Poseer.

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Vegoña Vugoski

Mi teléfono suena y el nombre me hace sonreír, mi cómplice en esta locura.

Dominic

Vego, ya hecho mi parte, estaré esperándote en el aeropuerto.

Yo:

Gracias Dom , ya voy abordar estamos en  la escala en Francia.

Dominic

Perfecto, entonces llegas de madrugada.

Comienzan a llamar a los pasajeros y tomo mi bolso y chaqueta, si hace meses me hubieran preguntado si haría algo así para el cumpleaños de Kan hubiera dicho que estaría loca, pero ahora no puedo dejar de pensar que el ha Sido tan hermoso conmigo este último mes que no puedo hacer menos por el, ha estado llamándome todas las noches, me mandó un peluche con su nombre bordado, sin contar la cantidad de chocolates rusos que ha mandando para mí.

Subo al avión con una sensación de euforia que no puedo quitar de mi pecho , tenemos un mes sin vernos, un mes en el que he estado soñando con su rostro, sus labios, sus manos, esa sonrisa torcida que me da, esas guiñadas de ojo, esa manera de tocar mi cabello con su pulgar y su índice como si estuviera observando algo digno de analizar científicamente, simplemente todos estos días Kan ha Sido mi lugar seguro.

—Esta usted soñando despierta —la voz del anciano me hace girarme —.

Su tez es achocolatada, las arrugas de sus años se ven casi imperceptibles, pero allí están.

—Algo así —sonrei como una idiota y me doy cuenta de ello.

—Me recordaste a mi esposa —sus ojos brillaron con admiración, con ternura y con tristeza, una extraña combinación.

—¿Si , le gustaba soñar despierta? —bromeo mientras, observo mejor sus facciones.

—Si, pero también tenía el cabello de tu color y unos preciosos ojos jade como los tuyos, ya verás que no se que vio en mi —sonrio tímidamente —. Era la mujer más preciosa del mundo, y se fijó en este negro.

—Me parece que debió ser muy guapo en su juventud —le anime, tratando de entender porque dijo "Era" —. Su esposa , que paso con ella.

Me sentí intrusa, pero el sonrió.

—La muerte hija, la muerte siempre esta allí anunciada desde que uno nace —apreto un pañuelo en su mano—. Murió de diabetes.

—Lo siento mucho —asegure sintiendo pena por el hombre.

—¿Y tú tienes un amor?

—Si, he viajado para su cumpleaños —sonrei y el me sonrió.

—Mi Eva una vez me sorprendió en mi cumpleaños número veinte —sonrio a sus anchas —. Viajo para entregarme mi libro favorito, ella no le gustaba leer de hecho solo le gustaba que yo leyera, pero ese libro era especial para mí, entonces ella anoto las frases que más le gustaron en el libro y me lo entrego, una nota decía reeleme y me encontrarás allí.

—Que hermoso.

—Las cosas bonitas de la vida señorita son las más pequeñas , las que menos cuestan —volvio a sonreírme y se vio tan joven —. Mi nombre es Rafael.

—Un placer , me llamo Vegoña pero todos me dicen Vego.

—Un nombre con carácter, mi hija se llama Virginia.

Estuvimos hablando por horas, resulta que el señor Rafael es fanático de la literatura, estuvo criticando los libros de Cohelo con una pasión irrefutable, luego el sueño lo venció, y a mi también, cuando desperté ya estábamos aterrizando en Rusia, mire por la ventanilla las luces de la ciudad la belleza desde las alturas es inexplicable e indescriptible, sublime.

Al bajar del avión, en el eropuerto chequearon mi pasaporte y con una voz rusa supongo que me dijeron Bienvenida. El frío empezó a pegarme aún con el abrigo, para mí suerte Dom estaba allí justo como lo había prometido.

—Vegoña —grito estirando su brazo y llamándome, al acercarse a el, me dió un abrazo apretado, sonreí tenía meses que no le veía.

—Gracias Dom por esto —dije mientras el me despojaba de mi equipaje.

—Somos familia Vegoña no lo olvides —en su voz había un toque de advertencia que no entendí—. Vamos que ya es el cumpleaños de Kanat.

Sonrió divertido.

Subimos al auto, y no habíamos recorrido dos kilómetros cuando Dom, saco el tema.

—¿Ella como está?

—No ha Sido facil —no quise mentirle, por alguna razón se que Dom se preocupa por Rebbeca de verdad.

—¿Pero está bien?

—Si Dom, ella está bien, solo que perder el bebé y no poder tener hijos —mi voz baja sintiéndome dolida por el dolor de Rebbeca—. Ha Sido un golpe duro.

—Puede adoptar o puede no alquilar un vientre —dio un giro —. ¿No me digas que Tadeo no quiere?

El tono que uso para nombrar a mi hermano me irritó.

—Tadeo hará todo lo que sea necesario para que ella vuelva a ser feliz —senti la necesidad de defender a Tadeo, el está haciendo lo mejor que puede.

El silencio reino cuando llegamos a la mansión, por suerte nadie nos vio entrar solo los guardias de seguridad.

—Bueno cuñada ya sabes dónde está el jefe —se giro dejándome allí en la sala.

—Gracias halcón —bromee , lo ví subir las escaleras riendo.

Me metí en el ala de Kanat , ya se que su habitación es la cuarta a la izquierda, una sonrisa boba se dibujo en mi rostro, sentí como mis manos empezaron a temblar y el sudor empezó a inundar mi manos, me pare frente a la puerta y respire un par de veces antes de entrar con cuidado.

Allí está su cuerpo arropado con las sábanas, sus cabellos desparramados, me acerque con cuidado, justo cuando iba a susurrarle en el odio feliz cumpleaños, su mano me giro con fuerza haciéndome caer al suelo y golpear mi cabeza, su otra mano apunto con un arma mi cabeza.

—¡Kanat! —grite aterrorizada—. ¡Kanat soy yo!

Tardo unos segundos en procesar la información, su respiración estuvo agitada unos segundos, la oscuridad no me dejaba ver bien su hermoso rostro.

—¡Joder Vegoña, casi te mato! ¡Que mierda estabas pensando!

Aflojó su agarre en mi mano pero no se quitó encima de mi.

—Queria , yo quería —mi voz estaba asustada —. Desear te feliz cumpleaños.

—Printsessa —susurro en mi odio —. ¿Viajaste hasta aquí para decirme eso?

Me sentí avergonzada, en mi cabeza sonaba más bonito, incluso me lo imaginaba diferente.

—Si, fue estúpido lo se, yo sé que no te gustan estás cosas y que yo...—sus labios tocaron los míos, un beso dulce, calmado , lleno de ternura.

—Es perfecto printssesa maniaca —susurro en mis labios—.

—Deja de llamarme así —me queje aunque lo hacía solo por molestarle, es extraño como alguien puede hacer que palabras normales o raras tomen un significado especial, al punto de que cada que me llama maniaca todo mi cuerpo se rinde a él.

—Mi printssesa maniaca —su voz ronca hizo que todo mi cuerpo reaccionara el, sus manos viajaron a la lámpara de noche y la encendió, sus ojos azules hielo me perforaron en lugares que no sabía que unos ojos podían tocarme, me perdí en su mirada, en la perfección de su nariz perfilada, en sus labios finos pero llenos, en esa melena suelta y ondulada, en sus manos tomando mi cabello en sus dedos, en su forma de poseer mis labios en cada partícula de ellos.

Peligrosa Adicción (Prime Borrador )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora