Promesas

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Dominic Chein

La mañana llegó rápido el sol apenas empezaba a salir. Cuando una vans resonó por el sendero. Me gire para ver a Ruba.

—Buen día señor Dominic —me saludo entregándome un café expreso.

—Buenos días Ruba, me trajiste lo que te pedí.

Asintió bajando del vehículo y abriendo la puerta lateral saco unas bolsas con desayunos.

Las agarre y me dirigí adentro.

Filipo esta ya despierto, un tabaco es parte de su desayuno. Al verme su temor se hace visible. Lo ignoro y entro a la habitación donde estas las chicas y las mujeres.

—Coman —puse las bolsas en la mesa vieja y ninguna se levantó o se acerco, busque a Ámbar con la mirada , estaba al final acurrucada en un rincón, mi corazón se estrujo—. Deben comer, sobretodo ustedes.

Señale a las que serían vendidas.

—El día será largo —y si que lo sería , sali de allí incapaz de lidiar con las emociones de ellas, con sus ojos atemorizados , con esa tristeza que te rompe solo de verla.

Salí agarrar un poco de aire, el sabor de mi café me sento más amargo de lo normal , dicen que todo lo amargo se va conviritendo en dulce cuando te acostumbras a su sabor. Pero es una mentira, una gran mentira.

Saque un cigarrillo nuevamente, después de hoy no volveré a fumar, encendí el cigarrillo, el frío fue dejando mi cuerpo a medida que daba una y otra calada, y uno que otro trago de café. Observé el amanecer mezclándose en sus tonos rojos y blancos, con naranja y amarillo, la belleza de la creación es lo único que me hace creer que hay algo más, un creador, un artista , un diseñador. Unos pájaros empiezan a dar su gran debut , eso es lo maravilloso de la naturaleza que no busca la atención de nadie, ella simplemente existe y es inevitable no observar su belleza.

Pienso un poco en Rebbeca me hubiera gustado llegar a su vida antes, antes de que alguien la robara de mi, pienso en nuestros últimos encuentros, se que debe odiarme, pero no puedo sacarla de mi cabeza , y juro que quiero borrarla para siempre para no sentir este dolor en mi pecho, para no pensar en esos ojos marrones , ni en esas mejillas rosadas , ni en su sonrisa que ilumina todo el lugar.

—Dominic ya las chicas comieron —Ruba es de los buenos si en este mundo hay gente buena se encarga de trasladar a las mujeres y por lo menos no abusa de ellas ni las golpea.

—Perfecto —digo caminando hacia su dirección —. Dejaremos a unas en el bar de Antonieta hay unos compradores interesados en ellas, las otras serán llevadas directamente a la puja, encárgate de que nadie las toque o golpee.

—Si, señor yo me encargaré.

Al entrar a la habitación una de las mujeres se lanzó encima de mi, un golpe llegó a mi rostro.

—Eres un desgraciado , un maldito, déjanos ir —sostuve su mano con fuerza pero sin ejercer mucha de esta para no lastimarla —.

—No puedo Eliana —sus ojos se llenaron de confusión al ver que recordé su nombre—. No puedo salvarlas a todas.

—Ya Eliana dejalo —pidio una mujer , está era la que me había pedido que mandara dinero a su hija—. Ya ha dicho que no puede ayudarnos a todas, deja que por lo menos las chicas se salven.

—Tu crees que esto será lo mismo que en el bar donde trabajamos, Luisa , esto va a ser el infierno.

—Lo se, pero también se que este chico está haciendo todo lo que puede —su mirada fue triste—. Se que si pudiera sacarnos a todas lo haría.

Peligrosa Adicción (Prime Borrador )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora