Una rareza... algo impuro.(borrador )

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Kanat Chein

-Vego, el médico llegará en cualquier momento-susurro acariciando sus cabellos ondulados y enredando los en mis dedos.

-No quiero ver a nadie Kanat por favor -su voz es apenas un susurro casi inaudible no se ha despegado de mi pecho ni un segundo, sus manos están metidas por debajo de mi camisa aferrándose a mi como se aferra alguien que se encuentra naufrago y consigue un salvavidas.

-Paloma, debes verlo, es necesario por favor no puedo evitarlo.

Veo el terror en sus ojos, pero necesito asegurarme de que aunque sea físicamente no correge más riesgos.

-¿Estarás conmigo?

-Siempre printssesa maniaca -beso su frente, está tan frágil, que mi pecho arde por dentro, juro que haré pedazos cada parte de ellos.

Unos golpes en la puerta me indican que el doctor ya a llegado.

-Adelante -digo mientras me giro en la silla de ruedas.

El doctor Hananias está allí con su traje y su maletín, le pedí a Dimitri que lo trajera porque se que es de confianza y porque es de esos doctores que respetan tu espacio personal.

-Buenas noches , señor Kanat -su voz sale lenta casi arrastrada-.

-Buenas noches, Doctor gracias por venir a estas horas -anuncio mientras veo a Vegoña agachar la mirada.

El doctor me da una mirada significativa que es solo una pregunta para empezar a hablar con ella. El doctor mantiene una distancia grande entre Vegoña y el.

-Jovencita voy a ser solo una revisión de su estado físico, mi nombre es Hananias -no extiende su mano ni intenta ningún contacto-. ¿Le parece bien si empezamos?

Los ojos de Vegoña se clavan en los míos , veo la angustia en estos y entonces acaricio su mano y la aprieto. Ella asiente.

-Solo debe quitarse la prenda de abajo -anuncia el doctor mientras se comienza a poner unos guantes de látex, todo mi cuerpo se tensa, Vegoña obedece y se recuesta en la cama, yo me quedo alli apretando su mano mientras van revisando sus partes.

La cara del doctor no muestra nada, es como si esto fuera el pan de cada día, siempre me ha sorprendido la capacidad que tienen los medicos para desconectarse de los pacientes, una vez un Doctor me dijo que eran tantos los casos y el dolor que si no se desconectan terminarían locos de tanto preocuparse o sufrir por otros, quizás se parecen en algo un capo y un doctor, es que a veces tienes que desconectarte de todo para poder seguir adelante.

-¿Cómo está doctor? -acaricio su pequeña mano debajo de mis dedos.

-Señorita, debemos hacerle pruebas de enfermedades de transmisión sexual y también si usted así lo quiere debe tomarse un anticonceptivo de emergencia, a pesar del daño que tienen sus paredes genitales hay un pequeño desgarro, puedo ponerle puntos y luego necesita descansar.

Vegoña solo asiente, se ve tan apagada que me duele. Es como si quisiera cerrar el libro , es como si quisiera terminar con la pesadilla.

El médico empieza a preparar todo, me explica que le pondrá unos puntos y que luego tendrá que tomarle una muestra de sangre para revisar cualquier infección, pero que debe permanecer un tiempo tomándose muestras continuamente hasta saber que está limpia. Intento mantenerme calmado y fuerte por ella. Pero la verdad la situación me está sobrepasando, no estoy reaccionando bien, mi sed de venganza crece como un volcán y quiero eruccionar ya, pero la otra parte de mi lo sabe, sabe que debo estar aquí para ella. Después de que le pusieran los puntos y de que el doctor se fuera, Vegoña a estado en un profundo silencio, es como si su cabeza estuviera lejos de aquí, yo quisiera quitarle ese pesar, ese dolor , pero realmente hay cosas que uno no puede devolver.

-Vego -susurro buscando su atención, estoy desesperado por ver un destello de alegría en ella, por ver ese carácter fuerte arrasador que la caracteriza.

Sus ojos jade me miran , hay una oscuridad en ellos tan densa que me aprieta el pecho.

-Quiero mostrarte algo -le digo mientras ella solo asiente de una manera tan ausente que duele, tomo todo mi esfuerzo y aguanto todo el dolor para levantarme de la silla, no se si es por ella que logro hacerlo y que me sostengo un poco, antes de caer de nuevo sentado.

Ella me regala una sonrisa, la sonrisa más triste que me ha dado desde que nos conocemos, ni siquiera cuando he sido un idiota a sonreído así.

-Te lo dije Kan lo vas a lograr -sonrie pero la sonrisa no le llega a los ojos, es ese tipo de sonrisa que das porque te alegras por los demás, Pero tú estás hecho mierda, pues esa es la sonrisa que me da Vegoña-.

-Gracias printssesa por no abandonarme -le digo porque es cierto si ella me hubiese abandonado no podría ni siquiera hacer esto.

No dice nada, solo asiente.

-¿Quieres que dormir ? -mi voz baja al hacer la pregunta.

Ella solo asiente, ruedo la silla de ruedas hasta la cama y ella me ayuda a subirme en esta el dolor de esforzarme es casi insoportable. Tardo unos segundos antes de recuperarme.

-Puedes leerme algo por favor -susurra pegándose a mi pecho y tendiendo me Perdona si te llamo amor de Federico Moccia. Busco entra las páginas el lugar donde me quedé y empiezo a leerlo.

A veces lo que puede parecer una rareza, algo impuro, no es si no una belleza diferente , que no sabemos aceptar. Al menos, no por el momento...

Ella me hace detenerme ...

-No sigas por favor -cierro el libro y la envuelvo en mis brazos apretándola a mi.

-Nena mírame -tarda unos segundos en levantar sus ojos, están rojos y las lágrimas están apunto de ser derramadas, acaricio su mejilla-. No eres rara, no eres impura y no tienes una belleza diferente, eres simplemente tu Vego, eres perfecta ahora, tanto o más de lo que lo eras antes...cuando era pequeño mi abuela materna me regaló un carro de esos de metal, yo estaba obsesionado con ese carro, un día de tanto jugar con el carro perdió una de sus partes, se despegó quedando un pedazo roto...

Seco con mi pulgar su mejilla,pero me obligó a seguir contándole esa historia.

-Fui corriendo a dónde mi abuela para contarle que el carro ya no servía , que lo había roto, que era un destructor , mi abuela me buscó una silla y me hizo subir a ella, en un mesón empezó a reparar el viejo latón , le coloco pega , y unos hilos que amarraron por completo el pedazo, ella me dijo algo que nunca olvidare, y es que todo lo que amas puede repararse y yo a ti printssesa te amo, y no se como hare para unir los pedazos que te rompieron, pero te juro que lo haremos juntos.

Ella se seca las lágrimas de su rostro, y yo apenas soy consciente de que he derramado unas, cuando ella me roza la mejilla y besa mi lágrima, estoy tan enamorado de ella, la amo de todas las formas posibles.

-¿Cómo se llamaba tu abuela?

-Ros

-Hermoso nombre, debió ser hermosa.

-Lo era, tenía curiosamente los ojos jade como tú -eso le hace brillar los ojos un poco y no se si hablar de mi abuela la ayude pero si es lo que tengo que hacer para traerla a la luz, voy a dedicar mis días a ello.

Peligrosa Adicción (Prime Borrador )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora