de las decisiones de otros, en su mundo no cabe el amor, en s...